Quique González
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Con ese Sol que hace tan especial el cielo de Madrid comienza La Canción de la Semana. El sol es una estufa de butano que atraviesa la contaminación y calienta ligeramente la nariz aunque el viento te recuerda que hace un frío que pela. Ese sol que ilumina la Puerta de Alcalá que sigue ahí... Viendo pasar el tiempo. Como la Diosa Cibeles que mira de reojo el saludo tímido, los cruces de miradas.

Sonríes pensando en que sí, que al final Vente 'Pa' Madrid ha merecido la pena, aunque sólo sea por el pulpo y el queso en ese gallego escondido cerca de Atocha. Que ha merecido la pena aunque sólo sea por el café y licor en esa plaza de la que no recordarás el nombre pero sí su música, porque las plazas en Madrid tienen música. 

Bajando por donde los garitos, dejándome caer por la cuesta abajo se llega a uno de esos sitios escondidos (sí todavía quedan sitios escondidos) donde disfrutar del atardecer de Madrid, de confesiones en silencio, sólo rotas por alguna sirena varada y alguna mirada. El sol se esconde en el infinito y aparecen Luces de Madrid todavía en mi mirada, ese ruido en mi cabeza que viene de la nada.

Subes a tu habitación de hotel, la Luna está de tu parte y vigila la ciudad sin nada que se le interponga, repones las fuerzas gastadas en el japo por excelencia y con la noche cubriendo las calles te escondes en otro garito. Mañana será otro día. Otro día para desayunar en la Gran Vía, visitar El Prado, perderse por el Retiro, hacer el ganso en el Palacio de Cristal, reírse frente al estanque, caminar desde Las Ventas hasta Chamberí, fumando a medias en las calles de Madrid.

Sacas tiempo para trepar a las azoteas de Madrid, buscar a la estrella de los tejados, prometer a la luz del atardecer, atravesando las nubes. Tú decidiendo por mí. A ver si no me destruye lo que quería decir.  Escuchar que él mató al silencio en las calles de Madrid. Descender y descubrir los bajos de los pisos con corrala, con la nariz entre tus ojos y entre un pulmón y otro pulmón el corazón y los congojos todos en reunión.

La noche vuelve a envolverte. Es tiempo de confesiones, a veces saco los dientes, a veces quiero dejarte ir, a veces vamos de frente, a veces vuelvo a confiar en ti, a veces no me comprendes. Tiempo de verdades, es mejor no mirar el reloj, es mejor no olvidar con alcohol. Tantas veces pensé que podía ir mejor, tantas veces caí que he perdido el control. Te das cuenta que las niñas ya no quieren ser princesas, que es una mierda este Madrid, que ni las ratas pueden vivir. Despiertas y das gracias porque no hagas caso a esta canción pues todo es mentira

No hay nada como las noches de verano, no hay nada como... Quiero escuchar crujir las hojas al andar una vez más, porque el otoño pasa en Madrid. Quiero guardar hojas doraras hasta abril... Tendrás que sentir las caricias de Madrid sobre tu piel y escribir... Siempre hay un tren que desemboca en Madrid... Las chicas tristes (o no) vuelven a Madrid... Eres mi rincón favorito de Madrid.

J&B

Ahora que se habla tanto de Madrid, y aunque no haya playa... tocaba hacerle un pequeño homenaje 😉 

Gracias a Sabina, Ana Belén, Ketama, Pereza, Jaula de Grillos, Amistades PeligrosasQuique González, Leiva, El Loco, Mecano, La Fuga, Leño, Burning, Antonio Vega y a todos los que le han cantado a Madrid.





