Este es el relato de nuestra aventura en este espectacular festival Sziget 2015, al que llevamos a Nadia, de 2 años y medio, a vivir su primera gran experiencia en todos los sentidos, siempre desde su punto de vista.

Lo primero


Mucha gente antes y durante el festival se asombraba de que lleváramos a Nadia a un evento así. Recuerdo que son 7 días de festival en Budapest, con más de 400.000 personas y muchos escenarios y eventos. Para nosotros es lo más natural del mundo, es nuestra forma de vivir y se lo queremos inculcar a nuestra hija. Y ya está, no hay más.


El viaje


Viajamos en coche desde Valencia a Barcelona, hicimos noche ya que el avión salía pronto hacia Budapest. Es una pena que por medio año tuviera que pagar billete, total para luego aterrizar y despegar encima de la mami. Los viajes de esta distancia (tres horas más o menos) los llevamos bien, se duerme a ratos y a ratos juega. Luego en Budapest, taxi hasta el festi que está en una isla y a empezar la aventura.

Tengo que comentar que la vuelta fue mucho más dura. Colas para pillar el taxi con algún empujón que otro. Esto con la peque siempre es complicado, a ratos a hombros, a ratos con la mami. Luego todo el día en el aeropuerto. El vuelo salía a las 20:15 y como llovía, decidimos ir allí en vez de hacer algo de turismo. Para colmo el vuelo se retrasó por el mal tiempo, tenías que andar hasta el avión unos 100 metros lloviendo (¿para qué están los autobuses?). Y para rematar, en Ryanair no dejan que Nadia esté encima de la madre o padre, tiene que ocupar su asiento. Esto explícaselo a ella cuando tiene sueño y quiere que su mamá la coja. Los niños no entienden “no se puede”.


La maleta


Aparte de lo evidente, ropa, gafas, gorros, toallas y cosas así, también pusimos todo lo necesario para Nadia: apiretal, toallitas, pañales (de las dos cosas tuvimos que reponer una vez allí), crema solar (muy importante), ropa de fresquete para ella, cereales, cascos para protección auditiva y una pulsera identificativa que compramos por internet, en la que pusimos su nombre y nuestros dos teléfonos. Y muy importante la mochila de porteo, descartamos el carrito ya que en aglomeraciones es muy incómodo, y tiramos de riñones de la mami y bracito y hombros del papi.

Aquí me gustaría destacar que pillamos un seguro médico antes de irnos para mayor tranquilidad. Y un papel con los teléfonos de la embajada y cosas así. Nunca se sabe.


Dormir


De las muchas opciones que teníamos para elegir, nos decantamos por el camping familiar. Por un poco más de dinero, es un espacio dentro de la isla reservado para familias, ubicado en una zona con un parque con columpios, en la que habilitaron una carpa llena de juguetes y dos sofás, en la que los peques disfrutaban mucho y los papis descansábamos un poco.

Más o menos seríamos unas 20 familias de toda Europa, en la que había desde bebes a niños de 10-12 años. Destacar que siempre (24 horas) teníamos a nuestra disposición personal para estar con los peques, personal de limpieza y seguridad. Durante el día entretenían a los peques jugando con ellos (incluso se los podías dejar a su cargo si querías).

Nosotros alquilamos, desde España, la tienda en el festival. Fue tan sencillo como llegar al camping y elegir una de las que ya estaban montadas. Nos llevamos de casa un par de esterillas de las que se hinchan un poco, es una semana entera durmiendo y buscamos la mayor comodidad. Sábanas y mantas también nos las llevamos nosotros. Se podían alquilar colchones hinchables y sábanas allí, pero no me gustan estos colchones, es lo que hay.


Servicios e higiene


En este apartado hay que destacar el privilegio del camping familiar. Sólo había dos módulos, uno para hombres y otro para mujeres, que tenían un baño, una pila y una ducha cada uno. Puede parecer poco, pero para las 20 familias nos apañamos muy bien. En la duchas con agua caliente, a veces te tocaba esperar un poco. Por lo que me comentaron por fuera, esto no era lo normal. La señora de la limpieza prácticamente te estaba esperando en la puerta de la ducha para en cuanto salieras limpiar, espectacular.

Otra apartado a destacar es cómo reaccionaron a los problemas que les planteábamos. El primer día les pedí que me indicaran donde comprar leche para que Nadia desayunara. Ella toma leche sin lactosa así que opté por ir al centro comercial más cercano a pillar un brik de leche. Cuando llegué les planteé el problema de almacenar la leche hasta el día siguiente. Me comentaron que lo entendían y que tenían el mismo problema, ya que también desayunaban allí. Pues a la mañana siguiente, en una pequeña jaima que había junto a los servicios, nos instalaron una pequeña nevera (junto a un microondas que ya había), que evidentemente se llenó enseguida. De la misma forma, supongo que al vernos cambiar pañales a los peques en los bancos del parque, pusieron otra jaima más para poder cambiarlos y asearlos con mayor intimidad.

Fuera del camping familiar la cosa ya es distinta. Los aseos en el festival, de media, solían estar limpios, según a cuales fueras, tenían personal de limpieza a todas horas. En este aspecto poco podemos opinar (siempre desde la perspectiva de Nadia), ya que utiliza todavía pañal. Una ventaja por un lado, por evitarnos ir corriendo en medio de un concierto a buscar un sitio donde pudiera hacer sus cosas. Lo negativo es ir todo el día cargado con la mochila con pañales, toallitas, cambiador, ropa de recambio, etc. Al final de la semana he acabado de la mochila hasta los h****.


Comer


Aparte del desayuno que ya lo he comentado, intentamos que comiera lo más variado posible. Por supuesto ayuda que le guste prácticamente todo y más o menos tenga un estómago fuerte.

Los puestos de comida eran muy variados: hamburguesas, pizzas, carnes, pasta, veganos, fruta, etc. No es dieta mediterránea pero comió muy bien.  Un consejo, evitar pillar la comida en las zonas que más se levanta el polvo. La comida estaba al aire libre y es evidente lo que esto implicaba.

Otra cosa aparte es la bebida. Evidentemente ella solo bebe agua. Y nos ha hecho muuuuucho calor. Nuestro avituallamiento era siempre botellas que rellenábamos en cada fuente o grifos que ponía la organización. No sé si esta agua sería muy recomendable pero estaba muy fresquita y no nos hemos puesto malos. Y hemos bebido muchísima. Las rutas que hacíamos prácticamente las decidíamos en función de donde podíamos recargar agua.

Por cierto, si compráis agua en el supermercado mucha atención a las botellas, la que más se parece a nuestro agua mineral es con gas, agitadlas un poco antes de comprarla para comprobar que sea la que buscáis. En Hungría, tapón azul con gas, tapón rosa agua normal.

Continuará...

Manu Vila
 

Disfrutando un Festival con un Bebé de Dos Años: Sziget 2015 (y II)

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