Todavía a pleno sol en el achicharrante y polvoriento solar que conforma el recinto del Sonisphere, empezaron a oírse los primeros compases del “Doctor,doctor” de UFO; prueba de que los preparativos tras la actuación de Dream Theater concluían y era tiempo para las huestes de Steve Harris.


Siendo sincero, tendría que confesar que el arranque del esperado concierto de los Maiden resulto algo decepcionante: la presencia del sol deslucía bastante el montaje del grupo – que en comparación con otras giras parecía más discreto, el sonido no era todo lo bueno que se podía esperar de un grupo como este, oyéndose bajísimo y los temas de más reciente factura –como “The final frontier” o “El dorado” – con el que arrancaron la actuación no llamaban mucho, por lo menos a título personal.

Pero entonces suena “Two minutes to midnight” y se les perdona todo, con ese sonido y actitud de toda la vida que los ha hecho grandes. Bruce Dickinson corriendo como un perturbado, las míticas poses de Harris apoyándose en los monitores, Janick Gers haciendo todas las posturitas posibles con la guitarra y unos Dave Murray y Adrian Smith más tranquilotes.
Tras unos temas más recientes, llegó la locura y el no parar que personalmente esperaba: “The trooper”, “The evil that men do”, un impresionante y coreadísimo "I, Hallowed be my name” y “Running Wild” entre otros clasicazos.
En esta increíble segunda mitad encotramos todo lo que podía esperarse de los Maiden: un gran sonido, canciones ya legendarias, distintas versiones de Eddy animando el cotarro, la posturas de los músicos que tanta carpeta han adornado; en definitiva un soberbio espectáculo.


En resumen: aunque el arranque no resultó todo lo convincente que se podía esperar de la actuación festivalera de un grupo de esta talla, el resultado final si resulto más que gratificante para todos los que concurrimos en ese yermo de Getafe.

FROM HELL.

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