Dakidaría en la Caracol de Madrid

Lume, fuego y calor, era lo que esperábamos de Dakidarría a su paso por la capital, y la verdad, que cumplieron... y con creces.

Podemos decir que salimos del bolo literalmente encendidos y con la sensación que las ascuas que todavía quedaban cuando terminaron su actuación daban para tres barbacoas más.

Con la sala todavía muy pobre en cuanto a público, la mecha la encendieron Oktopussy. Tenían la difícil papeleta de comenzar con poco ambiente, pero a pesar de eso salieron enchufados y comenzaron a descargar su ska tan bailable y alegre. Poco a poco la sala iba tomando color y la llama comenzaba a crecer. Los madrileños a pesar del poco tiempo que llevan, mostraron desparpajo y se atrevieron a versionear al NSA (palabras mayores).

Con el warm up terminado, le tocaba el turno a los gallegos. Aterrizaban en la Caracol de Madrid con dos fechas de su Filosofía Incendiaria ya a sus espaldas. Con la sala más del 80% llena, comenzaron el show dispuestos desprender ese flow que los hace diferentes.

La sensación que tuve en todo momento del bolo es que esta gente evoluciona. Cada actuación de ellos es seguridad, crecimiento y sobre todo naturalidad y versatilidad. De ahí el dinamismo de la banda, con constantes cambios en la formación a lo largo del show. Si la canción requiere refuerzo de vientos, los vientos avivan la llama, que el tempo requiere algo más pausado, nos damos una vuelta por África y hacemos reggae, y si a todo esto, le sumas ese buen rollo que desprenden, pues ya tienes la combinación perfecta.

Por poner un pero a la actuación, quizás me hubiera gustado poder ver un escenario un poco menos “oscuro”, y un poco más “vivo” en cuanto a luminosidad. Limitaciones de la sala supongo, ya que nos es la primera vez que tengo esa sensación en la Caracol.

Con la sala en ebullición, y tras haber disfrutado del tradicional popurrí dakidarreño (capaces de mezclar a Carrero Blanco con himnos reivindicativos tipo Sarri, Bella Ciao o Monkey Man), y entre acordes de “Mierda de ciudad”, Anxo (saxo) decidió bajarse con el respetable, para poner el anzuelo perfecto para terminar la detonación, que arrasaría con todo lo que se pusiese por delante. Una botella de licor café al aire, fue el inicio perfecto para que Anxo fuese devorado por el pogo y la sala se viniese a bajo de manera definitiva.

Gran fiesta de estos locos gallegos, que se encuentran en plena forma para afrontar todo lo que les queda por delante este 2019.

A seguir así, pirómanos!

Dakidaría en la Caracol de Madrid
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