Se había quedado una tarde-noche de esas que engaña. Por la Avenida de la Constitución de Coslada corre un aire que presagia que luego habrá que hacer uso de la sudadera. Estamos en Fiestas, inconfundibles por sus ferias, sus puestos y, como no, por sus conciertos en el mítico campo de La Vía. El trajín no se detiene, gente en los puestos, bares haciendo su agosto en junio, barras en la calle, minis de cerveza y un poco de vista gorda por parte de "la autoridad local", esa que tiene su sede donde tiempo atrás había un mercado "alternativo".
Casi sin tiempo de saborear la primera cerveza el sonido de La M.O.D.A. nos obliga a ir en su búsqueda. Inconfundibles en su directo, se les nota mucho más maduros pero igual de rompedores que aquella noche en la que los conocimos como teloneros de Frank Turner. Desde entonces ha pasado año y medio de conciertos, festivales, carretera, experiencias, directos, directos y más directos. Su nuevo disco mantiene la esencia de estos burgaleses aunque la gente sigue saltando y gritando las letras de sus canciones más conocidas. Sobre el escenario se mueven con soltura, con miradas cómplices, pasándoselo bien, que es de lo que se trata cuando uno sale con sus colegas a defender su música sobre un escenario. Sin duda, fue una bonita forma de ver atardecer.
Ya con la noche sobre nuestras cabezas la voz ronca de Antonio Arco rompía el silencio. Dicen estos granaínos que esta será la última gira de El Puchero. Que después de este Hasta la Vista Tour sus vidas se separan. Si es así, perderemos una de esas voces características que nos ha acompañado en tantas y tantas noches. Algunas de sus canciones son auténticos himnos como se demostró en estas Fiestas de Coslada cuando empezaron a sonar los primeros acordes de Asuntos Serios o La Quiero a Morir. La combinación de esa guitarra flamenca acariciada por Patricia Ramos jugando con la voz de Antonio te atrapa. Nunca una ronquera sonó tan bien arropada por el resto de la banda. Un buen aperitivo para el pricipal que llegaría cuando la luna ascendía para no perderse tampoco el concierto de Vetusta Morla.
Bastó que Pucho agitara sus alas para que empezara el Espectáculo, así, en mayúsculas. Porque lo que hacen Vetusta Morla sobre un escenario va más allá de la música. Trasciende el propio concierto para crear una atmósfera con un sello tan característico que lo convierte en una experiencia para todos los sentidos. Es asombroso comprobar concierto tras concierto la evolución de estos chicos. No hace tanto que se lanzaban al vacío buscando Un Lugar en el Mundo con la insolencia del adolescente que sabe que tiene algo muy bueno entre manos. Saltaron por los aires las reglas con sus letras, sus vídeos en plano secuencia y un directo que empezaba a mostrar todo su potencial.
Cuando encontraron los Mapas, el adolescente insolente se había convertido en un joven prometedor. Eran los primeros de la clase y tenían que demostrarlo reválida tras reválida hasta que se doctoraron Cum Laude cuando reventaron una montaña dejando a la altura del betún a aquellos que decían que eran su referencia. Aquella noche en el BBK, hasta el camerino de Tom Yorke sintió el terremoto.
Y cuando sus críticos deseaban que se fueran a La Deriva, el ya adulto decidió darle un giro a lo que se esperaba de él. La crítica, la denuncia, la rabia de estos tiempos hecha música. Pero hacía falta algo más, y Vetusta Morla lo tenía. Todas esas sensaciones había que plasmarlas en un concierto a través de la luz, de las sombras y, una vez más, lo ha vuelto hacer. En las Fiestas de Coslada, al aire libre y sobre el que quizá no era su mejor escenario, volvió a funcionar la maquinaria. Desde que abrieron con La Deriva hasta que cerraron con Los Días Raros, himno tras himno, te transportan a su universo, te mueven dentro de él y te hacen gritar hasta que te quedas ronco con cada una de sus letras. Durante dos horas estás bajo el efecto hipnótico de su mundo. No hay nada más. Ellos, cada uno a su manera y tú. Nada se interpone. Cada efecto está pensado, cada gesto está estudiado, cada canción tiene su momento. Y funciona y se acerca mucho, mucho, mucho a la perfección.
