Mando Diao, BIME Live, 2014, Festival, concierto, Bilbao
Segundo y último día de BIME. Solo dos días, sí, pero lo bueno, si es breve dos veces bueno, dicen. Lo mismo debió pensar la masa que se apiñaba con nosotros en el metro. “Aquí hay más gente que ayer”, coincidimos. Y así, mientras sospechábamos, entramos de cabeza al BEC! en busca del segundo escenario.

Los suecos Mando Diao eran de lo más esperado del festival, y llegamos con ganas de bailar. La banda salió al escenario de blanco impoluto, pero poco les duraron las camisetas. Björn fue el primero en arrancarse, luciendo abdominales e interesándose por si había “señoritas” en la sala. Los gritos evidenciaron que sí, las había, y por los comentarios de alrededor les gustaba lo que veían. Su
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compañero Gustaf le siguió minutos después. Y siguieron con el juego de la seducción: “¿Sabéis por qué nos llamamos Mando Diao?”, preguntó Gustaf. “Cuando teníamos catorce años, Björn me llamó un día diciéndome que ya teníamos nombre para la banda. 'Será 'te quiero' en español'. '¿Y cómo se dice?', le pregunté. 'Mando Diao'”. A veces dio la impresión de que tiraban más de torso que de garganta, lo que no nos impidió sacudirnos al ritmo de ‘Dance With Somebody’ -quién hubiera dicho que estos chicos empezaron con el garage-; ‘Gloria’ también tuvo su público. Y agua, mucho agua.

El pop naif de The Kooks tomó el relevo entonces en el primer escenario. Inconfundible look ‘british’, bastaba echarle un vistazo a la rosácea americana de Hugh Harris. Sucesión de éxitos y jovencitas -y no tanto- cantando a la par. 'Seaside', 'Ooh la', ‘Junk of The Heart’..., y el archiconocido 'She Moves in Her Own Way'. Lo bonito de estos británicos es que, seas fan o no, su música tarde o temprano te arranca una sonrisa. Sales del concierto bastante más animado de lo que entraste, y esta vez no fue distinto. Tal vez no fue el concierto de nuestras vidas, pero nos dejó contentos.

The Kooks, BIME Live, 2014, Festival, Concierto, Bilbao
Después, la polémica: Mogwai. En un estilo tan característico y arriesgado como el suyo, solo caben dos opciones: o los amas, o los odias. Mientras en las redes sociales ardían las hogueras de los ‘haters’, en la pista los fans se deshicieron en vítores. Si uno se deja llevar, podría decirse que el de los irlandeses es un sonido espiritual. Consigue elevarte a saber dónde y te abandona ahí, en una especie de trance del que es difícil salir. Solo otro guitarreo repentino -buen susto nos llevamos en la parte final de ‘Mogwai Fear Satan’- es hacerte capaz de salir del coma. Y así, sucesivamente. A todo esto ayudaba la escenografía, con una gran ojo de dos pupilas que permanecía vigilante. El de Mogwai no es un espectáculo apto para todos los públicos. Es árido, y estruendoso. Pero el los vendavales sónicos también tiene su punto, o eso nos pareció. Nosotros se lo encontramos.

Y llegaron The National. Han cumplido 25 años en la música, pero muchos les conocieron gracias su versión de ‘Las Lluvias de Castamere’ para ‘Juego de Tronos’. Su post-punk suena a Joy Division, a Wilco y a Catpeople -por poner un referente nacional-. No sabemos si fue impresión nuestra, pero nos pareció que el pabellón estaba bastante más lleno esta noche que la anterior con Placebo por delante.

The National, BIME Live, 2014, Festival, Concierto, BilbaoSi hubiera que destacar algo de la puesta en escena de los de Cincinnatti es, sin miedo equivocarnos, su vocalista, Matt Berninger. Ya de lejos pudimos ver cómo empezó con una copita y acabó empuñando una botella de vino. No sabemos si a consecuencia de eso, como espectáculo habitual o como una batiburrillo de las dos cosas, acabó por los suelos, sobre los altavoces, saltando la valla del público y siendo por poco aplastado por la muchedumbre -en ‘Terrible Love’, de verdad, que sufrimos por él-. Robó un móvil y se hizo un ‘selfie’; robó un segundo, y contestó a una llamada ficticia; robó un tercero, y se lo metió en el paquete. De elegante y compuesto gentleman a desenfrenada estrella del rock.

The National hizo un soberbio repaso a su último e impecable trabajo, ‘Trouble Will Find Me’, publicado el año pasado. Nos gustó mucho ‘I Need My Girl’ y ‘Graceless’, entre otras tantas. Al final, en una despedida al son de ‘Vanderlyle Crybaby Geeks’, Berninger se volvió a alzar sobre las vallas del público y por momentos pensamos que se abalanzaría sobre la muchedumbre que se afanaba tocar su rubia melena.

Y para echar el telón, La Roux y su tupé imposible. El synthpop de esta británica venía con la intención escrita de desafiar al cansancio y estirar la noche al máximo. Para ello, cuenta con la ventaja de grandes éxitos que cualquiera habrá bailado un sábado a la noche, como ‘In For The Kill’ o ‘I’m Not Your Toy’. El mayor de todos ellos, ‘Bulletproof’, como guinda al pastel. Por el camino nos volvimos un poco ochenteros con sus últimos singles ‘Kiss And Not Tell’ y ‘Uptight Downtown’. Pero, ¿a quién no le gusta bailar como entonces?

No hay dos sin tres, y es previsible que en el BIME suceda lo mismo. En total, más de 20.000 personas acudieron entre los dos días de festival (algo más el segundo que el primero), superando las cifras previstas por la organización. Si el año pasado tiró para alante con un censo de 8.000, ¿qué no se puede esperar ahora? Ojo, que a la tercera va también la vencida, y la de 2015 podría ser la ocasión idónea para anclar definitivamente el primer festival de otoño vizcaíno.

Ergo

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