Las aceras que conducen a la puerta de la sala Penélope de Madrid se llenan de gente cada vez que un concierto se prepara en su interior. Esto no suele suceder muchos martes (aunque este año llevamos ya alguno que otro) pero este es no es un martes cualquiera. Hoy la cerveza corre como siempre pero los ojos brillan de manera especial. Se celebra el Bob Marley Day que conmemora el 59 aniversario del nacimiento del mito, y para ello The Original Wailers están en la ciudad.

En el interior, el amigo Miguel Caamaño (Alma de León, R3) está a los mandos sonoros calentando el ambiente. Algo recurrente las últimas semanas, - calentó también el descomunal y súper energético concierto de Dub Inc. unos días antes- este todoterreno del reggae tira hoy de sonidos más puristas, más root. Alguien en el baño dice a gritos: 'A ver si pone una de Bob Marley!' y segundos después suena 'Jammin' mientras tomamos posiciones enfrente del escenario.

La mezcla de gente es variopinta, desde lúdicos escuchantes de los éxitos de Marley, hasta auténticos rastafaris de pura cepa, pasando por los que sienten la música como algo casi espiritual, melómanos, mitómanos y algún que otro que parecía que pasaba por allí.

 
The Original Wailers salen con Al Anderson a la cabeza y la línea de bajo de 'Get Up Stand Up' y acto seguido 'One Love' empieza a apoderarse de nuestro ritmo. Enseguida echamos de menos las voces femeninas en forma de coro, que en esta ocasión no acompañan a la banda. También nos llama la atención la falta de cualquier símbolo o imagen de Bob Marley sobre el escenario, incluso las referencias a él son prácticamente nulas. La única, su música.

El concierto pierde algo de intensidad mística por momentos coincidiendo con las canciones originales de la banda extraídas de su únnico EP Miracle (2012), pero enseguida retoma el pulso. Suenan 'Jammin''Could You Be Loved' y 'Three Little Birds', y el ambiente nos envuelve, caribeño, pausado, con un rico olor que nos lleva fuera de la realidad mientras nos preguntamos si no será esa misma la realidad.

El teclista Tyrone Downie (puso los teclados en el legendario álbum Exodus (1977) de Bob Marley & The Wailers) nos gana con su manera de vivir cada canción, de jugar como un niño pequeño en su teclado y su micrófono, y su gran sonrisa interminable.

El guitarrista Al Anderson (guitarra y arreglos de álbumes como Natty Dread (1974) o Survival (1979) ) se reserva una parte solista para demostrar que sin ser un virtuoso, su guitarra también tiene alma de león.

Sin dejar de ser una especie de banda tributo a las canciones de Bob Marley, nos encanta escuchar todas esas canciones, y más con la autoridad que les da su trayectoria a esta gente, ya hemos comentado como Al y Tyrone pusieron su aportación en los 70 para que el mundo cambiara un poquito venerando unas rastas, una sonrisa y un mensaje de paz.

Ante eso, sólo una reflexión personal y compartida por mi compi: yo 'Redemption Song' propongo directamente protegerla y que nadie más pueda cantarla nunca sobre un escenario. Nadie podrá llegar nunca al nivel de sentimiento y alma que le ponía Marley al cantarla así que yo dejaría esa responsabilidad, y ese placer, exclusivamente a la gente, a la calle, a un salón de tu casa, a un parque, a ese garito oscuro pintado de rojo, amarillo y verde, al calor de una guitarra vieja y con amigos a los coros. Ahí si y sólo ahí.

Al final del concierto, lejos de esconderse, todos y cada uno de los miembros de The Original Wailers, se acercan al público, se hacen fotos con la gente, firman entradas, posters, brazos, bajan del escenario, charlan con quien se acerca, ríen y parecen felices. Tanto como nosotros, que mantenemos esa sonrisa y esa felicidad hasta días como hoy, cuando ya ha pasado casi un mes desde el concierto.

Una velada con un componente irreal y un espíritu apto para corazones que laten al tercer compás.

kboy


Redemption Song by Bobby Marley
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