10 de Febrero. Viernes. Aeropuerto de Toulouse-Blagnac. Cuatro festivaleros llegan desde Madrid con cuatro equipajes y muchas ganas de música. Por el camino repasamos juntos la misión. Lugar: la sala Le Bikini. Festival: Detours de Chant. Condiciones climáticas: Ola Glacial de Siberia. Grupos: Chouf y Têtes Raides. "Y qué es lo que vamos a ver, dices?" Suspiro del Dr. J: "... pero si hablamos de ellos en el blog!!" Chouf es un grupo de chanson con letras bastante críticas, pero son los teloneros y no llegaremos a verlos. Y Têtes Raides son una de las bandas más contestatarias del país que expresa sus ideas demoledoras a través del teatro, el circo y la música.


En el interior del Bikini nos están esperando más Festivaleros! Una alegre anarquía reina entre un público de personajes variados que brillan con los destellos opacos del aura bohemia. El compañero k  descubre Le Bikini y asiente con aprobación. La salida de Têtes Raides, nos pilla a medio pedir cervezas y es tan explosiva que nos contagia de energía. Mientras algunos de los nuestros redoblan los esfuerzos por llegar a la barra, suena una frenética L'identité con la que me encaramo a las escaleras para intentar sacar una foto. Es difícil atrapar con el objetivo el espíritu claroscuro en torno al que se mueve este grupo imparable: armado de un micrófono en el que cabe de todo, Christian Olivier, el cantante, evoluciona con el aire de un mimo sonoro, de un arlequín negro de sátira implacable. La guitarra y el bajo suenan a amistad, la percusión a certeza y el viento a libertad. Los estilos van pasando,de la chanson satírica hasta el ska, y la poesía llega con Gerard, que cuenta la relación entre un coche y su mecánico, y sigue con la ironía de Les artistes. Ya estamos conectados.


"Pueblo francés, lo has visto todo. Sí, todo, con tus propios ojos. Has visto correr nuestra sangre, has visto a la policía aporrear a los manifestantes y tirarlos al Sena, el Sena enrojecido, que no ha parado, los días siguientes, de vomitar, de vomitar a la cara del pueblo de la comuna los cuerpos martirizados que recordaban a los parisinos su propia revolución, su propia resistencia. Pueblo francés, has visto todo, sí, todo con tus propios ojos. Y ahora... vas a hablar?! Y ahora... te vas a callar?!" La sala estalla en un No! unánime y, enardecidos por el espíritu revolucionario, volvemos a escuchar los versos de Dans La Gueule Du Loup, ahora con música, y tenemos ganas de salir bailando y recorrer este mundo de crisis, de miserias, de injusticias, de censuras, gritando "Pueblo francés... te vas a callar?" para que nos respondan No! por las ventanas.


Y bailando llega Ginette, la que siempre lleva una copa de más y baila un vals eterno en un decadente bar del puerto. Estamos inmersos en ese bar por la simple magia de una lampara colgante que oscila como único punto de luz, dibujando las sombras de los músicos y girando sin norte, impulsada hacia el techo por la mano de Olivier. Después, nos regalaron Pas du Gateau uno de los clásicos del fallecido Mano Solo, un cantante oscuro, melancólico y brutalmente sincero que sucumbió al SIDA en 2010, dejando huérfanos a una legión de seguidores. El concierto acaba con el himno Saint Vincent, que juega con las palabras de whisky y de vodka. Pese al silencio, el hechizo se queda flotando en la sala y nos lo llevamos puesto, Festivaleros! silbando un vals mussette, hacia Toulouse por el canal de Midi.

Dr.J

Dans la Gueule du Loup de Têtes Raides



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