Qué tendrá el banjo, la mandolina o el acordeón que tan bien le sientan a algunos grupos y canciones? Después de la resaca de St. Patrick's Day he encontrado en los Mumford & Sons la respuesta. Simplemente hay que dejarse llevar por ese sonido diferente, por un ritmo mucho más rápido, por unas voces que te dicen las cosas al ritmo endiablado que quiere ese banjo que no deja de sonar y sonar.

La historia de los Mumford parece escrita por esos creadores de best-sellers que convierten en oro todo lo que tocan. Mejor dicho, no parece escrita para ellos, la escriben ellos. Convencidos de lo que hacen, creyendo por encima de cualquier duda en el folk británico como medio de expresión. Así se han convertido en lo que son ahora, una banda que arrasa allá por donde va. Así, estos cuatro londinenses han pasado de tocar en salas pequeñas a llenar estadios y pabellones. Así va a suceder en Madrid donde van a llenar Vistalegre después de que La Riviera se le quedara pequeña.

Así sucedió este verano en el BBK cuando fueron una de las sorpresas. Subidos a la inmensidad del escenario principal, mientras el sol se ponía más allá del Monte Kobeta. Salieron a comerse Bilbao y lo consiguieron. Estos Festivaleros sabían lo que podía pasar, los que sabían algo de música ya nos habían avisado, "no os perdáis a los Mumford", por eso no nos sorprendieron ellos ni las carreras de la gente una vez empezado el concierto para ir a escuchar a estos cuatro chavales a los que se les estaba quedando pequeño el escenario.

Meses después, vuelven con el reconocimiento mundial bajo el brazo, después de haber tocado para el mismísimo Obama en, como han dicho ellos, una de las experiencias más extrañas de sus vidas. Vuelven dispuestos a volver a subirse al escenario para comerse a un público que seguirá moviéndose al ritmo de ese banjo endiablado que no para de sonar.

J&B

Little Lion Man by Mumford&Sons live at Glastonbury 2011
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