Qué sorpresa nos hemos llevado este año con el BIME! En todo caso, para bien. Más de 20.000 personas se dejaron caer este año por el BEC!, en comparación con las 8.000 del año pasado. Como dijimos anteriormente, seguramente era cuestión de tiempo. Lo divertido de este año, es que el viernes coincidió con Halloween. Un desfile de disfraces -desde calabazas hasta abejitas- se pasearon por los enormes cubos del enorme edificio situado en Barakaldo. También por los escenarios, aunque esa es otra historia y será contada unos párrafos más adelante.
Por cuestiones de agenda, nos plantamos allí en el turno de We Cut Corners. ¿Quién canta? ¿Es una mujer? ¿Un hombre? Para sorpresa de unos cuantos -no diremos de muchos, porque el pabellón aún estaba vacío-, quien vociferaba frente al micro era de género masculino. Conall O'Breachain no solo se encarga de entonar con tonos aún mas que agudos las letras de este dúo irlandés, sino que también impone ritmo a la batería. John Duignan le sigue a la guitarra. Y nada más sobre las tablas. A pesar del poco tiempo del que disponían (45 minutos), repasaron temas de su primer y segundo álbum -el último ha salido este mismo año al mercado-. Nuestras favoritas, ‘The Leopard’ y ‘Blue’. También sacaron sus minutos para versionar: primero, y con mucha fuerza, una genial cover de ‘Helter Skelter’, de The Beatles. Más tarde, el ‘Mandinka’ de Sinead O’Connor, según O’Breachain, su cantante favorita. No lo hicieron nada mal, pero pocos estuvimos allí para contarlo.
Una compatriota les seguía en el escenario principal. Acorde con la noche de los muertos, Imelda May apareció ataviada cual Vampira con gótico vestido de terciopelo negro y mechón rubio suelto; perenne aires pin-up. Tras de sí, un séquito de músicos igual de monstruoso: al contrabajo, un miembro de la banda de Alex DeLarge en ‘La Naranja Mecánica’; un sangriento carnicero entonó la trompeta; Frankenstein se animó con la guitarra; y un fantasmagórico batería completó la formación. “¡Happy Halloween!”, gritó como presentándose, ganándose la simpatía del público. Imelda consiguió que la audiencia ‘moviera el esqueleto’ al son de su animoso rockabilly. Con fuerza a su debido tiempo y profundidad en los momentos más jazzísticos. Bien podría venir del Mississippi y no de la tierra de los leprechauns. ¿Era normal que pensásemos en ‘True Blood’ mientras la escuchábamos cantar? Especialmente con ‘Big Bad Handsome Men’, momento en el que Imelda sacó su lado más fiero. Ella estaba suelta, charló con la banda y con el público -el típico juego de imitar gorgoritos, ese que nos gusta tanto-, y eso se nota.
Con Fuel Fandango visitamos por primera vez el nuevo escenario del BIME, el Stage Teatro. La novedad es que aquí había gradas, elemento inútil en el turno del dúo canario-cordobés.
Comentábamos hace unos días con Stefany June que el público vasco tiene fama de tímido, pero quién lo hubiera dicho presenciando este concierto. Bastaron dos canciones para que los asientos se agitasen, y quedarse sentado era sinónimo de no ver nada -los de seguridad ya no sabían cómo mantener el orden en el lugar-. La fama les precedía y fue totalmente merecida. Nita es increíble en el escenario. Armada con un abanico, sombrero cordobés, juego de flores en el pelo, un vestido a lo charlestón y una vertiginosa versión de los zapatos de Dorothy en el ‘Mago de Oz’ que no le impidieron saltar a ritmo de pop, derrochó energía y duende. La sangre llama, y en numerosas ocasiones se dejó llevar por el baile flamenco. ¿Electrónica y cante jondo? ‘New Life’, por ejemplo. ¿Un poco de aires rockeros? Pues ahí tienéis ‘Read My Lips’. Fuel Fandango impartieron una masterclass de cómo sacudir un pabellón -ya lleno- y los sentidos quejíos de Nita -en castellano e inglés- arrancaron más de un “¡olé!”.
