La ya más que consagrada sala de conciertos madrileña, Gruta 77, celebraba el pasado mes de Septiembre su XII aniversario con una buena serie de conciertos que se distribuyeron a lo largo del mes. De entre todos ellos, decidimos escoger el de Nashville Pussy, teloneados por un también atrayente Bob Wayne. Así que una vez más, pusimos rumbo hacia la capital, acompañados por una constante lluvia y rodeados por la niebla otoñal.

Bob Wayne
Ese mismo fin de semana, se celebraban en Madrid varios grandes eventos, como el En Vivo y el curioso Youfest. Así que pensábamos que entre la lluvia, un festival en el que tocaba Bad Religion y demás, íbamos a poder campar a nuestras anchas por el Gruta… pero nos equivocamos. Nada más llegar a recoger nuestras entradas, ya nos advirtieron de que estaba todo vendido desde el día anterior. De hecho, una de las entradas que nosotros teníamos reservadas y que no retiramos, fue inmediatamente vendida, justo en el tiempo en que pagábamos las que sí recogimos.

Así que con la previsión de que se nos venía encima una noche de rocanrol de las no olvidar, nos fuimos tranquilamente a cenar. Y es que en el Gruta, los conciertos se hacen de rogar. Por eso, cuando llegamos nos dio tiempo de tomar un par de litros mientras buscábamos sitio y veíamos a Bob Wayne y su banda charlando amigablemente entre el público.

De repente, los de Alabama desaparecieron para subirse al escenario y llevar a nuestros oídos un repertorio basado en su último disco, 'Till the wheels fall off', donde no faltaron Fuck the law, Liza, All my friends o Spread my ashes on the highway, en mi opinión uno de los puntos culminantes de su concierto.

Nashville Pussy
Así, entre country con toques macarras, un batería sacado de Swamp people y cervezas se nos pasó sin darnos cuenta cerca de una hora. Nashville Pussy ya estaban casi encima del escenario. Blaine y los suyos empezaron con las ganas de siempre y algún que otro problemilla de sonido que solucionaron sin más. Poco a poco, fueron envolviendo el Gruta con esa energía que destilan sus canciones, con esa voz rasgada que puede llegar a ser melódica y emocionante en temas como Go to hell, y con una Ruyter Suys sensual y electrizante que es pura dinamita encima de las tablas. Y así fueron cayendo temas como High as hell, Let´s ride, o Rock and roll outlaw que fueron coreados y bailados por buena parte de los presentes mientras Ruyter se metía al público en el bolsillo con sus gestos provocadores, su actitud cínica y por supuesto con su forma de desgarrar una guitarra que acabó dejando sin cuerdas en la última canción de lo que fue un concierto apoteósico.

De nuevo, una gran noche de rock en el Gruta. Felicidades para ellos y... ¡¡larga vida para este tipo de garitos, aunque estén en Madrid!!

FROM HELL

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