Mundaka es uno de los pueblos costeros más bonitos de Bizkaia. Prometía además un festival donde disfrutar de buena música, buena comida, playa, rollo surf y un escenario bucólico del que no podríamos desengancharnos. No sería muy grande, pero disfrutaríamos de lo lindo, tumbadas entre césped y paja, iluminadas solo por el atardecer y guirnaldas de luces y un buen ambiente donde los niños podrían corretear y los adultos disfrutar de una tranquila pero saciante jornada festivalera. Costaba resistirse. Una hora en tren desde Bilbao y nos estrenamos en el Mundaka Festival 2017:


Viernes, 28 de julio. Cuando nos enamoramos del mar

Recomendaba la organización llegar a última hora de la tarde; prometían un atardecer de ensueño, con los acantilados como escenario y del que poder disfrutar con una cerveza recostados en la hierba. No mentían. Mientras Peter Harper desprendía buen rollo desde el escenario con su ukelele, una espectacular caída del sol tras la ermita de Santa Katalina dejaba tras de sí un cielo espectacular morado y rojo.

Peter, hermano de Ben, concedió un recital que fue todo paz y amor. Tanto, que bajó del escenario a abrazar a cada uno de los presentes (para esa hora aún no eran muchos) y acabó pidiendo al público que por favor se quisiesen mucho los unos a los otros.

Le seguía en las tablas Julián Maeso. Con una chaqueta de pana con flecos y el pelo largo, descargó un folk americano bailable y enérgico tras un piano Hammond que abandonó de vez en cuando para colgarse una guitarra. Al ritmo de sus primeras canciones en solitario pero también de su último y exquisito ‘Somewhere Somehow’, arrancaba la sensación de festival, con el público en aumento y la llegada de la noche.


Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Julián Maeso

Quique González no hizo más que consolidar el ambiente, entre farolas y un pequeño cartel que nos daba la bienvenida a Asturiana de Zinc. Era uno de los más esperados de esta primera jornada y así se hizo notar entre el público, con numerosos fans con camisetas del madrileño reconvertido en asturiano que corearon todas sus canciones a pleno pulmón. González salió acompañado de su banda Los Detectives; también de Carolina de Juan, de la banda Morgan, la voz femenina incluida el último disco del cantautor, ‘Me mata si me necesitas’ y con la que entonó una de las canciones más entrañables del concierto, ‘Charo’. Con ‘¿Dónde está el dinero?’ el público se puso macarra (no pesan los años por este tema) y ‘La ciudad del viento’ (que compuso Paco Bastante, bajista que acompañaba a Maeso) sonó a homenaje a Mundaka como pueblo de pescadores. La clásica ‘Vidas Cruzadas’ marcó el cierre de un entregado espectáculo.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Quique González, Los Detectives, Quique González y Los Detectives

Y tras la intensidad del cantautor, los encantados de conocerse Mando Diao. “Van a tardar dos canciones en quitarse la camiseta”, comentaba una chica. ¡Y bingo! ‘Sheepdog’ y poco más, a Björn Dixgård parecía quemarle la ropa. El ahora único líder de la banda tras la marcha de Gustaf Norén, se sentaba desafiante al borde del escenario, con el pecho al aire, mirando con media sonrisa a las chicas que se arremolinaban en las primeras filas. Un chulo, sí, que además sudó cada tema y convirtió la península en una frenética pista de baile. Le siguió toda la banda en esto del despelote, tras hacer mutis por el foro y volver a aparecer sin camisa pero con dos mesas de mezclas con las que otorgaron unos extraños minutos musicales (de agradecer que terminasen pronto). Y de ahí, a lo que se esperaba de ellos: una loca ‘Gloria’, coreada a toda voz por los presentes, un loquísimo ‘Dance With Somebody’ y un ‘Shake’, de su nuevo álbum, que se engrandeció en directo y sirvió para prolongar la fiesta.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Mando Diao, Björn Dixgärd

Cerraban la noche (con permiso de la sesión de madrugada de Dj Dark) los bilbaínos Zea Mays, que celebran veinte años sobre los escenarios con su disco ‘Harro’. Son unas de las bandas más consolidadas del rock euskaldun y se nota, con los asistentes entregados a los temas en euskera que les han acompañado en estas dos últimas décadas. Repasaron su último disco, sin dejarse las canciones de siempre: ‘Negua Joan Da Ta’, ‘Bi Bihotz, Bi Ero’ (remezclada como siempre con un divertido ‘Get Lucky’ de Daft Punk), la potentísima ‘Elektrizitatea’ y la mitiquísima ‘Kukutza III’.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Zea Mays


