No hace mucho, en una de esas noches que empiezas a charlar y te pones a desvariar, llegábamos a la conclusión de que para hacer música con dos personas era más que suficiente. Y que, cuantos más músicos se suban a tocar, más indie es el grupo. Paranoias aparte, lo cierto es que, a veces, se mezcla tanta gente sobre un escenario que es difícil distinguir los sonidos o apreciar la calidad de los que están ahí arriba.
Por eso, cada vez es más complicado cruzarse con dúos que realmente enganchen. Por eso, encontrarse con The Black Keys es un placer. Dan y Patrick, Patrick & Dan, una guitarra solista y una batería, dos tipos de un pueblo de Ohio que han llegado a grabar en el sotano de uno de ellos en una ocho pistas. Y ese sonido sucio es otra de las cosas que enganchan, música sin artificios, sin efectos, sólo la composición y unas voces más oscuras que blancas que te transportan de una a otra de esas teclas negras del piano.

No hay efectos especiales, no hay sorpresas grandilocuentes. Toda una enseñanza en los tiempos que vivimos. Y es que, de vez en cuando, no está mal que alguien nos recuerde que la sencillez es la clave para arrancar una sonrisa, para conseguir un instante de felicidad, para enganchar con una canción. Menos es más, y estos dos tipos de Ohio lo han sabido entender a la primera.
J&B
Lonely Boy by The Black Keys
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