Mundaka es uno de los pueblos costeros más bonitos de Bizkaia. Prometía además un festival donde disfrutar de buena música, buena comida, playa, rollo surf y un escenario bucólico del que no podríamos desengancharnos. No sería muy grande, pero disfrutaríamos de lo lindo, tumbadas entre césped y paja, iluminadas solo por el atardecer y guirnaldas de luces y un buen ambiente donde los niños podrían corretear y los adultos disfrutar de una tranquila pero saciante jornada festivalera. Costaba resistirse. Una hora en tren desde Bilbao y nos estrenamos en el Mundaka Festival 2017:


Viernes, 28 de julio. Cuando nos enamoramos del mar

Recomendaba la organización llegar a última hora de la tarde; prometían un atardecer de ensueño, con los acantilados como escenario y del que poder disfrutar con una cerveza recostados en la hierba. No mentían. Mientras Peter Harper desprendía buen rollo desde el escenario con su ukelele, una espectacular caída del sol tras la ermita de Santa Katalina dejaba tras de sí un cielo espectacular morado y rojo.

Peter, hermano de Ben, concedió un recital que fue todo paz y amor. Tanto, que bajó del escenario a abrazar a cada uno de los presentes (para esa hora aún no eran muchos) y acabó pidiendo al público que por favor se quisiesen mucho los unos a los otros.

Le seguía en las tablas Julián Maeso. Con una chaqueta de pana con flecos y el pelo largo, descargó un folk americano bailable y enérgico tras un piano Hammond que abandonó de vez en cuando para colgarse una guitarra. Al ritmo de sus primeras canciones en solitario pero también de su último y exquisito ‘Somewhere Somehow’, arrancaba la sensación de festival, con el público en aumento y la llegada de la noche.


Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Julián Maeso

Quique González no hizo más que consolidar el ambiente, entre farolas y un pequeño cartel que nos daba la bienvenida a Asturiana de Zinc. Era uno de los más esperados de esta primera jornada y así se hizo notar entre el público, con numerosos fans con camisetas del madrileño reconvertido en asturiano que corearon todas sus canciones a pleno pulmón. González salió acompañado de su banda Los Detectives; también de Carolina de Juan, de la banda Morgan, la voz femenina incluida el último disco del cantautor, ‘Me mata si me necesitas’ y con la que entonó una de las canciones más entrañables del concierto, ‘Charo’. Con ‘¿Dónde está el dinero?’ el público se puso macarra (no pesan los años por este tema) y ‘La ciudad del viento’ (que compuso Paco Bastante, bajista que acompañaba a Maeso) sonó a homenaje a Mundaka como pueblo de pescadores. La clásica ‘Vidas Cruzadas’ marcó el cierre de un entregado espectáculo.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Quique González, Los Detectives, Quique González y Los Detectives

Y tras la intensidad del cantautor, los encantados de conocerse Mando Diao. “Van a tardar dos canciones en quitarse la camiseta”, comentaba una chica. ¡Y bingo! ‘Sheepdog’ y poco más, a Björn Dixgård parecía quemarle la ropa. El ahora único líder de la banda tras la marcha de Gustaf Norén, se sentaba desafiante al borde del escenario, con el pecho al aire, mirando con media sonrisa a las chicas que se arremolinaban en las primeras filas. Un chulo, sí, que además sudó cada tema y convirtió la península en una frenética pista de baile. Le siguió toda la banda en esto del despelote, tras hacer mutis por el foro y volver a aparecer sin camisa pero con dos mesas de mezclas con las que otorgaron unos extraños minutos musicales (de agradecer que terminasen pronto). Y de ahí, a lo que se esperaba de ellos: una loca ‘Gloria’, coreada a toda voz por los presentes, un loquísimo ‘Dance With Somebody’ y un ‘Shake’, de su nuevo álbum, que se engrandeció en directo y sirvió para prolongar la fiesta.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Mando Diao, Björn Dixgärd

Cerraban la noche (con permiso de la sesión de madrugada de Dj Dark) los bilbaínos Zea Mays, que celebran veinte años sobre los escenarios con su disco ‘Harro’. Son unas de las bandas más consolidadas del rock euskaldun y se nota, con los asistentes entregados a los temas en euskera que les han acompañado en estas dos últimas décadas. Repasaron su último disco, sin dejarse las canciones de siempre: ‘Negua Joan Da Ta’, ‘Bi Bihotz, Bi Ero’ (remezclada como siempre con un divertido ‘Get Lucky’ de Daft Punk), la potentísima ‘Elektrizitatea’ y la mitiquísima ‘Kukutza III’.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Zea Mays


Sábado, 29 de julio. Todo es funky y rock 'n' roll

Sábado en Mundaka, sol radiante, el pueblo hasta los topes y ya desde el puerto desgarran el aire los primeros guitarrazos de los vizcaínos Last Fair Deal, que tanto suenan a hard-rock de los setentas.

