Se presentaban en la sala Repvblicca de Valencia con ganas de dar un concierto a la vieja usanza, con electricidad y saltos, y poder dejar atrás esa etapa tan oscura para ellos y para casi todos. Para acompañarlos, se rodearon de dos bandas con las que a pesar de hacer géneros diferentes, empastaron bien.
Los franceses Burning Heads fueron los encargados de dar el pistoletazo de salida. A pesar de contar con una sala fría tanto por las temperaturas como por la falta de gente a su hora temprana, pareció importarles poco, o al menos lo consiguieron disimular. La energía tanto de su vocalista como del bajista que no paraba de saltar era más que suficiente para disfrutar del concierto y de sus ritmos machacones. Se nota que llevan años en esto, porque la tarea que tenían delante no era fácil y aun así consiguieron calentar el ambiente y hacer disfrutable el concierto privado. Nos los apuntamos para otra ocasión, en las que quizás las circunstancias sean más propicias.
Los siguientes en la lista eran Misconduct. Expectación había por ver a los suecos, y la sala ya presentaba una mejor entrada. Tenían muy claro lo que tenían que hacer, y lo hicieron. Con un slot de apenas media hora, fue suficiente para poner a corear sus pegadizos temas a todo el mundo. Me gustaría resaltar lo bien que sonaron desde la primera canción hasta la última. Sonaron todos sus grandes temas e incluso se quedó en el tintero alguno, pero con tan poco tiempo, poco se puede hacer. Esta semana estarán también girando por Madrid y Valladolid, así que si podéis, pasad a verlos, porque escuchareis una gran banda, con todas las letras.
Después de coger un poco de aliento, tras el vendaval sueco, llegaba la hora de Talco. La gente que va a un concierto de Talco ya sabe a lo que va, diversión, coros, velocidad y movimiento garantizado. Con una intro un poco fría, el tapón se descorchó y el batiburrillo comenzó. Con ellos siempre tengo la misma sensación de alboroto y de espontaneidad. En ciertos momentos del show ambas pueden venir bien y ser necesarias, pero quizás esta virtud se puede convertir en un defecto si se prolonga demasiado en el tiempo.
Durante su actuación sonaron temas de su reciente Video Game, que funcionan muy bien en un directo en el que apuestan por un setlist enérgico y rápido. Resaltar sus casi dos horas sin parar sobre el escenario, algo que se echa en falta en estos tiempos en los que vivimos de conciertos más bien exprés. Durante todo el concierto se les vio muy cómodos en el escenario y con mucha empatía con el público. De hecho finalizaron el show y no dudaron en quedarse algunos minutos agradeciendo a la sala el buen rato que habían pasado y prometiendo que volverían lo antes posible.
Una noche que comenzó fría y terminó muy caliente, por lo que hay que agradecer a las tres bandas la calefacción de generación espontánea que nos ofrecieron en el frío invierno y la fría sala.
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