Sábado, 29 de julio. Todo es funky y rock 'n' roll

Sábado en Mundaka, sol radiante, el pueblo hasta los topes y ya desde el puerto desgarran el aire los primeros guitarrazos de los vizcaínos Last Fair Deal, que tanto suenan a hard-rock de los setentas.

Les sucedieron Allah-Las, que para nuestra sorpresa nos los encontramos esa misma tarde saltando al mar desde lo más alto del espigón del puerto con los más jóvenes del pueblo. Los californianos, desaliñados y con su rollo surf, se sucedieron en el micro central del escenario para entonar sus temas ante una audiencia aún escasa, que prefería cenar y beber recostados en la campa o en los peldaños de acceso a la ermita de Santa Katalina. Según ellos (y tantos otros artistas a lo largo del festival), se encontraban en el recinto “más bonito” en el que habían tocado nunca.

El sosiego se terminó al ritmo de las trompetas de The Expressions, la arrolladora banda que acompaña al también arrollador Lee Fields. El ‘Pequeño James Brown’, como se le conoce por su
parecido con la leyenda del funk (de hecho, le puso voz en su biopic), concedió un potente show de desencajar caderas. A sus 66 años, Fields derrochó energía, deslumbrando al personal con su baile y una chaqueta de lentejuelas que acabaron por rematar ese rollo tremendo funky. Impresionante final el del californiano, que se dejó la garganta en una atronadora despedida al son de ‘Faithful Man’.


Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Lee Fields, The Expressions, Lee Field & The Expressions

Quien le seguía no bajó el pistón: Beth Hart se comió el escenario. Una verdadera mujer de armas tomar, segura, decidida, fuerte, atrevida y cariñosa con un público que rápidamente conectó con ella. Y eso que estaban muy lejos, o en eso insistió ella, que una y otra vez se sentaba al borde del escenario para sentir más de cerca a los festivaleros. La 'rockera definitiva', como se la ha catalogado, hizo gala de su sobrenombre y rugió, con la guitarra o tras el piano, con la única pausa entre canción y canción para explicarnos el origen de sus canciones. Como en ‘Baby Shot Me Down’, de cuando su madre le contó que su novio le había dejado por la vecina de enfrente, Penny, y ahogaron juntas las penas en alcohol y marihuana. O en ‘Love Gangster’, que dedicó al galán que más admira, Leonard Cohen. Se le pasó el tiempo volando a la de Los Ángeles, a la que tuvieron que dar el aviso por el pinganillo de que se le agotaba el tiempo: “Fuck it!”, exclamó, tan a gusto que se encontraba ella en un escenario frente al mar, para seguidamente correr de vuelta al piano y rematar una de las mejores actuaciones del festival al ritmo de ‘Money Back’.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Beth Hart

Después del subidón de Hart, muchos decidieron poner fin a la noche y emprender el trayecto de vuelta al tren. Y eso que aún quedaban los cabezas de cartel, Ocean Colour Scene, que estaban programados para las dos y media de la mañana. Y si eso ya es tarde en un festival cualquiera, ni qué decir en Mundaka, un festival familiar. Lo cierto es que a Simon Fowler y compañía se les veía animados, como con ganas de fiesta a la británica, en un pub y tomándose unas birras; el público, ya no tanto, que en parte optaba por volver a sentarse en los fardos de paja. A excepción claro de los fans más acérrimos, que se desvivieron con algunos de sus clásicos noventeros de álbumes como el mítico ‘Moseley Shoals’. Remontaron al final, con los bises, a golpe de nostalgia con ‘Robin Hood’ y con su ‘hit’ más emblemático, ‘The Day We Caught The Train’.

