Es el último día de Junio, pero se agradece la chaqueta y hasta se echa en falta el abrigo. Pese a que es Jueves, la ciudad respira tranquilidad, sólo rota muy de vez en cuando por algún intrépido ciclista que desafía la oscuridad con una pequeña luz y una velocidad endiablada, como si tuviera miedo de que sonara la campana de la Torre Belfort y el cuento de hadas lo devolviera a la realidad…

El olor a patatas fritas recorre la plaza y mientras caminas, empiezas a escuchar, con más nitidez, una guitarra. Una voz rasgada se deja escuchar por las calles desiertas del centro de la ciudad. No hay más sonidos, tan sólo un coro que la acompaña cuando llegan las estrofas más conocidas…
La voz se hace cada vez más nítida. Procede de un sotano, un lugar extraño, colocado entre un restaurante italiano y un chino. Una cueva en la que flota el humo pese a que en Bélgica no se puede fumar dentro de los locales. Al fondo se divisan un bajo y una guitarra, en acústico, con dos amplis. No hay nada más, no necesitan nada más. Sólo la voz femenina rasgando canción tras canción. Versiones de los grandes éxitos de ayer y hoy. Apenas habrá una treintena de espectadores, la mayoría, amigos o familia que al terminar cada canción corean “One more, one more…”

Después de dos horas, la música se apaga, el humo desaparece y la magia se marcha en la funda de esa guitarra. Quizá, el jueves que viene, vuelva a aparecer…

 J&B

Pd. Todos los que se acerquen a la localidad belga de Brujas, encontrarán música en directo en Druid’s Cellar, un pequeño local celta en la St-Amandstraat, una de las calles que nace en la Plaza del Mercado.
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