El que iba a ser el Madcool de los Foo Fighters ha quedado marcado por el trágico accidente del intrépido bailarín Pedro Aunión. A la organización del festival le han llovido las críticas por la gestión de la crisis y, a pesar de los sucesivos comunicados de prensa y el homenaje que se ofreció en las pantallas, no pudo sacudirse el K.O. informativo. El público, las redes y muchos medios de comunicación han criticado que el festival no parara a pesar de lo ocurrido.

Todos comprendemos que es una decisión difícil, que la suspensión hubiera podido ser una ruina para el festival, es muy fácil hablar desde fuera y a toro pasado, sin estar en la piel de los que tienen la responsabilidad de lo que ocurre en un macro-evento de esta envergadura. Cierto. No obstante, nos parece que todo hubiera sido más sencillo si, simplemente, el festival hubiera pensado en tratar a las personas como personas.

Los festivaleros  no somos niños a los que no hay que traumatizar, ni borreguitos a los que hay que mantener estabulados en un recinto, tenemos nuestras tripas y nuestros corazones y, sobre todo, somos capaces de razonar. Muchos de los asistentes dicen que no se hubieran quedado a bailar y saltar, de fiesta, en un lugar en el que una persona acaba de dejar la vida. Se hubieran marchado, sin más. Pensar que lo iban a hacer en tromba porque la noticia podía provocar una espantada es, ni más ni menos, que equipararnos a una masa de descerebrados, de hooligans subculturales que no van a un festival más que a beber, consumir y hacer el inconsciente. Pues no, no lo somos.

Y los artistas son personas, no son muñequitos a los que se pone en un escenario para diversión de las masas. Persona, y muy digna, era Pedro Aunión, que se jugaba la vida por su sueño de hacernos soñar a todos. Personas eran los miembros de Green Day, que hubieran agradecido estar al corriente del asunto y poder decidir si querían salir a escena o hacer como los Slowdive, que se negaron a actuar después de lo ocurrido.

Estaría bien que aprendiéramos de una vez por todas que el silencio en una crisis como esta es la peor opción. Y un silencio de cuatro horas, permitiendo que los artistas y el público siguieran haciendo el payaso como si nada, convirtió un encuentro cultural y festivo en un grotesco acto de la más absurda superficialidad. Por eso, señores del Mad Cool, no hubiera pasado nada si hubieran confiado en nosotros, en nuestra sensibilidad y capacidad de raciocinio, más que en esas fuerzas de seguridad que, según ustedes, les auguraban que la noticia iba a sembrar el caos.

A los Green Day les hubiera gustado saber lo ocurrido y probablemente hubieran cancelado, o no, pero habrían podido tomar una decisión libre y razonada. A los festivaleros, nos habría gustado que alguien de la organización hubiera salido al escenario a explicarnos lo ocurrido de persona a personas. Y estamos seguros de que todo el mundo lo habría entendido. La mayor parte se habrían marchado apesadumbrados y algunos otros se habrían quedado a bailar, cada cual con sus vísceras, pero unos y otros habrían podido decidir libremente y sin sentirse manipulados.

Y a lo mejor al festival le habría tocado devolver una parte de la entrada, o no, pero así son las cosas, no se puede ganar a cualquier precio. No al precio de la vida y de la dignidad de las personas: el show no tiene por qué continuar siempre.

Festivaleros!
Gracias por compartir:

Comenta por favor!

Hay 0 comentarios hasta ahora. Añade algo ;)