Mundaka, Mundaka Festival, Mundaka Festival 2017, Ocean Colour Scene, Simon Fowler

Dj Chelis clausuraría la noche una hora y cuarto después, con las olas chocando en la oscuridad contra el acantilado de la península de Santa Katalina y una turba de zombies camino a la estación y canturreando con las pocas fuerzas que les quedaban, como “Jimmy escuchó el día que cogió el tren”: “Oh, la, la, la…

Ergo

Pasados ya unos días, con todo digerido y bien digerido, es hora de analizar la edición 2017 del Mad Cool y en Festivaleros!, como ya hicimos el año pasado, lo haremos dándole un toque distinto a la crónica para intentar encontrar lo mejor y lo peor que hemos visto en esta segunda edición del festival madrileño...

Lo Más MAD

Antes de seguir, vaya desde aquí nuestro respeto a Pedro Aunión. Su recuerdo quedará siempre en el Mad Cool. Desde Festivaleros! ya mostramos nuestra posición ante la situación vivida la noche del viernes, algo que seguimos manteniendo desde el respeto a la organización y, sobre todo, a sus familiares y amigos.

Ahora sí, empecemos por lo más negativo del Festival y ahí, lo primero que tenemos que decir es que esa alma, ese cariño que se puso en la primera edición parece haberse perdido. Algo que se nota en la solución que ha dado el festival a algunas críticas que recibieron el año pasado. Por ejemplo, la gente se quejó del cashless, pues fuera cashless y a pagar en metálico como en los noventa. Eso sí, lo más divertido de eso era ver cómo le cambiaba la cara a los camareros cada vez que amenazabas con ese objeto de plástico tan peligroso como es una tarjeta de crédito. Algunos te decían que no podías pagar con tarjeta, otros que no había terminales. Muchos terminales no funcionaban por falta de cobertura, otros estaban literalmente ahorcados en cables a los que tenías que ir si querías pagar con ese objeto tan extraño en el siglo XXI como una tarjeta bancaria. En fin, surrealista.

La gente también criticó la dificultad para retornar, en la primera edición, los vasos reciclables. Pues nada, fácil solución, este año no se devuelven. Eso sí, se pagan, por supuesto. Curiosa forma de interpretar el reciclaje de vasos. Básicamente porque es el usuario el que paga todo el reciclaje. Un euro por vaso y si se te olvida al día siguiente otro euro. Un negocio redondo para la organización a la que parecía darle igual que el recinto estuviera mucho más sucio que en su primera edición.

Poco cariño hubo también al colocar el quinto escenario en una esquina justo al lado de la zona de comida. Resultaba bastante difícil disfrutar de un concierto de WAS o de Sexy Zebras, por citar algunos, mientras el 90% de la gente hace cola y está a otras cosas. Ah! Indescriptible también la mezcla de olores con la que los puestos te amenizaban el concierto, los suecos de Peter Bjorn and John todavía deben de estar flipando.


También se ha notado cierta falta de previsión en algunos momentos. El segundo día la cola para el acceso por la entrada principal, la más cercana al metro, era kilométrica. Se tardaba más en acceder por ahí que en dar toda la vuelta al Parque y entrar por el otro acceso en el que no había nadie (lo decimos con conocimiento de causa porque nosotros lo hicimos). Era surrealista comprobar como había más gente haciendo cola para entrar que viendo a Los Zigarros. Imposible era también conseguir algo de comer antes de los conciertos grandes de cada día. Y lo que es peor, imposible era también conseguirlo después. El jueves después de Foo Fighters la zona de comida era un solar donde apenas había puestos con existencias. Igualmente nos sorprendió, por ejemplo, que durante el concierto de M.I.A. se limitara el acceso hacia los escenarios 3 y 4. Sorprende que un recinto que es abierto acabe restringido por una cinta de plástico y varios miembros de seguridad.

