Es Navidad. La nieve cae tras la ventana... o no. Los niños festivaleros han encontrado bajo el árbol la guitarra eléctrica con la que soñaban, el pase para Sziget que habían pedido, los calcetines llenos de baquetas y púas de guitarra, el DVD documental de Glastonbury que está ahora pasando en bucle en los reproductores de todos los hogares,... En este día de emociones, queremos dejaros a modo de felicitación navideña, un link con el momento mas emotivo de nuestro año festivalero: el concierto de Ryuichi Sakamoto celebrado el 18 de Noviembre en el Palau de la Música de Barcelona (pinchad aquí) en el marco del 43° Voll Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, con el que hemos tenido el placer de contactar por primera vez en la edición de este año y del que nos hemos llevado muy buenos recuerdos.

Aquella noche de Noviembre, entramos en el Palau sobrecogidos, sabiendo que accedíamos a un legendario Templo de la Música. El vestíbulo es un bosque modernista petrificado y subir por cualquiera de las ramas de la doble escalera es como trepar a un universo onírico en el que cualquier cosa es posible. En la Sala de Conciertos nos recibe un séquito de columnas recubiertas de mosaicos, las miradas cruzadas de las musas, un telón de naturaleza pétrea, una docena de puertas disimuladas que nos acechan de reojo desde diferentes rincones y, en el techo, una redonda gota gigantesca y multicolor que esta a punto de formarse y amenaza con desprenderse en cualquier momento de una vidriera caleidoscopio.


Cuando llegamos a nuestras butacas ya hay alguien en nuestro sitio: han confundido platea con platea alta o algo asi, pero no nos extraña: en un lugar como este uno se fija en todo menos en los detalles de la entrada. El auditorio se ha llenado sin darnos tiempo a reponernos de nuestro asombro. Se apagan las luces y solo queda el escenario, sobre él, impacientes, un piano, un chelo, un violín. Aplausos. El Maestro Sakamoto se acerca a su piano y sus dos acompañantes, el violonchelista Jaques Morelembaun y la violinista Judy Kang, toman sus puestos en la penumbra y observan al genio que ha empezado a urgar en las tripas de su piano, igual que un mecánico pone a punto su propio coche antes de un largo viaje. Un arpegio inquietante, un chillido de filo de navaja, un estruendo oscuro, un rasgueo angustioso. Antes de que nos entre el miedo al vacío experimental, el pianista saca de su portátil un fondo progresivo y se despereza los dedos con Fukushima #01. Viajamos por su repertorio hacia composiciones cada vez mas clásicas y jazzisticas: Tamago, con un impresionante desarrollo del chelo de Morelenbaum, Seven Samurai, para lucimiento de Kang, la joven violinista, niña prodigio que ha encontrado su sitio en el Ryuichi Sakamoto Trio despues de colaborar con la diva Lady Gaga y se defiende sin titubeos. Tango abre paso al lirismo y lo sigue Impresiones Intimas de Federico Mompou, un entrañable guiño de Sakamoto a la música clásica catalana. Tras un breve Solitude reconocemos las primeras notas de Merry Christmas Mr. Lawrence y rompemos en aplausos. El Palau se transforma en una gran caja de música, en la que es inevitable dejarse llevar al terreno de las emociones y entrar en el mundo de prodigios del compositor japonés. Las musas han cambiado el gesto. El auditorio se ha rendido. Happy ending y Death of a Samurai nos elevan como linternas tailandesas y cuando Self Portrait cierra el concierto tenemos la impresión de haber viajado muy lejos y ya no ser los mismos. El bis es Mizu No Naka No Bagatelle, un solo que sirve de broche al concierto mas poético del año y uno de los momentos mas espirituales de nuestra joven aventura festivalera. Un placer Mr. Sakamoto.

Merry Christmas a Mr. Lawrence y a todos vosotros,
donde quiera que estéis.

Dr. J


Para los que no queráis ver el concierto entero, os dejamos una pequeña postal-video:
 Merry Christmas Mr. Lawrence by Ryuichi Sakamoto Trio 1996


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