DDM2014, Subterfuge

No se prodigan los Festivales por Madrid, por eso, los pocos que tenemos deberíamos cuidarlos. Porque la gente de aquí necesita festis, música al fin y al cabo, porque el Matadero es uno de esos lugares aprovechables por y para la música y porque hay gente como Subterfuge que sigue luchando por hacer llegar la música a todo el mundo. Fechas como el Día de la Música en espacios como el Matadero deberían ser más habituales en una ciudad que lucha en sus sótanos por seguir haciendo ruido.

Con este espíritu y ese sol de junio que nos encanta, avistamos el depósito de agua del Matadero como faro para entrar en la máquina del tiempo 25 años atrás. Cruzada la línea espacio-temporal nos encontramos con los inconfundibles pantalones pitillo y algo pesqueros, las camisas a cada cual más llamativa, las camisetas de colores fuertes, los vestidos chillones, los labios rojos, las pieles blancas, las gafas de pasta enormes, las barbas y los flequillos haciendo malabares imposibles gracias al exceso de laca y espuma. Vamos, lo que ahora ya no dan en llamar modernos, sino hipsters  y que en 1989, cuando apareció el número 0 de aquel fanzine llamado Subterfuge (que yo llegué a leer), miraban como unos adelantados a su tiempo.

Con esa sensación de volver al pasado empezaron a pasar grupos sobre el único escenario de esta The Big StereoParty. Actuaciones cortas, apenas llegaban a la media hora, lo justo para no aburrirte si no te mola y para disfrutar del subidón si te las sabes o para descubrir algún matiz que no tenías controlado. A ese ritmo pasaron los primeros grupos: Reactivos, Cola Jet Set, Purr o McEnroe y su inconfundible voz interior (o para dentro).

La postal no podía ser más festivalera. El sol se iba poniendo acentuando el rojo del ladrillo de las Naves del Matadero y sobre el escenario Neuman  iban calentando a la gente que poco a poco se iba acercando al escenario. Anni B Sweet demostró después que tiene voz y presencia y un ritmo que mece al sol a unas horas en que quizá la gente pedía algo más de brío.

Un puntito más de ese brío le pusieron Marlango. Leonor y compañía pasaron por encima de los problemas de sonido y nos regalaron un divertimento que se metió a la gente en el bolsillo. Sonriendo todo el rato y disfrutando sobre el escenario, con mucha complicidad entre ellos y con la gente demostraron que su potencial sigue siendo muy grande. Eso sí, después de haberlos visto en otras plazas, nos quedamos con la sensación de que no les hace justicia el escenario grande. Marlango, mejor en las distancias cortas.


Cosa que no ocurre con Ellos. Unos de los grandes triunfadores de este primer día del Día de la Música y responsables de los primeros bailes de la tarde. Sus vídeos vintage en las pantallas, sus cacharritos electrónicos, la imagen blanco-nuclear y el sonido electro-pop de fin de siglo inconfundible llegaron al escenario. La N de las tan de moda New Balance se fundieron con la N de las camisetas del NewTeam japonés mientras cantaban su himno 'Campeón' y podemos decir que con Ellos por primera vez el espíritu de los noventa aterrizó sobre el Matadero, ese espíritu que nos hacía saber que éramos diferentes, mientras Julio Ruiz no perdía detalle entre bambalinas. Se hizo corto el concierto y nos quedamos con ganas de más.






El espíritu noventero decidió quedarse para ponerse romanticón y algo tontorrón con los Sexy Sadie. Si Ellos  podrían representar el recuerdo pop más gamberro de los noventa tardíos, Sexy Sadie hicieron el viaje al revés adentrándose en sus primeros discos poco a poco, regalándonos el sonido de guitarras sucias con el que nos hicimos mayores.

Mientras la mayoría aprovechaba el ronroneo lejano de los Sadie para cenar, una mesa de mezclas apareció sobre el escenario junto a una caja de discos con portada de Iron Maiden, que nunca se abrió. Tras ellas, dos grandes del cambio musical y vital madrileño, Alaska y Nacho Canut. Esperábamos que aquello reventara y la verdad es que el DJ Set nos dejó más bien fríos. Sonó el 'No se qué me das', sonó McNamara y píldoras electrónicas muy bien elegidas por Nacho pero las mezclas, el escaso ritmo, su poco movimiento sobre el escenario y hasta algún que otro fallo a la hora de bajar el fader que no era provocaron que la gente se enfriara un poco. Nada de gloria en la sesión, lo cual fue una pena.


Menos mal que entonces el diablo vino, rondando la medianoche, a por todos los que allí celebrábamos la Noche de la Música. Julio Ruiz presentaba a una de sus debilidades más confesadas y para nosotros Dover  era uno de esos conciertos que teníamos muchas ganas de ver. Hacía mucho, mucho que no los veía en directo y fue tal y como lo esperaba. Ruido, caos, las dos guitarras sonando enfurecidas por encima de las voces y la gente bailando enloquecida canción tras canción. Dijo Julio en la presentación que eran 'el único grupo punk que sonaba en una radio comercial' y no le faltaba razón al maestro. Dover son esa isla en medio del mar de estilos que entran dentro de los cánones de Disco Grande o de Subterfuge. Pero ambos tuvieron la amplitud de orejas para saber lo que era bueno y lo hicieron despegar. Algún día sabremos agradecérselo a ambos como se merece.

En el haber de las hermanas Llanos, que el público por fin se desmelenó, y parecía que llevaba toda la tarde esperándolo. El crescendo de guitarras llegó a su culmen cuando sonó 'Serenade' y el matadero lo entonó y se vino arriba. Qué tendrán esas canciones como la propia 'Serenade', 'Loli Jackson' o 'Devil Came to Me' que, con su simplicidad, están tan dentro de la conciencia colectiva y son tan celebradas tantos años después. Bendito ruido!

Con el Diablo bailando entre nosotros la máquina del tiempo nos llevó hasta las llanuras del medio-oeste americano. Y allí nos encontramos a un grupo de cuatreros, armados con sus guitarras, sus trompetas y esas melenas inconfundibles. Corizonas nos volvieron a decir que el halcón duerme esta noche. Pero, ¿quién quiere dormir cuando te encuentras de frente con la música de verdad? Música con mayúsculas y una conjunción perfecta de estas dos bandas (Los Coronas y Arizona Baby) y un sólo destino, el suyo, el nuestro. Una buena mezcla, sin duda.

De Dover a Corizonas y de Corizonas a Cycle. La mezcla de estilos no puede ser más variada. Es el reflejo de lo que fue, es y será un sello como Subterfuge. Tecno-pop, pop-electrónico y performance sobre el escenario. Toques de Depeche, aires castizos, una gata sobre el escenario y... 'Confussion'...

Mientras las piedras marrones dan rienda suelta a los ritmos corporales inventados más inverosímiles, Ramiroquay presenta al 'mejor productor de este país', el gran (en todos los sentidos) Carlos Jean, que ponía la guinda a eso de las dos de la mañana. Con un set potente y con mucha "zapatilla" enganchó y arrancó los últimos bailes de la gente que todavía en buen número seguían en El Matadero recordando que 25 años no son nada y que aquella música por la que apostaban y apuestan unos intrépidos en Subterfuge está totalmente de actualidad.

Y si no, esperad a leer lo que pasó el Sábado en el Día de la Música. Continuará...

J&B y kboy




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