Todo ello consecuencia de la gran afluencia de gente. Está muy bien jactarse de hace Sold Out, pero meter a más festivaleros que en la primera edición en menos espacio estaba claro que iba a ser un problema. Hubo demasiadas aglomeraciones en los conciertos principales, colas en las barras y colas kilométricas en la zona de comida, además de como ya hemos dicho, en los accesos.

Un par de apuntes más. Uno hablando del sonido. Muchas han sido las quejas de los asistentes. Quizá lo más sangrante en ese sentido fue ver como Quique González intentaba sobreponerse a unos cortes que hacían imposible seguir su concierto. Pero también hubo quejas con los Foo o con unos Rancid que parecían sonar acolchados, sin toda la potencia que suelen desplegar. La segunda tiene que ver con la imagen, las dos pantallas del escenario principal durante el primer día fueron un adorno precioso en el que nos hubiera gustado ver a los artistas, pero nos tocó imaginarlos.


Y por último, hay que volver a insistir en la falta de información por parte de la organización para ayudar a los asistentes durante el festival. Las redes sociales de Mad Cool siempre han estado muy activas pero si algún festivalero tenía algún problema o comentaba alguna incidencia, el silencio era la respuesta habitual. Está muy bien retuitear las fotos entusiastas de las pulseras o lo flipante que le parece un concierto a un usuario, pero también es necesario dar cariño a quien tiene una duda o necesita ayuda. Lo dicho, el alma del festival, el cariño, parece haberse quedado en 2016. Habrá que estar atentos para ver cuál es la línea que se sigue en 2018, si la del pragmatismo puramente económico o la de hacer sentir al festivalero esa experiencia global y diferente, esa experiencia Mad Cool, que tanto repite la organización y que este año no hemos visto por ningún lado.


Lo Más COOL

Indudablemente entre lo mejor del festival hay que hablar de Foo Fighters. Su anuncio ya fue un bombazo y estaba claro que iba a ser garantía de éxito. Dave Grohl y los suyos son de esos poco grupos que arrastran masas e incondicionales y hacía tanto que no pasaban por España que el Sold Out estaba asegurado. Salieron sin guardarse nada y aunque su concierto resultó algo más corto de lo esperado estuvo siempre arriba. Un must que todo festivalero que se precie debe tachar. Mereció la pena verlos. Eran el cabeza de cartel del festival y casi del verano festivalero y cumplieron con creces.

De nuevo hay que aplaudir la segunda línea del cartel, esa donde aparece Rancid, que se metió a un público que no suele ser el suyo en el bolsillo. Más cercanos al Download o al Resu, consiguieron que los siempre "elegantes" asistentes al Mad Cool hicieran algún pogo en condiciones. Enérgicos Fuel Fandango y especialmente enérgica la sección femenina del festival con Belako absolutamente desencadenado dando un conciertazo y pasando muy por encima de Kings of Leon, con Savages clavándote la mirada desafiante desde el escenario y, para cerrar esta sección, las... indescriptibles Deap Vally. Guitarra y batería en versión californiana sin más florituras que sus pies descalzos sobre el escenario y una presencia que se desbordaba. Ya conocíamos algo así en versión francesa con The Inspector Cluzo y desde aquí proponemos una fusión entre ambos grupos. El festival que se atreva a poner a unos y otras sobre el escenario lo puede reventar.

Hay que felicitar también a la organización por la buena gestión que se hizo el primer día con las abundantes lluvias. Apenas unos retrasos en el inicio del festival que se quedan en nada teniendo en cuenta las trombas de agua que durante todo el día cayeron sobre Madrid. Bien preparado el recinto para aguantar los chaparrones y bien preparados los escenarios que salvo en pequeños detalles pudieron funcionar a pleno rendimiento. No era fácil y había muchas dudas sobre lo que podría pasar y ahí demostraron que cuando quieren y se hacen las cosas bien, funcionan.