Tras este megamix nos encontramos con el dilema de elegir entre Anna Calvi o Macy Gray. Nos decantamos por la segunda, porque por alguna razón sospechamos que tendremos la oportunidad de ver a la primera en otra ocasión. Gray está considerada una diva del neo-soul, y así se hizo notar, enfundada en un vestido de lentejuelas, boa de plumas azules y pie de micro de diamantes. Entró como un tigre recién salido de la jaula, y su voz nos dejó pasmados, dejando en evidencia el porqué de su título. Destacó su ya mítico tema ‘I Try’, y ‘Bang Bang’, y conectó especialmente con los presentes con una cover de ‘Creep’ de Radiohead, llevada a su terreno, por supuesto, con esos vibratos y desgarros.
Basement Jaxx llegó entonces para hacernos sudar la gota gorda. Los británicos Felix Buxton y Simon Ratcliffe son, supuestamente, un dúo. Remarcamos lo de supuestamente, porque el escenario 2 se les quedó pequeño para tanto acompañante. Dos voces asiáticas -perfectamente coordinadas en sus pasos de baile- y por lo menos otras cinco afroamericanas -entre el soul y el gospel- saltaron de un traje de hiperfantasía a otro. Espectáculo digno de ver ya solo por eso, por el impacto visual, al que además se le sumaron éxitos bailables y buenrollistas como ‘Never Say Never’, ‘Romeo’, ‘Red Alert’ o ‘Do Your Thing’.
La guindilla que se nos había metido en el cuerpo chocaba un poco con los siguientes, Placebo, los cabezas de cartel, pero no les íbamos a hacer ascos de ningún modo. Ya antes de comenzar, una suave sintonía dejaba oír a través de los altavoces ‘Pure Morning’. Nos íbamos a tener que conformar con eso, porque no la reprodujeron más tarde en directo. Abrieron con ‘Loud Like Love’, single homónimo a su último álbum, un canto al amor y sus distintas fases. Si bien lo tocaron de arriba a abajo, también reservaron un espacio para antiguos éxitos, que siempre es de agrado: ‘Meds’, ‘Every You, Every Me’, ‘For What It’s Worth’, ‘Running Up That Hill’ (homenaje a Kate Bush) o ‘The Bitter End’, entre otros.
No los suficientes, no con la suficiente fuerza. Se dejaron ver, pero les faltó algo de chispa. Más cuando su último disco no termina de cuajar. Es el que peores críticas ha recibido de toda su carrera, y tal vez hubiera sido más inteligente tirar de otros vistos con mejores ojos. Sí se recibieron bien algunas de sus últimas canciones como ‘A Million Pieces’ o ‘Too Many Friends’ (la letra de esta, con una marea de pantallas de móviles constante entre el público, adquiere más sentido que nunca: ‘¿cuál es la diferencia de todas formas / cuando lo único que hace la gente durante todo el día / es mirar el teléfono’), pero poco más. Faltó ‘Blind’, ‘Special Needs’ o ‘Twenty Years’. Eso sí, trataron de dejar buen sabor de boca con el bis de rigor, que reservaron para ‘Infra Red’.
Y para finiquitar, los vascos Zea Mays, que actuaron ante una audiencia más que reducida que se lanzó al metro tras la actuación principal. Poco importó, los presentes eran pocos pero buenos. En esta ocasión no se hicieron tan de rogar como en otras, y entonaron el ‘Kukutza III’ a mitad de concierto. Emocionaron una vez más con ‘Negua Joan da ta’ (es curioso ver cómo siempre hay alguien entre el público que conoce la letra en lenguaje para sordomudos, tal y como muestra su videoclip) y completaron una enérgica puesta en escena con ‘Gaur’, ‘Bi Bihotz, Bi Ero’ y ‘Hurbil’. Agotados, entregamos nuestras últimas fuerzas al cuarteto, que para algo son de Bilbao.
