Decían los carteles que Madrid es Negro, por lo menos en Febrero y así lo quisimos comprobar la última noche de Enero. La Sala El Sol fue la encargada de acoger los primeros conciertos de la cuarta edición del Festival Madrid es Negro y aunque tardó en empezar (una hora casi de retraso sobre el horario inicial), lo hizo con ganas.
Para ello, nada mejor que empezar con la voz cautivadora de Astrid Jones acompañada por The Blue Flaps. Su presencia llenaba el escenario de una sala que celebra ya la treintena y sigue tan joven como el primer día. El alma de todos ellos latía en cada nota, el soul mezclado con el jazz, agitado con el funky y aderezado con unas gotitas de reggae. Un cocktail para saborear lentamente, para disfrutar durante una hora, para escuchar inmóvil ante la magia de esa voz, esa sonrisa y esa mirada. Una mezcla que también es denuncia y que sirve para rendir memoria a Samba, la inmigrante muerta en Madrid. Para recordarnos a todos que somos mezcla, mestizaje, fusión. Y eso no lo puede parar ninguna frontera.
Tras una hora, un pequeño descanso y un cambio radical de estilo. Nos abrochamos los cinturones y nos subimos a la nave interestelar de Pyramid Blue. Un viaje astral hacia ningún lugar del universo y en el que sobrevolamos los poblados africanos, disfrutamos de las playas caribeñas y nos sumergimos en lo más profundo del desierto de Arabia para buscar las mil y una noches. Una mezcla hipnótica por momentos que acabó por hacerse algo larga.
Y para terminar esta transformación del Alma, el escenario de la Sala El Sol se llenó de son, el que puso La Orquesta del Solar. Un numerosísimo grupo a la antigua usanza que demostró que los ritmos cubanos no pasan de moda, que el sonido caribeño, por mucho frío que haga fuera nos hace bailar en los sótanos de Madrid y que, efectivamente, como decían los carteles, Madrid es Negro.
J&B
Para ello, nada mejor que empezar con la voz cautivadora de Astrid Jones acompañada por The Blue Flaps. Su presencia llenaba el escenario de una sala que celebra ya la treintena y sigue tan joven como el primer día. El alma de todos ellos latía en cada nota, el soul mezclado con el jazz, agitado con el funky y aderezado con unas gotitas de reggae. Un cocktail para saborear lentamente, para disfrutar durante una hora, para escuchar inmóvil ante la magia de esa voz, esa sonrisa y esa mirada. Una mezcla que también es denuncia y que sirve para rendir memoria a Samba, la inmigrante muerta en Madrid. Para recordarnos a todos que somos mezcla, mestizaje, fusión. Y eso no lo puede parar ninguna frontera.
Tras una hora, un pequeño descanso y un cambio radical de estilo. Nos abrochamos los cinturones y nos subimos a la nave interestelar de Pyramid Blue. Un viaje astral hacia ningún lugar del universo y en el que sobrevolamos los poblados africanos, disfrutamos de las playas caribeñas y nos sumergimos en lo más profundo del desierto de Arabia para buscar las mil y una noches. Una mezcla hipnótica por momentos que acabó por hacerse algo larga.
Y para terminar esta transformación del Alma, el escenario de la Sala El Sol se llenó de son, el que puso La Orquesta del Solar. Un numerosísimo grupo a la antigua usanza que demostró que los ritmos cubanos no pasan de moda, que el sonido caribeño, por mucho frío que haga fuera nos hace bailar en los sótanos de Madrid y que, efectivamente, como decían los carteles, Madrid es Negro.
J&B