Acudir al FIB en 2019 sólo se entiende desde la feligresía o la sociología. La mutación del festival desde aquellos embrionarios noventa ilustra bien dos cosas:
a) que, efectivamente, cualquier componente cultural en la industria musical pasó a mejor vida enterrado por el ocio de sangría (Ochoymedio dj´s en el cartel, que se vea)
y b) que la nostalgia, la actualidad y el mercado comparten cama redonda y en este caso uno de los tres ha comprado condones para las otras dos.
Si hace unos años el FIB se postulaba como el paladín de la autenticidad y de keep the spirit alive, ahora se deja contagiar por la aberración (en el sentido puro del término: miren el diccionario) del Primavera Sound en pleno deus ex machina del perreo hipster. En la nostalgia -y parece que en la autenticidad- le ha comido la tostada el Visor Fest, y en la marabunta aún gana el circo de Barcelona. Como bien decían Héroes del Silencio (¿para cuando cabezas de cartel?) está entre dos tierras.
La reducción de aforo y la compra del chiringuito por los mamporreros (nuevamente, miren el diccionario) responsables del Arenal Sound puede ser señal de que el ataúd sigue recibiendo clavos o, por contra, píldora resurrectora porque no olvidemos que nadie se gasta el dinero más a lo tonto que el festivalero medio y The Music Republic sabe mucho de eso. Quizás trasladen a Benicàssim las únicas tres aportaciones socioculturales del festival de Burriana: la piscina marrón, la lipotimia y más camellos por metro cuadrado que en Miami Vice. O quizás consigan encauzarlo musicalmente y devolver al FIB al lugar que le corresponde por historia. Veremos.
Pasando a lo realmente importante (!), que es la música, tras la habitual verbena del jueves el viernes empezó la cosa bien y fuerte con Mavi Phoenix y The Big Moon , una a base de petardeo y otro a base de indie de manual, pero la competencia es competencia se sea fontanero o se salga a hacer el mandril a un escenario: muy bien los dos. De La M.O.D.A. no vamos a decir nada para no ofender, y de Yellow Days una no sabría qué escribir si no fuese para National Geographic. Pasa que luego llegan The 1975 que son de Manchester y ahí si hay una banda que sabe entender legados y aunarlos con contemporaneidad. Cabeza de cartel bien gordo para Lana del Rey , que pese a seguir pareciendo un jamón deshuesado sabe mover a su público y entendiendo muy bien de qué va la película: tiene glamour y tiene gracia, concierto muy bueno el suyo.
El sábado llega La Zowi , paradigma del nuevo punk que es el TRAP (¿ein?) , movimiento al que desde servicios sociales deben seguir poniendo velas por evitarles sobrecarga de trabajo. Me gustó Alien Tango , bastante refrescante para la calina y lo suficientemente ligero para poner a todo el mundo una sonrisa de muda. Lo de Carolina Durante no se entiende ya no sólo porque sean unos one hit wonder como un diplodocus sino porque son más aburridos que el latín antiguo, pero bueno, mueven gente borracha que supongo es para los que les llamaron. Belako son todos/as muy guapos/as y van muy limpitos, Jess Glynne fue un justificado brindis al sol (tiene estilazo y voz) y Kings of Leon pues...son Kings of Leon; sabes lo que vas a ver y no engañan, y encima lo hacen bien (son un placer culpable personal, ¡un saludo, Pep!).
Del domingo poco pude ver por horarios de trenes y porque me iba a ver a Tears for Fears a Valencia, así que un poco de Sundown Wolves (bien, pasables) y adiós (eran cabezas de cartel Vetusta Morla y su clinic habitual de cómo mezclar el pop de estadio y la mimosa existencia del afectado músico indie pop, como si fuesen suaves y desdichados animalillos azules peluditos).
No me entiendan mal: el FIB es una fiesta y como tal se disfruta. Pero no miren más allá porque están las montañas y no dejan ver detrás. El año que viene, más y mejor.
Annita
Fotos: Shaila
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