No muy lejos del recinto del festival hay un Auchan ideal para cargar la quechua de provisiones y lo cierto es que para mantenerse resulta lo más barato. Solo hay que retener que en el festival no se puede meter alcohol, ni bebidas energéticas, ni frascos de cristal, ni camping gas. Sin embargo, como no se puede estar a conservas y chorizo húngaro toda una semana, no queda más remedio que entregarse a los placeres gastronómicos de la isla de Obuda, que son muchos y variados.

En cada momento la isla te da lo que necesitas. Para el desayuno, a dos pasos de tu quechua, en un puesto de café de los que proliferan por todo el recinto, te puedes hacer con un capuccino, un café au lait o un expresso acompañado de una sonrisa, que te espanta hasta la ultima de las nubes matinales. En la panadería, recomendamos los strudel y los fondant rellenos de confitura frente a la bolleria clásica: para los panaderos obudabianos un croisssant es un chusco de pan duro con forma de media luna que se puede rellenar con cosas de lo mas extrañas salvo chocolate (por qué nunca llegábamos a los de chocolate?!). Pero el gran descubrimiento en lo que a dulce se refiere son los Kurtos Kalas: una especialidad transilvana que consiste en una masa enrollada en un cilindro que se calienta hasta que se carameliza el azúcar que la recubre, resultando una corteza crujiente por fuera y una capa esponjosa en el interior... una delicia.

Hamburguesas yugoslavas
Si a media tarde o de madrugada, te entra el gusanillo, lo ideal son las porciones de pizza gigantes, que son realmente baratas, o podéis encontrar al menos tres puestos de fruta fresca (qué buena la sandia húngara cuando hace calor!). Para cualquier otra comida, todo depende del barrio en el que te encuentres. En el John Lennon Boulevard proliferan los sitios de parrillada, una de las especialidades de la isla: a destacar las gigantescas hamburguesas yugoslavas, que puedes aderezar tu mismo hasta alcanzar una altura cinco o seis veces superior a la amplitud máxima de tus fauces. En el trayecto entre el Main Stage y el World Music Stage hay dos lugares estratégicos: uno, al fondo de la explanada del Main Stage donde se puede encontrar un interesante muestrario de cocina internacional, desde los clásicos gyros/kebab hasta el rabioso Pai Thai del puesto tailandés.

Parrilla Hungarica
La otra zona es el Hungaricum Village, en el que se pueden degustar las especialidades locales: brochetas y salchichas rojas gigantes, pollo al paprika, riñones blancos al goulash (antes de pedirlo, preguntad en que consiste, por favor) y otros guisos, a cada cual mas consistente. Aunque, sin duda, lo mas consistente de la isla son los Langos: unas tortas hechas con masa de churro sobre la que se rocía una mezcla explosiva de ajo y aceite y que se pueden rellenar de todo tipo de alimentos dietéticos como jamón, bacon o queso. Para acompañarlos, a parte de esa cerveza de base llamada Dreher que uno encuentra por toda Hungría, en el poblado húngaro se pueden catar los excelentes vinos húngaros solos o mezclados: el blanco y el rosado con agua con gas y el tinto... con Cola! En efecto, los Húngaros están convencidos de haber inventado el Kalimotxo: lo preparan con vino de botella, lo llaman VorosborosKola (VBK) y está que te mueres. Como digestivo, en casi todas las barras encontraréis una selección de los aguardientes locales, aromatizados al melocotón, cereza, mora... son los infernales Palinkas, chupitos de poción mágica que te quitan el muermo de un guantazo y te dejan listo para seguir dando botes de escenario en escenario. Asi es como la isla de Obuda pone a prueba los estómagos de los festivaleros, que después de una semana de festival ya no son de hormigón sino de indestructible acero forjado.

 Dr. J

La génesis del VBK o Kalimotxungaro



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2 comentarios hasta ahora. Añade el tuyo

  1. Lástima no haber leido el post antes de comerme un Langos como acompañamiento de un café!!!! Parecía un churro!!!!! Un estómago de adamantium es lo que yo tengo después de degustar la gastronomía húngara

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  2. mmmm café con Langos... promete convertirse en un clásico de los brunch obudabianos ;p

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