Anunciaron la Fiesta más Grande del Año. Anunciaron sorpresas. Anunciaron que todas las "Maricarmen" entrarían gratis. Anunciaron Sold Out. Y La Pegatina cumplió. Con mayor o menor éxito, pero cumplió. Si se lo preguntas a la gran mayoría de los 9000 que llenaron la pista y una de las gradas del Palacio de los Deportes de Madrid, dirían que sí, que cumplieron. Si se lo preguntas a Mari Carmen, de Donosti, y que, efectivamente, entró gratis al concierto, también te diría que sí.
Todo invitaba a ello: Tres pantallas para no perderse nada, un escenario espectacular en dos alturas para que todos los integrantes del grupo y los invitados tuvieran cabida y disfrute, una extensión al escenario que prometía más de una emoción... Y por si fuera poco, una lista de invitados con Macaco, Amaral, Balkan Paradise Orchestra, Ander Green Valley, Rozalén, Arco, Rayden o el Niño de la Hipoteca. Ahí es nada.
Con puntualidad y una "escacharrada" cuenta atrás arracaron. Para empezar ese mix al que nos tienen acostumbrados con el confeti volando por el Palacio (eso sí, esta vez no estaba personalizado con su nombre). La gente llevaba esperando ese momento y se notó, locura desatada y brazos al aire. Quizá por llevar esperando tanto tiempo ese momento, llamó la atención que no se lanzaran directamente sobre la extensión del escenario y se quedaran en la parte de atrás.
Apenas cuatro canciones tardó en aparecer el primero de los invitados: Macaco y su gorro de lana fueron los encargados de abrir la sección colaboraciones. Sin tener todavía un sonido a la altura del momento fueron pasando las canciones, las intervenciones de los pipas (de los más aclamados y esperados sobre el escenario). No acaba de sonar todo lo nítido ni todo lo cañón que se esperaba. Y cuando ya íbamos a empezar a maldecir otra vez a la acústica del Palacio apareció Ella. Con un vestido rojo espectacular y, sobre todo, con un torrente de voz que barrió con la primera nota todos los problemas de sonido. Amaral subió el listón y los chicos de La Pegatina no se quedaron atrás.
Las canciones iban pasando y seguía faltando algo, sí el concierto fluía, la gente coreaba los clásicos de La Pegatina con los últimos himnos, pero seguía faltando algo. Una chispa que hiciera saltar por los aires el guión previsto (en el que se les veía algo encorsetados). Esa chispa llegó desde México (o desde la Plaza Mayor, no estamos seguros) con Los Mariachis. Sí, porque cuando creíamos que aquello no podía dar el giro a la fiesta improvisada, aparecieron unos sombreros enormes, unos trajes negros inconfundibles y un ritmo que puso patas arriba a la gente. Y para evitar que aquello bajara tuvieron que salir ellas, Las Balkan Paradise Orchestra (el balkan, siempre el balkan) sacaron sus vientos y su desparpajo a pasear por el escenario. Y ellas sí, ellas sí que se fueron hacia adelante, se adueñaron del concierto y marcaron un ritmo que no pararía hasta el final.
Rozalén desató la locura entre las fans. Se reunió de nuevo La Gran Pegatina con La Canija al mando (está claro que cuando ellas dan un paso al frente no hay quien las siga) y se vio esa química tan especial que consiguieron con aquella supergira. Y casi dos horas y media después llegó el final. Un final con todos los artistas sobre el escenario buscando al hijo de Mari Carmen. Una rave en toda regla en la que las maricarmen del Palacio se hacían protagonistas (y eran unas cuantas, prometido).
El éxtasis había llegado pero faltaba una última sorpresa (cómo no!). 6000 pares de calcetines llovieron desde el techo del Palacio para batir un récord. Con el lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo volaron esos calcetines y se puso la guinda a la Fiesta Más Grande organizada por La Pegatina. Ahora, unos días de reflexión y a cargar las pilas porque la temporada festivalera viene cargadita con ellos.
J&B
Todo invitaba a ello: Tres pantallas para no perderse nada, un escenario espectacular en dos alturas para que todos los integrantes del grupo y los invitados tuvieran cabida y disfrute, una extensión al escenario que prometía más de una emoción... Y por si fuera poco, una lista de invitados con Macaco, Amaral, Balkan Paradise Orchestra, Ander Green Valley, Rozalén, Arco, Rayden o el Niño de la Hipoteca. Ahí es nada.
Con puntualidad y una "escacharrada" cuenta atrás arracaron. Para empezar ese mix al que nos tienen acostumbrados con el confeti volando por el Palacio (eso sí, esta vez no estaba personalizado con su nombre). La gente llevaba esperando ese momento y se notó, locura desatada y brazos al aire. Quizá por llevar esperando tanto tiempo ese momento, llamó la atención que no se lanzaran directamente sobre la extensión del escenario y se quedaran en la parte de atrás.
Apenas cuatro canciones tardó en aparecer el primero de los invitados: Macaco y su gorro de lana fueron los encargados de abrir la sección colaboraciones. Sin tener todavía un sonido a la altura del momento fueron pasando las canciones, las intervenciones de los pipas (de los más aclamados y esperados sobre el escenario). No acaba de sonar todo lo nítido ni todo lo cañón que se esperaba. Y cuando ya íbamos a empezar a maldecir otra vez a la acústica del Palacio apareció Ella. Con un vestido rojo espectacular y, sobre todo, con un torrente de voz que barrió con la primera nota todos los problemas de sonido. Amaral subió el listón y los chicos de La Pegatina no se quedaron atrás.
Las canciones iban pasando y seguía faltando algo, sí el concierto fluía, la gente coreaba los clásicos de La Pegatina con los últimos himnos, pero seguía faltando algo. Una chispa que hiciera saltar por los aires el guión previsto (en el que se les veía algo encorsetados). Esa chispa llegó desde México (o desde la Plaza Mayor, no estamos seguros) con Los Mariachis. Sí, porque cuando creíamos que aquello no podía dar el giro a la fiesta improvisada, aparecieron unos sombreros enormes, unos trajes negros inconfundibles y un ritmo que puso patas arriba a la gente. Y para evitar que aquello bajara tuvieron que salir ellas, Las Balkan Paradise Orchestra (el balkan, siempre el balkan) sacaron sus vientos y su desparpajo a pasear por el escenario. Y ellas sí, ellas sí que se fueron hacia adelante, se adueñaron del concierto y marcaron un ritmo que no pararía hasta el final.
Rozalén desató la locura entre las fans. Se reunió de nuevo La Gran Pegatina con La Canija al mando (está claro que cuando ellas dan un paso al frente no hay quien las siga) y se vio esa química tan especial que consiguieron con aquella supergira. Y casi dos horas y media después llegó el final. Un final con todos los artistas sobre el escenario buscando al hijo de Mari Carmen. Una rave en toda regla en la que las maricarmen del Palacio se hacían protagonistas (y eran unas cuantas, prometido).
El éxtasis había llegado pero faltaba una última sorpresa (cómo no!). 6000 pares de calcetines llovieron desde el techo del Palacio para batir un récord. Con el lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo volaron esos calcetines y se puso la guinda a la Fiesta Más Grande organizada por La Pegatina. Ahora, unos días de reflexión y a cargar las pilas porque la temporada festivalera viene cargadita con ellos.
J&B
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