Noche de viernes. No nos hace falta mirar la agenda del
Afterwork toulousano para saber lo que hay que ver: desde hace una semana todo es
Jazz sur son 31. Esta noche nos vestimos de gala para entrar en la
Halle Aux Grains, un edificio situado en el centro de de la ciudad, construido en el siglo XIX como mercado de cereales y transformado en palacio de deportes y en auditorio a lo largo del siglo XX. Desde los años 70 es la sede de la
Orquesta Nacional del Capitole de Toulouse y la mayor parte de la programación esta dedicada a la música clásica y al ballet. Sin embargo, hoy la sala se disfraza de Music Hall para recibir a dos talentos vocales del jazz actual.
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Nikki Yanofski, sorprendió en Jazz sur son 31 |
Nikki Yanofski, canadiense, 17 años. Desde los 12 años es la niña prodigio del Festival de Montreal (atención al
Over the Rainbow que se marcaba ya en 2006 acompañada por el mítico
Oliver Jones). Fue la encargada de interpretar el himno nacional canadiense en la ceremonia de los juegos olímpicos de invierno de Vancouver 2010 y, aunque ha explorado el pop, parece llamada a ser una de las vocalistas de jazz mas importantes de nuestro siglo. Nikki arranca el concierto con una voz que se desborda y que tiembla a penas en algunas notas, tal vez porque la potencia la sorprende tanto como a los asombrados espectadores. Tras el primer tema se presenta: es una de las primeras veces que canta en Francia y, aunque viene de Quebec, pertenece a la comunidad de habla inglesa. Con su fuerte acento de matices anglófonos y sus modales de niña tímida se mete al público en el bolsillo. Entonces la vemos crecer, cada vez más segura de sí misma hasta explotar en un homenaje a Aretha Franklin y una versión de
Old Macdonald que lleva interpretando durante años y que ha convertirdo en una genial exhibición de virtuosismo. Así desfilan varios clásicos del Jazz, los mismos que encontramos en su disco
Nikki, y nos sorprende en francés con un impresionante
Bienvenue dans ma Vie, hasta llegar a
Cool my Heels, propia y genial marca de la casa. El público aplaude con ganas y reclama la vuelta a escena de este pequeño demonio canadiense que casi nos ha hecho olvidar que veníamos a ver a una consagrada diva escandinava.
Lisa Ekdahl es la otra cara de la moneda. Voz tranquila, sensible, de timbre agudo y suave, bien templado a lo largo de años y años de exploración entre el Pop, el Jazz y la Bossa Nova. Su primer éxito fue en 1994 con
Lisa Ekdahl, su primer álbum, que sorprendió y arrasó en escandinavia.
When did You Leave Heaven (1995) fue su primer intento en inglés y, a pesar de que rebosaba calidad por los cuatro costados, se estrelló con los prejuicios de los críticos estadounidenses que encontraron que la voz de la sueca era demasiado aguda para el jazz... Por suerte el talento no entiende de críticas y la artista perseveró en sus intentos. El gran salto a la escena internacional llegaría en 2009 con el disco
Give me that Slow Knowing Smile, registrado después de una larga estancia en Nueva York, y con el que conquistó el Olympia parisino en una noche de apoteosis musical que la elevaría a la categoría de diva entre la prensa y los aficionados franceses.
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Lisa Ekdahl, la voz suave del jazz escandinavo |
Lisa se mueve en el escenario como una aparición. Mientras canta parece ocuparse de que sus músicos y todos y cada uno de los espectadores de la Halle Aux Grains se sientan dichosos. Su repertorio para esta noche se compone básicamente de sus últimos éxitos. Nos pone los pelos de punta con las inolvidables versiones de
I'll Get a Kick Out of You y
Nature Boy, juega con la bossa nova en un divertido
Love for Sale y hace temblar al auditorio entero con la emoción de un intachable
Beautiful Boy. La buena opinión es casi unánime: unos pocos se marchan antes de que acabe el concierto.
Pff... Ils n'ont rien compris, murmura mi vecino de butaca. Estamos de acuerdo. Como los críticos americanos, los que se marchan no han entendido nada. Peor para ellos. Se han perdido un
Cry Me a River que hubiera puesto en pie a la mismísima
Dinah Washington. Al final del concierto, cuando ya no nos quedan más aplausos, no podemos reprimir un profundo suspiro: ha pasado un ángel por la Halle Aux Grains.
Dr.J
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