Les sucedieron Allah-Las, que para nuestra sorpresa nos los encontramos esa misma tarde saltando al mar desde lo más alto del espigón del puerto con los más jóvenes del pueblo. Los californianos, desaliñados y con su rollo surf, se sucedieron en el micro central del escenario para entonar sus temas ante una audiencia aún escasa, que prefería cenar y beber recostados en la campa o en los peldaños de acceso a la ermita de Santa Katalina. Según ellos (y tantos otros artistas a lo largo del festival), se encontraban en el recinto “más bonito” en el que habían tocado nunca.

El sosiego se terminó al ritmo de las trompetas de The Expressions, la arrolladora banda que acompaña al también arrollador Lee Fields. El ‘Pequeño James Brown’, como se le conoce por su
parecido con la leyenda del funk (de hecho, le puso voz en su biopic), concedió un potente show de desencajar caderas. A sus 66 años, Fields derrochó energía, deslumbrando al personal con su baile y una chaqueta de lentejuelas que acabaron por rematar ese rollo tremendo funky. Impresionante final el del californiano, que se dejó la garganta en una atronadora despedida al son de ‘Faithful Man’.


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Quien le seguía no bajó el pistón: Beth Hart se comió el escenario. Una verdadera mujer de armas tomar, segura, decidida, fuerte, atrevida y cariñosa con un público que rápidamente conectó con ella. Y eso que estaban muy lejos, o en eso insistió ella, que una y otra vez se sentaba al borde del escenario para sentir más de cerca a los festivaleros. La 'rockera definitiva', como se la ha catalogado, hizo gala de su sobrenombre y rugió, con la guitarra o tras el piano, con la única pausa entre canción y canción para explicarnos el origen de sus canciones. Como en ‘Baby Shot Me Down’, de cuando su madre le contó que su novio le había dejado por la vecina de enfrente, Penny, y ahogaron juntas las penas en alcohol y marihuana. O en ‘Love Gangster’, que dedicó al galán que más admira, Leonard Cohen. Se le pasó el tiempo volando a la de Los Ángeles, a la que tuvieron que dar el aviso por el pinganillo de que se le agotaba el tiempo: “Fuck it!”, exclamó, tan a gusto que se encontraba ella en un escenario frente al mar, para seguidamente correr de vuelta al piano y rematar una de las mejores actuaciones del festival al ritmo de ‘Money Back’.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Beth Hart

Después del subidón de Hart, muchos decidieron poner fin a la noche y emprender el trayecto de vuelta al tren. Y eso que aún quedaban los cabezas de cartel, Ocean Colour Scene, que estaban programados para las dos y media de la mañana. Y si eso ya es tarde en un festival cualquiera, ni qué decir en Mundaka, un festival familiar. Lo cierto es que a Simon Fowler y compañía se les veía animados, como con ganas de fiesta a la británica, en un pub y tomándose unas birras; el público, ya no tanto, que en parte optaba por volver a sentarse en los fardos de paja. A excepción claro de los fans más acérrimos, que se desvivieron con algunos de sus clásicos noventeros de álbumes como el mítico ‘Moseley Shoals’. Remontaron al final, con los bises, a golpe de nostalgia con ‘Robin Hood’ y con su ‘hit’ más emblemático, ‘The Day We Caught The Train’.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Ocean Colour Scene, Simon Fowler

Dj Chelis clausuraría la noche una hora y cuarto después, con las olas chocando en la oscuridad contra el acantilado de la península de Santa Katalina y una turba de zombies camino a la estación y canturreando con las pocas fuerzas que les quedaban, como “Jimmy escuchó el día que cogió el tren”: “Oh, la, la, la…

Ergo
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