Como es bien sabido, para muchos de nosotros la música es algo más que una sucesión más o menos coherente de acordes y melodías. Es, ante todo, una forma diferente de entender y disfrutar la vida. Y es así como hay que tomarse el Purple weekend: un fin de semana para divertirse reivindicando la heterogeneidad de la llamada cultura mod a base de rock, soul, pop y psicodelia, que no se queda tan solo en eso, pues el puente por excelencia de las cazadoras verdes, las patillas imposibles, los pantalones de pitillo, los vestidos vintage, los bigotes retro y las gafas de pasta, va más allá de lo meramente musical, aglutinando toda una serie de actos en torno a esta actitud underground.

Y fue con esa idea de distanciamiento de lo cotidiano con la que acudimos a León. Y acertamos plenamente, pues nos lo pasamos de miedo de principio a fin. Tras dos jornadas previas que habían dejado ya su poso en la ciudad, llegamos el sábado con las pilas bien cargadas y dispuestos a aprovechar el tiempo al máximo. Así, a las 12 de una mañana con un solecito muy agradable ya estábamos junto al Espacio Vías para ver la scooter run. Un pequeño fallo, en nuestra opinión, fue la ausencia de música mientras las motos se congregaban y se preparaban para salir.

Apenas tiempo para tomar una caña y concierto gratis en el Espacio Vías de The New Electric Ride, con un sonido contundente que reunió ya a un buen número de curiosos y que tuvimos como fondo mientras aprovechábamos para echar un ojo a la feria del disco y al mercadillo de ropa nueva y de segunda mano situados en el mismo recinto.

Por la tarde, a eso de las 17:30, de nuevo en el mismo recinto y con un llenazo, saltaron al escenario Los Retrovisores para presentar los temas de su nuevo disco Alma y pisotón (2013). Fue un concierto divertido, que hizo que más de uno de los presentes rememorase su juventud. Porque esa es otra de las características del Purple weekend que más nos llamó la atención. Entre el público, la media de edad es más alta de lo habitual en los festivales veraniegos.

Tras la función de los catalanes, que al final nos resultó un poco larga, momento para Bj’s New Breed, o lo que es lo mismo, los artistas antes conocidos como los Jaybirds. Virtuosos, divertidos, clásicos y modernos a la vez; ni siquiera un apagón de sonido durante la actuación empañó su buen hacer.

Parón para unas cañas con su correspondiente pincho y paso obligado por los garitos del Barrio Húmedo para reponerse que se alargó más de lo previsto. En parte por la visita al Gran café, bar referente del León musical, donde los Dj’s Alldayer nos atronaron a base de rock de todas las épocas. El único pero, sonido un poco excesivo para quienes aún nos gusta charlar, aunque sea de vez en cuando, en los bares.

Y con la noche ya asentada y un frío de narices llegamos al escenario grande, un tanto alejado del centro de la ciudad. Allí donde las dos noches precedentes Lala Brooks y Nikki Heat habían hecho tambalearse las tablas, llegamos con el tiempo justo para acabar de ver la actuación de los garajeros Night Beats y prepararnos para la gran traca con The Black Angels, banda que por sí sola merecía el desplazamiento. La banda de Alex Maas nos deleitó con un concierto de esos para no olvidar. Desde 'The sniper' hasta 'Black grease' los de Austin hicieron un repaso a toda su discografía dejándonos a todos con la boca y la mente bien abiertas.

Un auténtico lujo para uno de los festivales de invierno más afianzados de la península.

FROM HELL
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