Lo primero que pensé al ver salir a escena a Jay Kay fue que firmaría allí mismo por llegar así a los cuarenta. Rock Dust Light Star, es el sonido bien posado de una madurez rebelde. La marcha en el cuerpo, look de Space Cowboy y esos movimientos estudiados tan "me gusto y lo sabéis, y yo sé que lo sabéis". Dueño de una colección de coches deportivos, mansión en Baleares, filosofía cósmica, líder de una banda imparable y buen rollo por los cuatro costados...  Decidido, mañana mismo me compro la chaqueta azul de flecos y el sombrero vaquero y me voy de Jay Kay por la vida.

Buen rollo incluso ante los problemas de sonido que parecen perseguirle en sus conciertos: un festivalero barcelonés ya nos habia comentado que en el Poble aquello no había sonado del todo bien "pero no deja de ser Jamiroquai, tío", claro. Y en el Zenith de Toulouse siempre pasa lo mismo, que todo retumba y todo se acopla: se hacen conciertos de estadio, con sonido de estadio, en una sala para 9000 personas: ZZTop, Oasis... todos se han encontrado con el mismo problema. Así que, de vez en cuando, el bueno de Jay Kay se golpeaba la oreja con el índice disimuladamente, o pateaba los monitores de suelo, o desaparecía unos segundos para hablar con el sonidista, sin perder la compostura ni la buena onda. Nos dio igual: estábamos poseídos por el funk y deslumbrados por una puesta en escena luminosa con planetas voladores y proyecciones, algunas ya míticas, como el descenso de montaña y el viaje al hiperespacio en busca de una explosiva Cosmic Girl, o la del helicóptero contra el porsche acompañando White Knuckle Ride. Los dos momentos climáticos fueron la sensual Love Foolosophy, que nos demostró que también se puede saltar con una balada, y su clásico más esperado: Deeper Underground, que en directo suena exactamente como en los discos. Resumiendo, encontramos mucho de lo que íbamos buscando en un concierto de Jamiroquai: energía positiva, propuestas visuales originales, una banda que se ha convertido en un mito. Nos sorprendió encontrarnos detrás del cantante, que es el que ha acaparado la imagen publica del grupo, una enorme banda de lo más consistente. Percusiones complejas, coros impecables, cuerdas competentes, una auténtica Big Band al servicio de un sonido electro-funk, que se ve cada vez más salpicado por unas pizcas de folk y afrolatino que le van de perlas. Tras un esforzado bis, Jay Kay se disculpa, el sonido no da para más... Habéis estado magníficos esta noche. Os deseo lo mejor para 2012. Se anuncian tiempos duros... Try to take it easy!! Y salimos tan contentos, solo nos faltó ver el gorro-totem, pero bueno, eso te lo apuntas para la próxima, Jay Kay. Nos vemos en los festivales!

Dr.J



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