David Byrne, St. Vincent, Love this Giant
El menda es de los que va a los conciertos esperando que le sorprendan. Muchas veces, me llevo una sorpresa grata, otras pido a algún Dios que acabe con esa agonía cuanto antes, y otras, te vuelves a casa igual que viniste pero con menos dinero. Como ya os conté en mi anterior artículo, en este caso esperaba sorpresas de las buenas. Y vaya si las tuve. Casi dos horas, y se me hizo corto. Este David Byrne ha confirmado, una vez más, que es harina de otro costal, tanto en la música como en varias disciplinas más.  Su nueva compañera de andanzas, St. Vincent, una neoyorkina con mucho que decir, no se queda corta. Un animal salvaje que se mueve perfectamente en la sabana del escenario.

Lo que pudimos ver el pasado sábado 5 de septiembre fue más un espectáculo de circo que un concierto. Y no lo digo por criticar, sino todo lo contrario. La compañía de circo de David Byrne y St. Vincent crea divertidas coreografías al ritmo de su música, juegan con preciosas luces, y ofrecen un espectáculo sólido, impresionante como el domador de leones, hermoso como las bailarinas contorsionistas y divertido como el camión de los payasos. Mucha compenetración, buen rollo, creatividad y trabajo codo con codo es lo que se esconde tras el espectáculo de Love This Giant (2013).

St. Vincent, Annie Clark
Y desde luego que, dado el tipo de espectáculo, no había mejor lugar para esta compañía que un lugar como el Price, uno de los mejores recintos que queda en la escena madrileña. Así que agarré a mi amigo @pepgar y a su cámara, y nos fuimos de circo. Mientras esperábamos en el rellano para pasar al foso de prensa nos dedicamos a ojear entre los presentes. Mucho pureta (por la edad de Byrne, y por el elevado precio de las entradas) y moderno bohemio asentado y sin problemas de bolsillo. Mi amigo, que procede del mundo del cine, reconoció varias caras, entre ellas las de Fernando Trueba (ese sí que le reconocí, por su “ojo” para el cine), su hijo, o Pablo Verger, director de “Blancanieves”. Leyendo otras crónicas, nos enteramos de que también asistió la ex-ministra de cultura, más conocida como 'la Sinde'. Menos mal que no la reconocimos, porque nos habría dado el mal cuerpo.

Al ratito nos llamaron y pasamos al foso, junto a la platea más cercana, para poder tomar las fotografías pertinentes. En breve hizo acto de presencia todo el conjunto. A ver, contamos... nueve vientos, un teclista-dj y un batería. ¡Esto promete! Tal despliegue humano anunciaba que se trataba de algo serio. Tras ellos, St. Vincent, vestida para matar con un vestido negro y una melena rubia cardada hacia atrás y David Byrne con pantalones blancos, chaqueta negra, y un pelazo blanco que ya nos gustaría a más de uno conservar con 61 añazos. Brevísima presentación, y a empezar con “Who”, el primer single de su álbum.
David Byrne, St. Vincent, Love this Giant
 Terminada nuestra sesión fotográfica, nos sentamos en nuestras localidades, bastante buenas por cierto. La compañía de circo de David y Annie nos obsequió con casi dos horas de música, coreografía, clásicos, y propuestas arriesgadas. Una armonía en la que todos sus miembros se turnaban en el protagonismo. Porque son un todo, y se nota. David Byrne, con humor absurdo y un estilo propio, y asumía el rol de líder en un momento para, a la siguiente canción, desaparecer completamente tras la marea de tubas, trombones y trompetas. Agarraba entonces el testigo St. Vincent, una especie de híbrido entre Björk y Jimi Hendrix. El suyo es un registro radicalmente diferente pero que no parece raro dentro de este show, con momentos de un pop épico, una voz dulce, y acompañada de guitarra rasgada e hiperdistorsionada que rompía salvajemente. Ojo, no le perdáis la pista a esta chica en el futuro.

Los bailongos ya se habían levantado de sus asientos hacía tiempo, y el resto del público no pudo más que venirse arriba cuando sonaron los primeros acordes de 'Burning Down The House', cuya segunda parte cantaron entre todos los músicos de vientos mientras, a su vez, bailaban una conga. Una señal más del espíritu de equipo que transmitieron durante toda la actuación. La banda se retiró. El público, entregado, pidió un segundo bis, al que los artistas respondieron con dos canciones más. La última de ellas, 'Road to Nowhere', otro de los grandes temas de Talking Heads, cerró con una gran fiesta, y con todo el público de la sala en pie.

David ByrneMientras abandonábamos el recinto, sonrisa en boca, mi amigo Pepe me comentó que tenía la
sensación de haber visto algo más que un concierto, más bien un espectáculo de circo. Yo, que aún estaba intentando pensar qué nombre poner a lo que acababa de presenciar, me di cuenta que esa era la mejor manera de definir un show maduro, atrevido, divertido, y diferente: como una compañía de circo ambulante. Había vuelto a descubrir a David Byrne y, una vez más, me había dejado descolocado.

Miguel Buendía


Burning Down by House & David Byrne & St. Vincent @ Circo Price Madrid
Gracias por compartir:

Comenta por favor!

Hay 0 comentarios hasta ahora. Añade algo ;)