Ergo
La fotos del viernes del BIME Live2014 las podéis ver aquí
Por cuestiones de agenda, nos plantamos allí en el turno de We Cut Corners. ¿Quién canta? ¿Es una mujer? ¿Un hombre? Para sorpresa de unos cuantos -no diremos de muchos, porque el pabellón aún estaba vacío-, quien vociferaba frente al micro era de género masculino. Conall O'Breachain no solo se encarga de entonar con tonos aún mas que agudos las letras de este dúo irlandés, sino que también impone ritmo a la batería. John Duignan le sigue a la guitarra. Y nada más sobre las tablas. A pesar del poco tiempo del que disponían (45 minutos), repasaron temas de su primer y segundo álbum -el último ha salido este mismo año al mercado-. Nuestras favoritas, ‘The Leopard’ y ‘Blue’. También sacaron sus minutos para versionar: primero, y con mucha fuerza, una genial cover de ‘Helter Skelter’, de The Beatles. Más tarde, el ‘Mandinka’ de Sinead O’Connor, según O’Breachain, su cantante favorita. No lo hicieron nada mal, pero pocos estuvimos allí para contarlo.
Una compatriota les seguía en el escenario principal. Acorde con la noche de los muertos, Imelda May apareció ataviada cual Vampira con gótico vestido de terciopelo negro y mechón rubio suelto; perenne aires pin-up. Tras de sí, un séquito de músicos igual de monstruoso: al contrabajo, un miembro de la banda de Alex DeLarge en ‘La Naranja Mecánica’; un sangriento carnicero entonó la trompeta; Frankenstein se animó con la guitarra; y un fantasmagórico batería completó la formación. “¡Happy Halloween!”, gritó como presentándose, ganándose la simpatía del público. Imelda consiguió que la audiencia ‘moviera el esqueleto’ al son de su animoso rockabilly. Con fuerza a su debido tiempo y profundidad en los momentos más jazzísticos. Bien podría venir del Mississippi y no de la tierra de los leprechauns. ¿Era normal que pensásemos en ‘True Blood’ mientras la escuchábamos cantar? Especialmente con ‘Big Bad Handsome Men’, momento en el que Imelda sacó su lado más fiero. Ella estaba suelta, charló con la banda y con el público -el típico juego de imitar gorgoritos, ese que nos gusta tanto-, y eso se nota.
Con Fuel Fandango visitamos por primera vez el nuevo escenario del BIME, el Stage Teatro. La novedad es que aquí había gradas, elemento inútil en el turno del dúo canario-cordobés.
Comentábamos hace unos días con Stefany June que el público vasco tiene fama de tímido, pero quién lo hubiera dicho presenciando este concierto. Bastaron dos canciones para que los asientos se agitasen, y quedarse sentado era sinónimo de no ver nada -los de seguridad ya no sabían cómo mantener el orden en el lugar-. La fama les precedía y fue totalmente merecida. Nita es increíble en el escenario. Armada con un abanico, sombrero cordobés, juego de flores en el pelo, un vestido a lo charlestón y una vertiginosa versión de los zapatos de Dorothy en el ‘Mago de Oz’ que no le impidieron saltar a ritmo de pop, derrochó energía y duende. La sangre llama, y en numerosas ocasiones se dejó llevar por el baile flamenco. ¿Electrónica y cante jondo? ‘New Life’, por ejemplo. ¿Un poco de aires rockeros? Pues ahí tienéis ‘Read My Lips’. Fuel Fandango impartieron una masterclass de cómo sacudir un pabellón -ya lleno- y los sentidos quejíos de Nita -en castellano e inglés- arrancaron más de un “¡olé!”.
