Era el primer viernes del Festival Les Déferlantes Sud de France. Desde el camping Le Texas hemos cogido un tren-bus que ha atravesado todo Argelès sur mer para conducirnos hasta las navettes que llevan al mítico castillo de Valmy. Hacemos el trayecto al mismo tiempo que una joven pareja que se aloja en el mismo lugar que nosotros. Estan atacados por la euforia. A pesar de su estética popera, no deben estar aquí por ver a Placebo, o al menos no solo, porque no dejan de tararear Tamacun de Rodrigo y Gabriela.


Al llegar al recinto, entre bastidores las caras reflejan una tensión que supera la mera adrenalina del primer día. No tardamos en descubrir la razón. Los Ninmo han anulado su concierto hace tan solo unas horas y ha hecho falta recomponer los horarios y, lo que es peor, Rodrigo y Gabriela han anulado todas sus citas con la prensa. Ella esta muy enferma y no es seguro que puedan dar su concierto. pero artista y organizadores han decidido esperar hasta el último momento porque Gabriela, todo coraje, se presta a salir a escena si le baja la fiebre. Pero no hay nada seguro. Tal vez tengan que anular. Catastrophe! Cruzamos los dedos y nos unimos al público que, ajeno a todo, esta disfrutando de la actuación de los jovencísimos Agua Roja. Vienen de París y tienen claro que van a aprovechar el hueco que les ha caído como por ensalmo en un escenario de envergadura. Despliegan una pop vintage sin grandes sobresaltos pero muy agradable. Brisa mediterrranea y el castillo de Valmy de fondo tras el escenario: la perfecta puesta en escena de una tarde que promete ser intensa.

Llega la hora de la verdad. En el gran Escenario del Mar aparece Rodrigo acompañado por un integrante de la organización. Nos tememos lo peor.  Rodrigo se disculpa en Español, en Inglés, en Francés con la ayuda del traductor. Nunca nos ha ocurrido algo así. Gabriela esta muy decepcionada por no poder estar con ustedes. Van a anular. Pero, si ustedes quieren, si ustedes hacen la parte de Gabriela, yo puedo intentar tocar unas canciones. Pues claro que queremos, Rodrigo! Ni un silbido. La decepción se torna en intriga por saber como va a sacar adelante un concierto un hombre con una guitarra. De aquí no se mueve nadie. Estamos todos deseando ayudar, como si el mexicano fuera el héroe de un buen western.



Rodrigo entra en trance y suena The Soundmaker. El guitarrista desciende dos pasos en la escalera hacia el público. Y el publico responde. Las notas se elevan, sentidas, y forman una pequeña bruja de aire que se va volando hacia donde esté Gabriela. El publico ha perdido la noción de sus propias dimensiones y se dispone como un corro gigantesco en torno al escenario como si fuera un fuego de campamento de lujo.

Los fotógrafos descargan sus salvas sin descanso ante un hombre solo que se defiende con su instrumento y la ayuda de una multitud.  Desde Orion a Tamacun pasando por Creep, el mástil de la guitarra de Rodrigo apunta al cielo de Déferlantes e invoca a los espiritus. No hay respiro. Hay que cubrir el flanco que ha dejado el publico en el compás porque se han quedado todos boquiabiertos. La música se desencadena. Una banda entera va saliendo por las cuerdas de la guitarra. Y entonces, de súbito, con un espasmo, todo se detiene. Una cigüeña solitaria sobrevuela el escenario.Gracias Rodrigo, Gabriela reponte pronto. Los veremos al año próximo.

Dr. J






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