Un rumor inconfundible del que no me puedo abstraer. Un dinosaurio está arrancando todos los árboles y desmantelando cada escenario de Sziget Festival tubito a tubito. Pero llevo tapones en los oídos y gracias a mis amigos de silicona el rugido del camión de la limpieza es solo un murmullo lejano que llega a través del suelo. Suficiente para despertarme. Tengo que salir rápido de la tienda o me evaporo. Me quedan solo unos pocos segundos para reaccionar. Me río yo solo porque pienso se estará peor en la de Alberto, que está más abajo y da el sol desde hace dos horas. Dentro se pueden hacer pizzas. Me tiembla el pulso y me duele la cabeza pero no puedo entretenerme. O me doy prisa, o solo seré un charco sobre una colchoneta hinchable. Gafas de sol para ocultar la catástrofe, bañador, bolsa de ducha. En marcha.

El silbido de la cremallera deja pasar una ligera corriente de aire con la que me cruzo sin saludar. Los vecinos me dan los buenos días sonrientes pero casi no los veo a través del polvo de mis gafas de sol. Se parten de risa. No le veo la gracia. Galleta untada en una tableta de chocolate derretido y un zumito. Gracias vecina.

Está decidido. Hoy me cuelo en las duchas del camping Alternativa. Hay que esperar, discreto, cerca de la puerta. La gente se acumula y pasas cuando pasan cinco juntos o cuando el que mira las pulseras está pendiente de un bikini. Si te pillan mala suerte. Pero no te pillan. En estas duchas hay espejos pero no me puedo afeitar porque he olvidado mi cubo de mojito. Hoy toca agua fría, supongo, por los gritos, pero viene bien un refrigerio... Rediós!

A estas horas son ya las dos y me digo que me vuelvo al campamento hecho un pincel. Algunos vecinos ya han desparecido por los caminos de Obuda. Otros siguen a la fresca. Me quedo un rato hablando con ellos. No quiero volver a entrar en la tienda: debe de estar ya a unos 300 grados y voy recién duchado. Me tienta pasarme todo el día en bañador. De todos modos, mi ropa, mi mochila y todas mis cosas se habrán fundido dentro de ese iglú del infierno. Hay que asumirlo. En la vida solo me queda un bañador, unas gafas de sol y la bolsa de la ducha. El primer concierto es a las cuatro y hay que comer, así que basta de chorradas. Voy a entrar. Contad hasta cien y si no he salido venid a por mí... Rediós!

Top crono! 60 segundos. Creo que tengo todo: tarjeta festipay, número de la consigna, un pañuelo de papel y un mechero. Y la ropa combina porque me he traído todo del mismo color. Vámonos! ¿Que quién toca a las cuatro? Espera que lo miro en el programa-pasaporte... que se me ha quedado dentro de la tienda... Bueno, chicos, hoy improvisamos. Pues será que no tenéis para elegir en esta isla!

Dr. J

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