Annabelle Rodriguez y las Chicas de 3° de Español
Cuando llegamos a Portet-sur-Garonne una serie de indicadores nos conducen, como si se tratara de un juego de pistas, hasta los pórticos del mercado. La  Halle de la pequeña población se ha transformado en una sala de conciertos abierta. El público ya se ha instalado para ver las actuaciones de la tarde. No queda ni una sola butaca libre y la gente que se ha quedado de pie se arrima a las columnas para conseguir un ángulo de visión sobre el escenario. Los presentes son en su mayoría habitantes de Portet y de los pueblos de alrededor. Es un festival familiar. Los niños juegan a pie de escenario y un perro cruza la sala atemorizado por tanto bullicio. Los mayores charlan animados, contentos de tener un año mas esa fiesta de lujo en su localidad. Los primeros en inaugurar la escena son Annabelle Rodriguez y sus músicos. El grupo es una amalgama entre Francia y España a la que se añade el exótico toque de un guitarrista polaco. Incluso cuando canta en francés, Annabelle suena a cantante española. Su voz es es cómplice de la mandole, del charango, de la guitarra, de la mandolina; es una voz madura que tiene muchas historias que contar.  
Pajarillo Verde, Caballo Viejo, Chemin long, La Taverne d'Ali Baba. El repertorio lo conforman canciones españolas y sudamericanas que han rescatado de la tradición y temas en francés compuestos por la propia Annabelle , inspirados en la melancolía de los viajes por España, la familia, la muerte. Si en español nos transporta a las fiestas de cualquier pueblo de la península y nos hace viajar a lo mas profundo de los Llanos venezolanos y de la cordillera andina, en francés nos envuelve con la inefable melancolía de su fado pirenaico.El público recibe con entusiasmo la música española y cuando Anabelle se arranca por Francisco Alegre, es como si hubiera salido el sol en el Mercado de Portet. Al final del concierto, aplaudimos a rabiar, encantados de haber recibido en La Halle a este anticiclón franco-español. Superpuestos a la identidad francesa, los orígenes españoles, las historias del exilio, la inspiración en artistas sudamericanos como su admirada Mercedes Sosa, hacen de Anabelle y su compañía un verdadero puente entre culturas: uno de esos ejemplos que rompen los falsos mitos de desconfianza entre los dos lados de los Pirineos.


 Dr.J



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