El domingo pasado cerramos nuestra primera experiencia como Festivaleros! en el Festival Internacional de Benicassim. La edición de este año ha estado tocada por el fantasma de la anulación y los augurios y amenazas de desaparición. Al final, la fidelidad de los fibers europeos, en su mayor parte británicos e irlandeses, y los esfuerzos de última hora para encontrar financiación hicieron posible que el FIB 2013 se hiciera realidad.
Con estos antecedentes, nuestra primera impresión tras unas horas en el festival fue de extrañeza: un recinto perfecto, un cartel variado e interesante, un ambiente peculiar y genuino, eso que nos gusta llamar "el alma del festival", que se hace sentir desde que uno llega y te conquista. Con todos esos ingredientes, ¿cómo es posible que esto haya estado a punto de no suceder? La crisis, la baja del público español, el cambio de filosofía o de imagen del festival en los últimos años, la multa a la cultura impuesta por los gobernantes... cada festivalero podría aportar una especulación al respecto y seguramente ninguno acertaría ni se equivocaría del todo. Lo cierto es que, por nuestra parte, después de una buena colección de festivales que llevamos en la mochila, el FIB nos ha convencido de largo y nos alegramos mucho de que hayan salvado el año de resistencia y estén trabajando para la edición de 2014.
En los próximos días os narraremos con detalle nuestras vivencias en el Festival de Benicassim, pero, entre tanto, nos permitimos, desde la humildad y el afán de critica constructiva, repasar las cosas que nos gustarían que cambiaran y aquellas que querríamos volver a encontrar al año que viene.
Para empezar nos quedamos con el nivel de la programación. Aunque algunas voces se quejaban de la repetición de algunos artistas con respecto a otros años, para nosotros el cartel ha sido bastante variado dentro del rango de estilos en los que se centra el festival y, sobre todo, infinitamente más equilibrado que el de la edición anterior. En cambio, nos encantaría que al año que viene los horarios sean repartidos de forma gratuita y no al precio de 7 euros, aunque sea en un formato simplificado. Ignoramos si otros años los programas también han sido de pago y lo hemos querido interpretar como un detalle más de la situación critica del festival, pero nos parece que, con un precio de abono de hasta 160 euros, debería estar incluida una pequeña versión de los horarios para todo festivalero.
En cuanto a las infraestructuras, la distancia entre escenarios resulta a veces corta para evitar las interferencias, pero es de agradecer poder pasar de uno a otro sin tener que hacer mucho recorrido. La disposición y densidad de los baños, con respecto a la afluencia de este año, ha sido correcta. Los contenedores y papeleras estaban presentes pero la mayor parte de fibers no los han utilizado. Sabemos que la gestión de desechos es el gran problema de todo festival pero existen soluciones. Añadimos a las propuestas para el FIB 2014 (y ya de paso para el BBK, Cruilla y tantos otros) el sistema de vasos reutilizables que han implantado algunos eventos con un resultado espectacular (ver, por ejemplo, Les Déferlantes d'Argèles sur mer). El camping es otra cuestión. Ya antes de llegar, las opiniones de los fibers veteranos nos disuadieron de acampar en el recinto. Al preguntar por la experiencia a algunos de los que sí lo hicieron, nos hablaron de dos problemas fundamentales: la basura y, sobre todo, el calor, duro para todos pero insoportable para los que no habían llegado a los toldos. Según las mismas fuentes, las duchas no son brillantes pero son utilizables y el ruido no forma parte de los problemas más incómodos.
En el lado gastronómico, el FIB es uno de los festivales en los que mejor y más variado se puede comer. Desde la parrilla argentina hasta la comida hindú, están presentes casi todas las variedades del fast food con una calidad bastante correcta. Sin embargo, nos gustaría sugerir que, para el FIB 2014, el festival controle la actividad de sus restauradores e, incluso, que los incluya en el sistema de pago indirecto con tickets o cualquier otro mecanismo. Estamos de acuerdo con la denuncia hecha por los organizadores sobre los abusos de precios cometidos por los hosteleros y taxistas de los alrededores en las fechas del FIB, pero habría que empezar por atar en corto a los que están dentro del propio festival: en cuatro días pudimos comprobar que algunos precios cambiaban vertiginosamente y sufrimos la estafa descarada en el cambio de una cantidad nada despreciable en una de las hamburgueserías del recinto.
Aparte de todo lo dicho, no le cambiamos ni una coma a este decano de los festivales españoles. Esperamos con impaciencia el FIB 2014, edición en la que se cumplirán 20 años de música en Benicassim y que promete ser histórica.
Buena salud y larga vida, fibers!
Dr. J
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