Así terminaba una noche de Fiestas de Coslada. Y caminando de vuelta por la Avenida de la Constitución sólo quedaba alzar la vista en busca de esa luna que seguía impresionada por el concierto que acababa de ver.
J&B
Casi sin tiempo de saborear la primera cerveza el sonido de La M.O.D.A. nos obliga a ir en su búsqueda. Inconfundibles en su directo, se les nota mucho más maduros pero igual de rompedores que aquella noche en la que los conocimos como teloneros de Frank Turner. Desde entonces ha pasado año y medio de conciertos, festivales, carretera, experiencias, directos, directos y más directos. Su nuevo disco mantiene la esencia de estos burgaleses aunque la gente sigue saltando y gritando las letras de sus canciones más conocidas. Sobre el escenario se mueven con soltura, con miradas cómplices, pasándoselo bien, que es de lo que se trata cuando uno sale con sus colegas a defender su música sobre un escenario. Sin duda, fue una bonita forma de ver atardecer.
Ya con la noche sobre nuestras cabezas la voz ronca de Antonio Arco rompía el silencio. Dicen estos granaínos que esta será la última gira de El Puchero. Que después de este Hasta la Vista Tour sus vidas se separan. Si es así, perderemos una de esas voces características que nos ha acompañado en tantas y tantas noches. Algunas de sus canciones son auténticos himnos como se demostró en estas Fiestas de Coslada cuando empezaron a sonar los primeros acordes de Asuntos Serios o La Quiero a Morir. La combinación de esa guitarra flamenca acariciada por Patricia Ramos jugando con la voz de Antonio te atrapa. Nunca una ronquera sonó tan bien arropada por el resto de la banda. Un buen aperitivo para el pricipal que llegaría cuando la luna ascendía para no perderse tampoco el concierto de Vetusta Morla.
Bastó que Pucho agitara sus alas para que empezara el Espectáculo, así, en mayúsculas. Porque lo que hacen Vetusta Morla sobre un escenario va más allá de la música. Trasciende el propio concierto para crear una atmósfera con un sello tan característico que lo convierte en una experiencia para todos los sentidos. Es asombroso comprobar concierto tras concierto la evolución de estos chicos. No hace tanto que se lanzaban al vacío buscando Un Lugar en el Mundo con la insolencia del adolescente que sabe que tiene algo muy bueno entre manos. Saltaron por los aires las reglas con sus letras, sus vídeos en plano secuencia y un directo que empezaba a mostrar todo su potencial.
Cuando encontraron los Mapas, el adolescente insolente se había convertido en un joven prometedor. Eran los primeros de la clase y tenían que demostrarlo reválida tras reválida hasta que se doctoraron Cum Laude cuando reventaron una montaña dejando a la altura del betún a aquellos que decían que eran su referencia. Aquella noche en el BBK, hasta el camerino de Tom Yorke sintió el terremoto.
Y cuando sus críticos deseaban que se fueran a La Deriva, el ya adulto decidió darle un giro a lo que se esperaba de él. La crítica, la denuncia, la rabia de estos tiempos hecha música. Pero hacía falta algo más, y Vetusta Morla lo tenía. Todas esas sensaciones había que plasmarlas en un concierto a través de la luz, de las sombras y, una vez más, lo ha vuelto hacer. En las Fiestas de Coslada, al aire libre y sobre el que quizá no era su mejor escenario, volvió a funcionar la maquinaria. Desde que abrieron con La Deriva hasta que cerraron con Los Días Raros, himno tras himno, te transportan a su universo, te mueven dentro de él y te hacen gritar hasta que te quedas ronco con cada una de sus letras. Durante dos horas estás bajo el efecto hipnótico de su mundo. No hay nada más. Ellos, cada uno a su manera y tú. Nada se interpone. Cada efecto está pensado, cada gesto está estudiado, cada canción tiene su momento. Y funciona y se acerca mucho, mucho, mucho a la perfección.
Así terminaba una noche de Fiestas de Coslada. Y caminando de vuelta por la Avenida de la Constitución sólo quedaba alzar la vista en busca de esa luna que seguía impresionada por el concierto que acababa de ver.
J&B
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