Bien también la seguridad exterior e interior que hicieron que el festival transcurriera sin incidentes reseñables. Y de nuevo, mención especial para el número de baños y la limpieza de los mismos. Nunca hubo grandes colas, ni siquiera durante los momentos de más afluencia de público y en líneas generales la limpieza de los mismos era más que aceptable. De nuevo se demuestra que cuando se pone atención en algo se consigue.

Veremos ahora hacia donde camina Mad Cool. Ha habido aciertos, ha habido errores (algunos imperdonables), esperemos que de todo se aprenda para la próxima edición.

J&B

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Dicen que el verano es el mejor día del año en el País Vasco, pero no te fíes de las malas lenguas. Euskadi puede ser un paraíso estival bajo el sol, entre las olas del Cantábrico y reponiendo fuerzas con un buen pintxo. Si a eso le añadimos la música, he ahí el Mundaka Festival: un festival en la costa vizcaína que aúna conciertos, gastronomía vasca y surf, justo donde se genera la mejor ola de izquierda de Europa, con 400 metros de largo.

Pero volviendo a la música, que es lo que nos concierne, será la bonita península de Santa Katalina el escenario de la tercera edición del Mundaka Festival los próximos días 28, 29 y 30 de julio: una verde campa acabada en acantilado y batida por las olas del Cantábrico.

Mundaka, festival, cartel, 2017, Mando Diao, Ocean Colour Scene, Santa Katalina, penínsulaUn lugar con un atardecer único, presume la organización, al ritmo de un cartel nada desdeñable. Lo encabeza uno de los grupos más emblemáticos del brit-pop de los 90, Ocean Colour Scene, que ya recalaron en Euskadi el año pasado en el Bilbao BBK Live, donde le dieron un repaso a su segundo álbum, 'Moseley Shoals' (1996), el más exitoso de su carrera. En el BIME de 2014 vimos por última vez a los locos suecos Mando Diao, que regresarán ahora con disco recién estrenado, 'Good Times', promesas de baile y despendole.

El tercer día de festival, además, será gratuito: una sesión vermú en otro escenario único, la Atalaya, animada por el rythm & blues de Dj Blacká y por tres grupos: los donostiarras Willis Drummond, con su potente rock; los neoyorquinos The Rad Trads, con su mezcla de jazz y swing; y los vizcaínos Seiurte, al ritmo de su rock melódico.

La programación de los dos primeros días -estos sí, en recinto-, la completan Beth Hart, "la rockera definitiva" según 'The Blues Magazine', que presenta 'Fire On The Floo'; Allah-Las, un cuarteto de Sunset Boulevard que trae su tercer álbum, 'Calico Review', entre garajero y psicodélico; Quique González, con su banda Los Detectives; la clase multiestilística de Julián Maeso con 'Somewhere Somehow'; los bilbaínos Zea Mays, que celebran veinte años en los escenarios con 'Harro'; Lee Field & The Expressions, con una especie de "revival del clasicismo negro"; el folk americano de Peter Harper, hermano pequeño de Ben Harper; y los vizcaínos The Last Fair Deal, con influencias del rock, el blues y el soul sureño.


El festival también deja hueco para los Djs, con Chelis, uno de los mejores pinchadiscos de España según Rockdelux, y Dark Dj, destacado en la escena underground vizcaína.

Las entradas, 65 euros el abono y 40 el pase de día (de viernes y sábado, recuerda que el domingo es gratis), se pueden adquirir a través de la web oficial del festival.


Aquí tenéis el cartel musical y su compañero gastronómico divido por días:

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Cómo llegar

La organización recomienda que te acerques a Mundaka en transporte público. Para ello, tiene dos opciones: en tren, en la línea de Bilbao a Bermeo; o en autobús, tomando el Bizkaibus número A3515, que recorre Bilbao, Amorebieta, Gernika y Bermeo, o el A3527 que hace Bilbao, Mungia y Bermeo. Si aún así optas por acercarte en coche, tienes dos aparcamientos disponibles en las localidades anexas de Bermeo y Sukarrieta junto a las paradas de Euskotren.


Ergo