A38 anclado en el Danubio
Para el tren transcultural de Sziget, el A38 WAN2 Stage es lo que puede ser Venecia para el Orient Express: una parada de lujo. Esta carpa es el bastión en Obuda Island de una de las salas de conciertos más originales del mundo y, seguramente, una de las escenas alternativas más importantes de Europa. A38 es la abreviatura de Artemovszk 38, el nombre de un carguero ucraniano construido en 1968 que al final de sus días fue llevado a aguas internacionales para que una legión de técnicos y artistas hicieran de él lo que es hoy: un gran centro cultural moderno y dinámico que alberga una sala de conciertos, bares, un restaurante y hasta un estudio de grabación! A38  fue emplazado en 2003 en una orilla del Danubio y se integró  perfectamente en la imagen underground de la capital húngara. Desde entonces, han pasado por el barco multitud de tipos de música, estilos y tendencias: jazz, world music, rock altenativo, música electrónica... todo cabe en su   bodega. Por su alter ego obudabiano este año han pasado cosas tan diversas como el pop sueco de Peter, Bjorn and John, la demencia electrónica de los canadienses Crystal Castles, los experimentales húngaros Zagar o la multicultural Hindi Zahra, que se convertiria en una de las experiencias mas interesantes de nuestro tren transcultural.


Hindi Zahra en el A38 WAN2 Stage
Imaginemos un viejo desván lleno de  pergaminos amarillentos. Por un pequeño tragaluz se cuela un haz que atraviesa una nube de polvo e ilumina un viejo gramófono. Imaginemos que vencemos el escalofrío y entramos en el desván, accionamos la manivela del gramófono y de él sale una voz que bien podía ser Billie Holliday. Mecidos por la voz aterciopelada sacudimos el polvo de uno de los pergaminos y lo desplegamos. Perplejos, sin haber estudiado música en la vida, nos damos cuenta de que son notas que vienen de lo más profundo del desierto: son los sonidos ancestrales de los pueblos bereberes,  tenemos ante nosotros una pieza arqueológica de primer orden. Se deshace el espejismo y nos encontramos en otro. Estamos en la Isla de Obuda en el interior de una carpa que parece la bodega de un barco. Sobre el escenario, una cantante de edad indefinida, probablemente eterna, sostiene una guitarra sobre cuyas cuerdas pasea los dedos con parsimonia, casi con desdén. Mira al público como si pudiera ver a través de las almas y al infinito como si recordara haber vivido en él. Beautyful Tango, reconocemos la voz que salia del gramófono hace un momento. Sus músicos la envuelven con un sonido preciso, sin una nota más ni menos de las que convienen, en un jazz ondulado por el que se van encajando piezas de otros mosaicos: orientales, jamaicanas, norteafricanas... Nos decimos, una vez más, que la música nace siempre del mismo impulso, de la misma necesidad, y que responde siempre a un mismo patrón de base. Tal vez por eso músicas populares  que se han fraguado durante siglos en lugares tan distantes como el Sahara y una isla tropical, encajan a la perfección. Nos cuesta despegarnos de Hindi Zahra, pero nuestro tren debe continuar su ruta: en esta bendita isla siempre esta ocurriendo algo en otra parte...


Dr.J


Hindi Zahra en vivo en Sziget 2011


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