La revelación de los Kasabian nos había salvado la noche y pensábamos que ya nos podíamos volver contentos para el hostel. El de los Suede era un papelón difícil de cumplir: pasando entre dos grupos de la nueva camada britpopera, más recientes que los legendarios Blondie pero más desapercibidos en su época a causa de los mitos que los habían rodeado en el panorama musical de aquellos dias y sustituyendo como cabeza de cartel a una supuesta diva del NeoSoul que se mueve en coordenadas musicales tan alejadas de ellos como lo puede estar Alaska de Madagascar. Tal vez el momento de Suede esté aun por llegar, tal vez está empezando ahora. El contraste con los grupos actuales hace que resalten más sus cualidades que sus arrugas y el tiempo los ha dotado de un aura de poperos malditos que intriga a grandes y pequeños. Sobre el escenario, Anderson explota una puesta en escena sencilla sin ninguna distracción sobre lo que es importante: su música, su grupo con el que cuenta con los ojos cerrados, sus movimientos felinos heredados del mejor Bowie y el contacto con un público que se agita en un océano de sensaciones, de emociones, de recuerdos. Animal Nitrate resumió todo ello en unos minutos mágicos durante los que la comunión fue perfecta.  
Tras ellos, Manitou se acordaba de su cita con los ingleses y de un manguerazo puso el barro justo pero imprescindible para presenciar un concierto de unos gamberros muy simpáticos: los Kaiser Chiefs. Sólo con echar un ojo al escenario se presentía que aquellos iban a ser los más ingleses de los ingleses: estética pop de libro, una batería brillante nuevecita y un logo gigante con una frase con gancho: el futuro es medieval. Ricky Wilson y los suyos son de esa gente que cae bien desde la salida y para nosotros fue sin duda el grupo mas festivalero del BBK live 2011. Porque en el fondo a un festival se va a desfasar, a saltar, a reírse de todo y caerse de espaldas con música de fondo. Y todo ello se cumple con estos chicos de Leeds que nos hicieron viajar al futuro más medieval con letras que ya pertenecen al pasado más contemporáneo como Never miss a Beat, Ruby o I predict a Riot, en un extraño ambiente híbrido entre un Sestao-Eibar y un concierto de The Clash.

Dr. J














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