Llega el sábado por la noche y damos gracias por tener tan clara la decisión de ir a ver a Goran Bregovic en el escenario World Music.

Está claro que los mejores conciertos resultan ser aquellos que se construyen entre artista y público en armonía. Lo uno sin lo otro rara vez desemboca en algo reseñable. En cuanto Goran Bregovic sale al escenario (¿o siempre estuvo allí "el hombre sentado"?) con su banda de zíngaros, la fiesta comienza. La expectación que se palpaba en el ambiente crece con los primeros sonidos. Mucha gente parece reconocer las canciones al primer golpe de trompeta o de violín, muchos corean los estribillos escritos, según el propio Goran, "en el idioma de los gitanos, el único común en los antiguos territorios de Yugoslavia" , la  música balkánica invade el ambiente y los inicios tranquilos de canciones como Mesecina, In the death car o los interludios instrumentales, no hacen sino dejar al público en vilo, expectante, enganchado, ondeando banderas de todos los lugares del mundo y esperando a la próxima explosión de los trombones, tubas, violines, trompetas, acordeón, saxos...para entregarse por completo a lo que sea que el señor Bregovic nos tiene preparado para continuar.


Fiestón con Goran Bregovic
Él lo controla todo desde el escenario sentado en una  silla con su guitarra azul en mano, los pocos pedales  de efectos sobre una mesita, un tambor cerca por si  acaso y preparado para, en cualquier momento,  extender los brazos, bailar con los hombros e  impregnar el recinto del World Music  Stage con una  magia que nos empapa hasta los huesos a las miles de  personas allí congregadas. Yo miraba a la gente y,  canción tras canción, solo veía caras de felicidad.  Momento para que suene Kalashnikooov...boom,  boom, boom...kutz, kutz ehy ja!, bailes  desenfrenados, sonrisas cómplices, la gente en éxtasis.  Los que se saben las canciones, cantan. Los que no, también cantamos. Porque la magia gitana hace que salgan de nuestra boca letras y estribillos que nunca supimos pronunciar y que nunca recordaremos del todo pero que allí, allí entendemos perfectamente. La comunión y el hermanamiento entre los presentes no tiene límites. De repente, Goran desaparece del escenario para tomarse un respiro. La banda sigue tocando. La gente no para de bailar. A su vuelta se sienta y nos espeta: If you don't go crazy you are not normaaaaaaal!!! Gas, Gas, Gas....nos volvemos locos.

Y en ese clima de euforia colectiva, con el tiempo detenido en un concierto que no quieres que se acabe nunca, Goran decide que es el momento de arrancarse con el Bella Ciao. Y entonces, el estado de ánimo que parecía en su punto cumbre comienza a subir y a subir más y se ven a un montón de festivaleros volando por encima de Obuda, felices, como si nada pasara...  

Sin duda uno de los conciertos de este nuestro Sziget y que pasa a formar parte, desde aquella noche de sábado mágica por tantas cosas, de la lista de los mejores  de un festivalero rendido a un yugoslavo llamado Goran Bregovic.

kboy

Sziget 2011: Bella Ciao por Goran Bregovic Wedding and Funeral Band

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