Talco en Madrid
El recinto del concierto lleno de sillas, cintas que separan las dos mitades heridas de una sala como La Riviera de Madrid, distancia entre personas sentadas y en frente uno de los grupos que más ganas de bailar, saltar y retorcerse sacan de su público. La duda estaba servida.

Le decíamos a un colega: 

- "Tío este domingo vamos a ver a Talco a la Riviera, que parece que se va a hacer"

Y nos respondía:

- "¿Un concierto de ska-punk sentados? ¿Estamos locos? Ni de coña voy..."

Talco en Madrid

 

Pues así, entre otras situaciones, pasa la pandemia en lo que a música en directo se refiere. Hay un empeño claro en que el show continúe en lo que se pueda, con los límites establecidos pero intentando retomar lo más parecido que nos dejen a un concierto de cualquier normal sea cual sea el género.

Así pues Talco, saltaron al escenario - mentira, salieron y se sentaron en el escenario- con la idea clara de intentar hacer de aquello un concierto para disfrutar. Las canciones de siempre con un formato medio acústico, mismas melodías, menos electricidad, más crudeza, menos explosión.

Como todos los conciertos que vamos viendo en estos días, el grupo es el primero que debe salir a disfrutar y que se note. Y sin duda eso parecía. Dema, camiseta de Pennywise y guitarra pegatineada, no paró de sonreír en todo el concierto con la máscara de la lona al fondo.

La gente respondió muy bien. Sigue siendo algo ridículo levantar las manos, mover el cuello, jugar a guitarrear estando sentado. El air-guitar queda muy bien cuando bailas pero algo raro cuando haces air-acoustic-guitar. Bailar 'La Torre' o la 'Danza dell'autunno rosa' con el culo pegado a un asiento no es algo a lo que estemos acostumbrados y se nota. Pero las ganas, el corear letras que te sabes a la mitad, el levantar las birras y volverse un poco loco en un concierto es algo que aunque de primeras no cuadre, es difícil de detener. Sobre todo cuando se está tan falto de ello.

Así que bienvenidos sean Talco y todo el que se preste a seguir haciendo que la música no pare, o que pare poco, que ya vendrán mejores tiempos en los que conciertos como este se recuerden como algo anecdótico pero importante.

Ah, aviso a navegantes, en los baños de la Riviera se hacen pogos, con cuidado, con mascarilla, pero sin distancia. Eso es innegociable.

 
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