Iboga está llegando a ese punto de madurez en el que un festival se convierte en clásico y tiene que empezar a dividirse entre seguir fiel a su historia y a su gente o intentar incorporar a públicos diversos para seguir creciendo o al menos mantenerse. Al llegar al recinto y ser recibidos por Vinila Von Bismark y La pegatina parece que la inclinación aperturista que ya comentábamos en las previas se confirmaba. Y el balance final de 50.000 personas durante los 5 días de duración lo ratifica.
Aunque también hay que decir que Iboga es muy suyo y ha conseguido generar un cierto sentido de propiedad y pertenencia entre sus fieles, para bien o para mal. De ahí que no me extrañara para nada que en el concierto de La Pegatina aparecieran pancartas de apoyo a Palestina que retomaban la dichosa polémica de la cancioncita eurovisiva. Dicho sea de paso, ni La Pegatina son sospechosos ni deberían entrar al trapo como banda pues nada tienen que ver, desde aquí nuestro total apoyo para ellos. Aunque me encantaría charlar con "las dos partes" sobre esas pequeñas y finas líneas por las que a veces nos movemos todos.
El marco visual de ese sentido de pertenecia sigue teniendo elementos que siguen ahí aunque ya no se les preste la misma atención, como cuando vas por tu casa y ves ese muñeco viejo que antes te hacía tanta gracia. El elefante te gana, por supuesto, un recuerdo de cuando Iboga era una sorpresa contínua. Las letras I B O G A que te reciben, la carpa de circo, el indio arrinconado al que nadie presta ya mucha atención, el atardecer sobre las montañas y el amanecer sobre las carpas de circo y de cerveza. El césped del recinto ya es uno de esos elementos, uno de los más apreciados.
La incorporación este año de la carpa dub sirve para esa diversificación de la que hablábamos, aunque al final entre adeptos y curiosos el semblante de la carpa durante la noche no pasara de un rincón en el que ocurría algo distinto, se veía el brillo de ilusión en las miradas de los artistas, por ejemplo el de los Bass Etxea Sound, y el trasiego de gente que iba allí a desconectar del mundanal concierto o batucada y que no daba para llenar.
La luna en la noche del jueves no se ve pero las camisas floreadas de Parno Graszt te recuerdan a la mesecina y sabes que está ahí. Fanfare Ciocarlia también te recuerda a eso aunque ves que han perdido algo de naturalidad con los años. El trío completado en la jornada por Bohemian Betyars, fue el mejor bloque musical del fin de semana, para mí y para más gente.
Limbotheque tiran de versiones variadas mientras todo el mundo tiene los ojos puestos en Dubioza Kolektiv. Los Bosnios están ya en el imaginario colectivo como una de esas bandas de fuera adoptadas por todo el circuito y por el público festivalero estatal de géneros diversos. Encajan en casi todos los saraos porque son muy eclécticos y muy buenos en directo. Música balcánica moderna, con esteroides electrónicos y el desenfreno propio de su tierra. Triunfadores en convocatoria y mejor concierto del Iboga 2019, con permiso de Orishas.
Ay Orishas! Sería gracioso decir que Orishas consiguieron salir vivos del chorreo de hormonas que provocaron entre l@s asistentes, y no sería mentira, pero sería injusto quedarse sólo con eso. El concierto queda un poco marcado por la falta de instrumentos suplidos por teclados y maquinitas (anda que no podíais traer unas percusioncitas siquiera). Pero también se enmarca en la cubanía, las melodías de un son que se deja entrever mezclado con los rapeos, la manera de decir las cosas y de plasmar realidades que sólo Cuba consigue fraguar, esos aires de la isla que trajeron Roldán, Ruzzo y Yotuel y que cuajaron perfectos en Iboga.
Así como Femi Kuti y sus bailarinas, que trajeron el África a nuestras vidas, esa tierra en la que el perreo ya existía antes de ponerle nombre y modernidad al asunto, de manera natural. Y Nati Bo y su mambo ska que nos llevó también a otro tiempo en el que el rocksteady y el mambo estaban sentando las bases de toda una cultura ska que conquistaría mundos y mentes más allá de Jamaica.
Sobre descubrimientos del año voy a elegir a los rusos Otava Yo (Отава Ё), mucho más divertidos en directo que lo que había escuchado de sus grabaciones y a los suecos Ska n Ska, uno de esos grupos que mezclan un montón de ingredientes para poder poner en su web que hacen ska-reggae-punk-gypsy-party y que en realidad son todo eso, y sobre todo party.
Y por la mañana... pues mira, me hace gracia una expresión que acuñamos la plana mayor festivalera desplazada a Tavernes durante las sesiones matinales de djs. Esas sesiones 'convierten a balkan-adicts en comebafles' de manera irremediable. ¿Se podrá remediar? Es la primera vez que no pongo 'balkan' como etiqueta de lo que contiene un artículo referido a Iboga, algo está pasando, siempre hay algunos brotes pero claramente los ritmos del este han perdido protagonismo. Como siempre digo lo de los DJs, propongo otras acciones, por ejemplo, en vez de siempre batucadas, ¿qué tal alguna brass band de gypsies balcánicos llevando a la locura al público iboguero entre concierto y concierto? Ahí dejo la idea.
Y dejo una frase para la reflexión, que no es mía, me la dijo alguien hablando de todo un poco bajo el sol mañanero: 'El día que Iboga se convierta en un festival de World Music, dejará de ser Iboga', me sentenció. 'Tío, es muy pronto para eso', dije yo, 'muy pronto en la mañana quiero decir'.
¿Qué opinais?
A estas alturas del desarrollo festivalero en auge, elegir bien los festis a los que quieres ir se convierte en tarea que puede parecer hasta difícil. Hay tanta oferta y tan buenos carteles que o bien optas por ir a todo lo que se mueva y se pueda, que muchas veces es lo que hacemos, o bien debes poner tus fichas festivaleras en algo que te ofrezca un plus. E Iboga Summer Festival ofrece un plus por cómo organizan su festival hacia la gente, por cómo no sucumben al postureo infinito que se está apoderando del mundillo y por cómo mantienen quizá su ensencia más primigenia. Pensar en el público. Baños deluxe, césped natural en el recinto, barras bien dimensionadas, precios de comida y bebida contenidos (eso sí, en el vaso de este año cabe menos líquido que en el vaso ancho de años anteriores, lo hemos comprobado, tenemos pruebas), agua disponible non-stop en fuentes y trompa de elefante, son detalles a apreciar. La música y el ambiente de comunidad que se genera también. Cierto es que están obligados a, y este año se ha visto, abrirse musicalmente si quieren mantener ciertas cantidades de público, supongo que es natural.
También es cierto que año tras año parece que su leitmotiv inicial, la locura balcan, mengua tanto en el escenario como en las mesas de los Djs. Sí, me repito y no, no es una pedrada mía, es algo que nos dice mucha gente que echa de menos, incluso de dentro de la organización. Algo a mejorar, no sólo en mi opinión. Como también a mejorar es el trato dispensado a las bandas y Djs de la carpa de circo, las cuales se nos quejan de vez en cuando en charlas durante el festi y en algún que otro email que nos mandan. Como llevamos diciendo algún tiempo, esperamos que ese trato cada vez sea mejor y que esos artistas obtengan tanto el trato como los réditos justos y acordados.
Con sus detalles, Iboga sigue siendo un festival especial, aunque no para todos los públicos, y espero que eso también siga siendo así. Nosotros seguiremos eligiéndolo.
kboy
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