Reconozco que, si no hubiera sido por el entusiasmo ciego de J&B, tal vez me hubiera perdido el concierto de Queens of The Stone Age en la última edición del FIB en Benicassim. Y habría sido una pena. Todo por prejuicios, lo reconozco. Pero es que la imagen del líder del grupo, Josh Homme, es difícil de tragar. Un personaje que posa en actitud orgásmica durante sus sesiones de tiro con rifle, que defiende las ideas más recalcitrantes de la América profunda y se sitúa a la derecha del Tea Party, tiene todo para que no me apetezca descubrir nada suyo. Y sin embargo, aquel hombre y aquella banda, se calzaron un recital de los que hacen historia y nos enseñaron más música en hora y pico de lo que se puede ver a veces en tres días de festival en otros lugares. Un rock fluido y brillante en el que lo psicodélico y lo progresivo se vuelven metálicos sin que uno se dé cuenta, con perlas como No One Knows, Little Sister o la extensa y radical A Song for the Dead cuyas salvas de batería quedaron sonando toda la noche en el escenario Maravillas como campanas espectrales de una iglesia abandonada. Al final del concierto, al recuperar el habla dije: señor Homme no me gusta cómo piensa pero me quito el sombrero ante su música.
Este tipo de paradojas dejan siempre un cierto desasosiego en la conciencia porque, en el fondo, estamos acostumbrados a juzgar a las personas por los hechos y, si pensamos en un artista, nos parece que debe ser alguien que tenga un cierto tipo de sensibilidades más allá de la creación y la búsqueda de la belleza. Como flores del mal, el arte y la belleza florecen, en ocasiones, de la violencia y la sordidez, aunque nos duela reconocerlo.
Hace unos días, esta inquietud me volvía a perturbar el karma ante la publicación del nuevo single de Bertrand Cantat, el líder de Noir Désir, el grupo más mítico que ha parido la música francesa en toda su historia, responsables de genialidades como Le vent nous portera o Tostaky. En este caso, su imagen y la de su grupo, se vinculaban a la contestación, a la reivindicación, al pacifismo... Hasta que, en el verano de 2003, una pelea con su mujer, Marie Trintignant en un hotel de Lituania, bien aderezada de alcohol y psicotrópicos, acabó con el asesinato a golpes de la actriz a manos de Cantat. Desde entonces, el debate "personaje contra artista" siempre ha rodeado su figura en cualquier conversación pública o doméstica en la que se hable de Noir Désir. Curiosamente, en la gran mayoría de los casos, el artista sale vencedor y la gente reconoce la genialidad de Noir Désir y Bertrand Cantat, aunque les repugne su conducta y su pasado.
Para que podáis juzgar vosotros mismos, os dejo meditando sobre la ética y la poética con Droit dans le Soleil, lo último del controvertido Bertrand Cantat.
Dr. J
Video: Droit dans le Soleil by Detroit/Bertrand Cantat
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