Nos acercamos a la sala But de Madrid a pasar un buen rato. Tampoco es que nos dejemos influir demasiado por todo el rollo de "con las Hinds o contra las Hinds" que parece instaurado en los mentideros musicales patrios, pero los días antes del concierto nos hemos empapado de información y casi todo el material que hemos encontrado hablaba muy poco sobre música y mucho sobre el "fenómeno" de esta banda de Malasaña. Que si en tan sólo dos años de vida ya han tocado por medio mundo, que si se lo merecen o no, que si son un producto prefabricado, que si son muy malas, sin más... Como digo, muy poco sobre música, sobre actitud o sobre el saber hacer.
Hinds parecen una especie de diana para las críticas, está comprobado.
La curiosidad nos acompaña escaleras abajo, hacia el club Ochoymedio.
Antes de Hinds nos encontramos sobre el escenario a un Tall Juan metido en faena y a bastante público entregado. Guitarra acústica en mano, pegando voces a lo Joey Ramone, a pecho descubierto, mirada entre intensa y ajena (como la vaca que mira cómo pasa el tren), remata su concierto con una versión maquetera del 'I Wanna be Your Dog' de los Stooges que nos hace lamentar la excesiva puntualidad reinante aquella noche en la sala y nuestra falta de cálculo, que nos impidieron ver el concierto entero.
Quince minutos después salen Hinds a escena, hay expectación, la gente grita y ellas empiezas a tocar sin mucho preámbulo.
El directo avanza un tanto desgarbado y sin una intensidad especialmente sostenida. Las canciones se suceden unas a otras con parones y con cierta pérdida de gancho entre ellas. Sobre el escenario tampoco hay un exceso de desparpajo que enganche y realmente hay momentos que parecen tocar para ellas mismas. No parecen liberarse del todo, están concentradas en hacer lo que hacen sin demasiado espacio para el desmadre o la improvisación. Tan sólo algunas risas nerviosas y algunas frases de Carlota que da las gracias al público por venir y deja ver lo contentas que están de estar en casa.
También hay momentos especialmente inspirados que casi siempre tienen que ver con la compenetración de las voces de las dos cantantes / guitarristas. Voces a veces lánguidas, otras rabiosas, con esa lejanía que da el lo-fi, que se pisan y se entremezclan en estrofas y coros, y con un sonido de guitarra limpio que parece venir del pasado con reverb surfera de fondo. Quizá ahí está la fuerza de Hinds, que con todos esos ingredientes consiguen un sonido propio bastante reconocible.
Canciones como 'Garden', 'Davey Crockett' y sobre todo 'San Diego' las tienen especialmente conseguidas. Sobre todo en ellas llenan el recinto, la chavalada del foso se viene arriba y al final terminan tomando el escenario para gritar 'gabba gabba hey', a pesar del empeño de los seguratas, celebrando el regreso de la banda al corazón de su historia, como un día grande en la escena de Malasaña.
Todo el show tiene la dualidad de parecer un ensayo en carretera, o un directo hecho en el garage. Se foguean sobre el escenario mientras triunfan y tocan para 900 personas, casi lleno, en Madrid, y después de haber tocado en Glastonbury o en FIB el año pasado. La casa por el tejado, se tiraron a la piscina sin saber nadar y aprenden en el agua porque no les queda otra.
Quizá por eso la inquina que parecen despertar. Porque estas cuatro chicas malasañeras han conseguido en apenas dos años lo que grupos de musicazos e historia mucho más dilatada tardaron casi décadas o no conseguirán en la vida, algunos seguro que amigos suyos. Pero no se lo podemos achacar y ellas tampoco engañan a nadie. Salen a tocar, hacen lo mejor que pueden y se lo toman en serio. Punto.
Eso siempre ocurrió. Unos triunfan y otros no. Muchas veces no tiene que ver con que unos sean mejores que otros o se lo hayan currado más. Y hoy gran parte del juego se juega en las redes como extensión del bar, del barrio o del insti, más que en las salas. Triunfan porque las sigue y gustan a mucha gente, y si buscas una única razón para ello no la encontrarás. Ayuda que entre a quienes gustan, además de público muy joven hay gente con los medios y el poder de montarles giras por Australia o América, de sacarlas en las revistas de más repercusión o meterlas en los festis más top del mundo. Eso también hace.
Me encanta de ellas que se lo creen y no se lo creen, y siguen diciendo estar sorprendidas por el éxito, agarradas a una máquina que va a toda pastilla. Se ve cómo han flipado con lo que les ha pasado y lo reconocen. Pero hasta ahí. Ahora cada vez se ven más fuertes. Por eso el título del disco, que no lleva canción del mismo nombre, lo dice todo: Leave me Alone (2016), dejadme en paz y que haga lo que quiera como me dé la gana. Al que le guste bien, y al que no, también. La portada del disco también entronca con eso: nada de la foto creativa del año, más bien un retrato de bar de una noche de fiesta a altas horas, probablemente verídico.
Por eso la frase que resume el concierto, nuestras charlas post-concierto y el murmullo en torno a las Hinds la encontramos pintada con tinta fresca esa misma noche en la puerta de un bar, en Malasaña, por supuesto, y nos echamos unas risas: 'Hinds son los padres'. Al bulto, barra libre y que cada uno diga lo que quiera. Lo importante es hacer cosas... ¿o no? Pues eso.
kboy
Básicamente estás diciendo que no tocan bien, pero que tocan lo mejor que saben y ya la gente que decida si le gusta o no.
ResponderEliminarY por lo que sea a alguien con poder en los medios le ha dado por hacerlas famosas y se las llevan de gira de conciertos y de gira por los medios. Y así es muuuucho más fácil gustar. Diría yo que hay literalmente miles de grupos en España que con la promoción que Hinds llevan detrás triunfarían lo mismo o más.
encontrar esa promoción no es fácil y no es regalado, depende de la propia banda ( a no ser que seas Robe).
ResponderEliminarA mi lo que me da rabia es que se tengan que salir fuera de España para encontrarla y que aquí no se de cabida a estos grupos y solo podamos dar promoción a grupos madeinOT.