Les Vieilles Pies en la carpa de MéditerranéO' 2011


Erase una vez ...

una carpa a oscuras, el aire opaco por el humo y los niños corriendo como si estuviesen en el patio del recreo. De pronto, todo se detiene... Una voz en off: mi vida es formidable, es un fantástico regalo, cada mañana aun me despierto perplejo... Es la voz de Jacques Brel, cantante y actor belga, al que conoceréis seguramente por haber sido autor en 1959 de la canción Ne me quitte pas, entre otros muchisimos éxitos. Tras la solemne declaración de Brel, rompen a sonar un clarinete, un violonchelo, un acordeón, y un violín entre cuyos vaivenes se filtra una voz ronca y melodiosa. Nos regalan unos temas de música klezmer que nos alegra el alma y cantando himnos a los amores y y a los desamores, a la juventud y a la amistad, nos envuelven en la atmósfera de una pelicula de Jeunet (Amélie Poulain, La ciudad de los niños perdidos). Les Vieilles Pies nacieron en 2003 en Rennes, se hacen bastante conocidos en Bretaña y llegan a hacer de teloneros de grupos como Matmatah, Thiefaine, Olivia Ruiz ... Se toman una pausa de un año mientras el escritor y cantante que lidera el grupo viaja por Africa .  

Gabriel Saglio, cantante, compositor y clarinetista
La aventura comenzó en este mismo festival hace dos años: en una tarde lluviosa en la que tocamos frente a una veintena de personas en la Halle, explica el cantante y clarinetista Gabriel Saglio, es un placer volver aquí, después de haber crecido, esta vez bajo la carpa de circo y con todo este público. Entre esos dos momentos claves de su biografía, el grupo ha recorrido medio país kilómetro tras kilómetro en una gira sin fin, formándose concierto tras concierto desde que aparecieran en Toulouse, la ciudad rosa, donde se producen en la Fiesta de la Música de 2009 delante de 15.000 asistentes. Dos años después nos los encontramos en MéditerranéO', y nos encantan! Casi todos llevan una gorra a la Gavroche (el inolvidable niño de la calle de Los miserables de Victor Hugo). Con esas notas de acordeon que nos llena el alma, recrean un Bal Musette en medio de la sala de concierto, animando a las personas a bailar. Las parejas giran y giran al son de su música y por un momento ya no estamos en Portet-sur-Garonne, sino en un baile de una noche de verano, bajo los tilos, en Paris, a finales del siglo XIX, de la mano del gran poeta Rimbaud, a cuyo poema Roman también le ha puesto música este grupo de intrépidos bretones.
Cuando nos encontramos con Gabriel, nos explica que su música es una receta de cocina con pizcas de jazz, klemzer, un poco de reggae y mucha chanson française (música francesa tradicional y de autor). Nos cuenta que su hermano vive en Valencia, y que tiene un grupo de jazz, los Jerez-Texas. Al acabar, nos pasa el álbum  Une vie formidable como si se tratara de una mercancía muy valiosa. Lo comprendemos al llegar a casa: hace una semana que lo hacemos sonar en bucle. Y es que aun hoy, varios días después, cuando escuchamos su música, giramos y giramos, la brisa de verano nos sopla en el pelo, recordamos el concierto y una frase que se nos ha quedado grabada para siempre: "... une utopie m'attend, une de celles qui font croire à chaque instant à la beauté de la vie..." (una utopía me espera, una de aquellas de las que hacen creer en cada instante en la belleza de la vida).
Gracias a Les Vieilles Pies por poner un poco de poesia en este mundo brutal.

Mademoizelle V. y Dr. J
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