Zoo Posse Madrid
 

Se presentaban los valencianos Zoo en Madrid con su nuevo disco bajo el brazo y todo vendido para sus tres conciertos del fin de semana en la capital. Sí, tres conciertos en dos días en el mismo recinto, derivados de estos tiempos raros para todo y de una legión de seguidores en Madrid ansiosa por volverles a ver.

Tan raro como ver a Zoo en un teatro es hacer honor al recinto y hacer dos pases seguidos en la mañana del sábado. Asistimos al segundo, ese en el que después de llegar abajo del tobogán con toda la adrenalina por las nubes tenían que parar, respirar, bajar pulsaciones y volver a subir las escaleras para iniciar un nuevo descenso con un margen de apenas quince o veinte minutos.

Y volver a encontrar al público, otro público claro, algo más subido de tono que el de primera hora (se notaban esos aperitivos), encorsetado en la butaca y retorciéndose hasta los límites legales.

Zoo Posse en Madrid


Un Panxo sonriente se lanzaba a los primeros rapeos antes de saludar. Los vientos nos traían vientos de otra vida. Las melodías nos llevaban a Valencia. Las canciones del nuevo disco fueron conformando el grueso de un concierto que pasó por la agitación de cuellos de 'Tir al Ninot', las letras ácidas de 'La del Fútbol', momentos más reflexivos como 'Deixa'm que caiga' e incluso con dedicatoria a esa familia que, dicen, han encontrado en Madrid y que les cuidan como un 'Sereno'.

No se perdía la ocasión por parte del público de, entre canción y canción, hacer peticiones.

'Tocad Ventiladors!', se escuchaba a gritos desde la platea. 

'Qué va, esa la hemos quitado', bromeaba Panxo divertido.

Es cierto que en un teatro, la cercanía entre el grupo en las tablas y el público en las butacas se hace más presente, el intercambio con la gente es más propicio. También está claro que para un grupo como Zoo, cuyas bases electrónicas no son lo fundamental pero forman parte de su esencia, algo de esta se perdía un poco porque el recinto no acompañaba con un sonido redondo.

Pero oye, como siempre hemos hecho, la mente y la actitud cubren esos pequeños huecos y por muchos momentos te olvidas de estar en un teatro, no poder bailar y moverte a duras penas, y piensas que simplemente estás en un concierto gozándola. Tanto para bandas como para público, cada concierto vivido es una pequeña gran victoria. Y ambos siempre terminan emplazándose a los abrazos futuros. Y a la salida sigues con una sonrisa cantando en tu mente: 'un tobogán, le falta un tobogán...' y pensando en cómo serán los pogos y los saltos cuando pase la tormenta.

kboy

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