
Segunda sorpresa: para rematar el marco de "fiesta chic", la escena está instalada en la azotea del Consell General de Andorra. Es un escenario de tamaño medio protegido de la intemperie por una gran carpa. Cruzamos por delante de la escena con nuestra copa de rioja y nuestra tapita de jamón serrano y, al llegar al gran balcón en el que nos espera una encantadora vista de Los Pirineos, no podemos por menos de sonreír incrédulos, como cenicientos festivaleros, recordando nuestros mejores momentos de polvo y cerveza aguada en ciertos descampados.


El segundo día comenzó con una Lisa Stansfield que sacó adelante como pudo un concierto lleno de altibajos. Rodeada por una banda muy correcta, la vocalista veía aparecer y desaparecer su voz, que la abandonó a menudo en la segunda parte del concierto. Su carisma suplió en parte las carencias musicales y tuvo momentos memorables, pero en el bis desapareció tras la primera estrofa y plantó a sus músicos, que cerraron el tema como mejor se les ocurrió. El hecho de no dar ninguna explicación dividió al público entre los que la juzgaron como una diva en declive y los que aseguraban, como nos confirmó alguno de sus músicos, que la cantante no se encontraba bien aquella tarde. Sea como sea, mereció la pena escucharla luchar por redondear sus clásicos como The Rain, The Real Thing o Around The World, en la que contó con la ayuda del agradecido público.
A continuación, el concierto de Roger Hodgson no solo salvó la noche, sino que fue uno de los grandes momentos del festival. El veterano y alma mater de Supertramp es un druida viviente del pop ochentero. Defendiéndose con guitarra acústica y teclado, rodeado de árboles que poblaban el escenario, se marcó un concierto en el que rescató los mejores temas de su antigua banda, alternados con algunas de las cosas que ha ido elaborando en solitario, en una línea folk new age muy anclada en la naturaleza y llena de iones positivos. Frente a él un público numeroso y entregado, lleno de fans acérrimos de Supertramp que se habían desplazado mayoritariamente desde Barcelona. Aunque todo el concierto fue para enmarcarlo y llevárselo a casa, nos quedamos con el evidente subidón de Breakfast in América, el interesante cuento Death and a Zoo, perteneciente a su estilo personal en solitario, y el final apoteósico con los inevitables Give a Little Bit y It's Raining Again.

El broche de oro lo pusieron unos motivados UB40, la formación con Ali Campbell, Mickey Virtue y Astro Wilson, que sonaron muy auténticos y vieron como, de pronto, el público se multiplicaba para corear con entusiamo sus grandes éxitos. No faltaron su versión de Can`t help falling in love, los ineludibles Here I am y The way you do the things you do y por su puesto, Red red wine. Volvimos a escuchar algunos de estos temas y otros muy conocidos unas semanas después en el Les Déferlantes d'Argèles sur mer, interpretados por la otra versión de UB40, la de los otros hermanos Campbell. Os contaremos nuestras conclusiones sobre los directos y la rivalidad de los UB40s en próximos episodios.
Así cerramos un festival que resultó una experiencia completamente diferente a todo lo conocido por los Fetivaleros! Una original fiesta de la sinestesia en la que, sin darse cuenta, uno acaba degustando grupos de música y aprendiendo a escuchar los diferentes matices que pueden contener los mejores vinos.
Dr. J
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