Tras este megamix nos encontramos con el dilema de elegir entre Anna Calvi o Macy Gray. Nos decantamos por la segunda, porque por alguna razón sospechamos que tendremos la oportunidad de ver a la primera en otra ocasión. Gray está considerada una diva del neo-soul, y así se hizo notar, enfundada en un vestido de lentejuelas, boa de plumas azules y pie de micro de diamantes. Entró como un tigre recién salido de la jaula, y su voz nos dejó pasmados, dejando en evidencia el porqué de su título. Destacó su ya mítico tema ‘I Try’, y ‘Bang Bang’, y conectó especialmente con los presentes con una cover de ‘Creep’ de Radiohead, llevada a su terreno, por supuesto, con esos vibratos y desgarros.
Basement Jaxx llegó entonces para hacernos sudar la gota gorda. Los británicos Felix Buxton y Simon Ratcliffe son, supuestamente, un dúo. Remarcamos lo de supuestamente, porque el escenario 2 se les quedó pequeño para tanto acompañante. Dos voces asiáticas -perfectamente coordinadas en sus pasos de baile- y por lo menos otras cinco afroamericanas -entre el soul y el gospel- saltaron de un traje de hiperfantasía a otro. Espectáculo digno de ver ya solo por eso, por el impacto visual, al que además se le sumaron éxitos bailables y buenrollistas como ‘Never Say Never’, ‘Romeo’, ‘Red Alert’ o ‘Do Your Thing’.
La guindilla que se nos había metido en el cuerpo chocaba un poco con los siguientes, Placebo, los cabezas de cartel, pero no les íbamos a hacer ascos de ningún modo. Ya antes de comenzar, una suave sintonía dejaba oír a través de los altavoces ‘Pure Morning’. Nos íbamos a tener que conformar con eso, porque no la reprodujeron más tarde en directo. Abrieron con ‘Loud Like Love’, single homónimo a su último álbum, un canto al amor y sus distintas fases. Si bien lo tocaron de arriba a abajo, también reservaron un espacio para antiguos éxitos, que siempre es de agrado: ‘Meds’, ‘Every You, Every Me’, ‘For What It’s Worth’, ‘Running Up That Hill’ (homenaje a Kate Bush) o ‘The Bitter End’, entre otros.
No los suficientes, no con la suficiente fuerza. Se dejaron ver, pero les faltó algo de chispa. Más cuando su último disco no termina de cuajar. Es el que peores críticas ha recibido de toda su carrera, y tal vez hubiera sido más inteligente tirar de otros vistos con mejores ojos. Sí se recibieron bien algunas de sus últimas canciones como ‘A Million Pieces’ o ‘Too Many Friends’ (la letra de esta, con una marea de pantallas de móviles constante entre el público, adquiere más sentido que nunca: ‘¿cuál es la diferencia de todas formas / cuando lo único que hace la gente durante todo el día / es mirar el teléfono’), pero poco más. Faltó ‘Blind’, ‘Special Needs’ o ‘Twenty Years’. Eso sí, trataron de dejar buen sabor de boca con el bis de rigor, que reservaron para ‘Infra Red’.
Y para finiquitar, los vascos Zea Mays, que actuaron ante una audiencia más que reducida que se lanzó al metro tras la actuación principal. Poco importó, los presentes eran pocos pero buenos. En esta ocasión no se hicieron tan de rogar como en otras, y entonaron el ‘Kukutza III’ a mitad de concierto. Emocionaron una vez más con ‘Negua Joan da ta’ (es curioso ver cómo siempre hay alguien entre el público que conoce la letra en lenguaje para sordomudos, tal y como muestra su videoclip) y completaron una enérgica puesta en escena con ‘Gaur’, ‘Bi Bihotz, Bi Ero’ y ‘Hurbil’. Agotados, entregamos nuestras últimas fuerzas al cuarteto, que para algo son de Bilbao.
Ergo
La fotos del viernes del BIME Live2014 las podéis ver aquí
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