21.30h. Un gran círculo de luz ilumina la pista desde el escenario, enorme, del Palacio de los Deportes (Wizink) de Madrid. 14.000 personas, no cabe ni una más, abarrotan el recinto para recibir a un fenómeno que parece no tener techo pero que sin duda esta noche ha alcanzado un hito. No es una banda de rock, ni de pop, ni una gran superstar aupada al olimpo por las redes, las radios o el márketing más actual.
No. Es un rapero del barrio La Jota de Zaragoza el que está a punto de salir a escena. Estamos en el Palacio, esperando al rey.
La noche es especial por lo que significa para Kase.O y para la gente que le seguimos hace tiempo, 'la primera frase es para los que están desde el inicio'. Pero también para el hip hop y la música en general de este país. Es, en definitiva, un concierto histórico.
R de Rumba suelta la base, la introducción a esa catarsis a la que te invita Kase.O en sus conciertos. Él siempre estuvo en otra liga, pero ahora está en otra dimensión, la energía se puede notar a su salida. Javier Ibarra la atesora y la multiplica. El ambiente es de olla, con la ilusión a presión.
Kase.O ejerce de Maestro de Ceremonias (MC) en su más vieja y olvidada acepción. No sólo hay música y raps, hay un hilo conductor, hay interacción, una historia que se desarrolla, un rito casi espiritual. Hay un mensaje de amor en el Círculo. De amor al otro, 'chicos, cuidad a las chicas, no permitáis menosprecios ni abusos', al que está lejos, 'vamos a gritar Paz para todos aquellos que lo están pasando tan mal, creed que les va a llegar' y al que está al lado, 'abrazaos al que está a vuestro lado, daos amor'.
Te puede gustar el rap o no, pero es seguro que nunca estarás en un concierto como el de Kase.O, en el que el protagonista va creciendo entrelazando canciones y discursos, y haciéndose cada vez más luminoso, alimentando su propio mito.
Muchas sorpresas para esta noche. Para empezar no nos esperábamos la aparición del extraterrestre, prometido en la intro de El Círculo. De nombre Félix, apareció un par de veces entablando conversación con el público en un gag quizá un poco forzado. "El arquitecto de la raza humana que escucha a Violadores del Verso".
Algunas cosas estaban cantadas. El Momo es el perfecto escudero a los coros y las dobles voces. Y cuando tiene su momento lo aprovecha de manera precisa y brutal. Seguros estábamos de que Sho-Hai y Xhelazz aparecerían por allí para cantarse esos "Viejos Ciegos", nostalgia de borracheras adolescentes, oda a esos tiempos que nunca volverán. Por cierto que Xhelazz sigue siendo una auténtica fuerza de la naturaleza rapeando, qué bárbaro.
Bastante probable era que Hermano L y Shabu One acompañaran al Ibarra en su delicatessen jamaiquina, 'Pavos Reales' en la que faltó MCKlopedia por "razones burocráticas". Incluso podíamos suponer que saldría al escenario Najwa Nimri, sensual y sugerente para poner la guinda en la erótica 'Mitad y Mitad', reconfirmando que ella y sólo ella podía darle a esa canción el toque que requería.
Pero hubo dos sorpresas significativas que chocan por lo inesperado. La primera que al picar al telefonillo que da paso a la canción "Mazas y Catapultas", la que contestara fuera Rozalén. Al Kase le impactó la improvisada versión que la artista hizo de su canción (ya nos lo contaba en la rueda de prensa) y sin ningún complejo la llamó para colaborar en Zaragoza y repitió invitándola a cantar en su gran noche de Madrid. Rozalén, claro, encantada y algo sorprendida por el tirón humano del Ibarra, sentenciaba: 'sois una revolución musical pero también una revolución social necesaria'. Quedaba así patente, por si no estaba suficientemente claro, la universalidad alcanzada por el maño.
La otra gran sorpresa de la noche fue una ausencia. La de Lírico. Difícil de comprender. A no ser que esté en una expedición en un carguero por el ártico, las razones que se me ocurren para su falta están relacionadas con las relaciones personales. Incluso en un momento de la noche, tras la salida de Hate, el público empezó a corear el nombre de Lírico. Kase.O levantó ojos y dedo al cielo y sin hacer ni una sola mención, siguió con 'Repartiendo Arte'. Si alguien sabe lo que pasa con Lírico, que nos lo cuente por favor.
Lo que no es sorpresa es el desarrollo, sobre todo para los que repetían encuentro, [Lee la crónica de Febrero en La Riviera]. Kase.O logra una comunidad absoluta con su público y el concierto se convierte en un hermanamiento, celebración de la vida, reivindicación desde el positivismo. El gran chamán en el escenario y todos los fieles cantando al unísono canciones, repitiendo mantras, gritando palabras que tienen que ver con el amor y con la paz, con estar bien. Sonrisas y felicidad. Arcoíris.
Y así fue transcurriendo las dos horas y pico de catarsis colectiva que propone Kase.O. Trabajando cuerpo (tramos para mover el cuello), espíritu (tramos para sentir y recordar) y mente (tramos para pensar y trasladar un mensaje positivo), se pasa de la asimilación inicial a la explosión final en la que se encadenan como en una montaña rusa: 'Ballantines' (rescatada para la ocasión, gracias Javi), 'Basureta' y para alejar el drama 'Cantando' y dejar flotando en el aire decenas de mensajes y una energía palpable, que puede resumirse en el ya conocido mantra: 'cuanto más amor das, mejor estás'.
Quizá, como él dice, Kase.O no sea ejemplo de nada, pero lo que sí es cierto es que hoy por hoy es un espectáculo superlativo, con una perfecta compenetración artista - público y un logrado equilibro entre la diversión, la música y la responsabilidad de tener un micro y usarlo para el bien.
La leyenda continúa...
kboy
Comenta por favor!
Hay 0 comentarios hasta ahora. Añade algo ;)