Iboga 2022
Cuando llegamos a Iboga Festival por primera vez, allá por 2014 en Cullera nos encontramos un festival joven e idealista, cargado de buenísimas ideas quizá no ejecutadas a la perfección, pero en el que se apreciaba algo muy bonito en ciernes, que con el tiempo se fue asentando y aflorando. No hay más que leer las penurias vividas con felicidad que contaba allá por mis primeras crónicas del festival, con la comprensión del que aprecia una intención, un por qué de los fallos y una capacidad de mejora.

Y vaya si mejoró, tanto que Iboga se fue consolidando con el tiempo, con algunos conocidos y contados defectos, en un nuevo recinto en Tavernes al que los ibogueros podían llegar sin problemas y estar cómodos (lo cómodos que permite un festival modesto acampando en julio en Valencia), con servicios perfectamente dimensionados, talleres por las mañanas,  integrado en el pueblo, con varios ambientes y zonas diferenciadas para disfrutar, descansar, descubrir e interactuar. Y por supuesto una carpa de circo con sus actividades, conciertos y DJs, seña de identidad absoluta del festival.

Hasta un Iboga Kids hubo en 2018, con actividades destinadas a los peques y zonas especiales para las familias.

 

Regreso a (el nuevo) Iboga

Por eso año tras año íbamos a Iboga con la ilusión por el cartel de turno, por supuesto, pero sobre todo con la ilusión por volver a un festival que nos entendía y nos hacía estar cómodos y felices en su transcurso. Y por eso os podéis imaginar la ilusión, compartida por miles, de volver a Iboga tres años después y una pandemia mediante.

Al enterarnos del cambio de recinto - no ahondaremos aquí en las razones para el mismo - la incertidumbre afloró porque el nuevo recinto estaba a 40 minutos andando de cualquier sitio civilizado y con servicios básicos, pero también surgió en mi caso la confianza en la organización de un festival con mucha experiencia en estas lides y con una clara apuesta histórica por el bienestar de la gente, su gente.

Por eso entristece ya no contar, sino leer y escuchar los comentarios de tantos y tantos asistentes para los que parte de su festival se ha convertido en sobreponerse a la adversidad y a una serie de fallos garrafales de organización en este Iboga 2022. Sobre todo en la zona de la acampada.

Yo no estuve acampado así que no puedo opinar de primera mano, pero parece claro que los baños fueron un desastre absoluto, las sombras con los toldos de rafia eran claramente insuficientes y no había los servicios necesarios para vivir allí de manera despreocupada durante tres días.

Nosotros, como digo, íbamos desde el pueblo y después de una larga caminata sorteando el atasco monumental por falta de señalización, llegamos el jueves al recinto, con las mariposas de volver de nuevo a Iboga, mientras estaba tocando La Yegros.

Iboga 2022

Con la cumbia metida ya en el cuerpo, bailando por el camino, nos reciben en la entrada varios guardias armados hasta los dientes (metralletas incluidas) que custodian, esa parecía la palabra, el recinto de Iboga como si fuera una fortaleza a defender. ¿A defender de quién? Parece que de nosotros mismos, pues debían estar allí para controlar a peligrosas personas descalzas, bailando cumbia con escasa ropa.

Un helicóptero da vueltas sobre el recinto en vuelo bajo y un tipo de la seguridad privada (en general bordes y malencarados) me registra sacando a tirones las cosas de mi mochila, cámara incluida. Tras conseguir cruzar la entrada de lo que parecía un escape-room pero al revés, fantaseamos con la posibilidad de encontrar en el recinto una lancha de guardacostas y algunos caballos para darle un toque más pintoresco a un dispositivo que debería estar allí para cuidarnos y en lugar de eso estaban para poner multas y hacernos sentir como unos delincuentes.

Pero pronto nuestros pensamientos se dejaron llevar por el baile y la primera cerveza fría que nos esperaba. En la barra encontramos las primeras sonrisas de bienvenida que se mantendrían todo el festival, especial mención para ellos y trabajores del festi en general. Estábamos en Iboga.

Al atardecer, al recinto le favorecía el cambio. Rodeados de montañas, casi sin ver casas, en un entorno natural en el que se adivinaba el mar no muy lejos y arena bajo nuestros pies, la estampa era bonita. Sonaba 'Viene de mí' y miles de voces cantaban 'Yo no bailo la cumbia, abandono el suelo y me entrego al aire que vas dejando...'. Gran momento para olvidar las penas.

Maluks en Iboga 2022

Con los dos escenarios prometidos, tras acabar La Yegros empezaron Maluks, que desplegaron una energía recibida con ganas. Quizá no era la mejor hora para ellas, pero hicieron bailar con su mezcla de electrónica y ritmos latinos y letras surgidas directamente de la terreta.

Estuvo bien pensado el tema escenarios. Permite probar al siguiente grupo de manera más tranquila que antes y el hecho de no estar juntos también fue un acierto porque te permite cambiar de perspectiva con cada concierto sin que pare la música.

 

La Música

Porque la música es el primer pilar de Iboga. Grandes bandas y propuestas hemos visto durante los tres días que asistimos al festival.

Por ejemplo Dub Inc., que son la pura perfección. Políticos, divertidos, musicales, clavando cada cambio, cada fraseo, de una manera natural. Cero por ciento impostados, cien por cien música y flow. Uno de esos grupos que te dejan con buen rollo dentro y encantado de haber visto un concierto hecho con mucha clase y mucho poso. La colabo con Skarra Mucci puso la guinda final.

Dub Inc en Iboga 2022

 

Hammond York demostraron los espectaculares músicos que son y un show muy divertido (hammond everybody!), y a Barcelona Gypsy Balkan Orchestra, una de las escasas propuestas balkan de esta edición, se les juntó que la hora era muy tarde y su música no es una tremenda y acelerada locura, con lo que esa combinación nos dejó un poco fríos. 

Siempre gusta el ska elegante de New York Ska-Jazz Ensemble, y me sorprendió para bien la selección de ritmos latinos de Guts.

Y por supuesto Goran Bregovic. Acabaron tres años sin ver a Goran después de haberlo visto al menos una vez al año desde 2011. Y ahí estábamos los dos, mirándonos a los ojitos, sonriendo como si no hubiera pasado el tiempo. Yo haciéndole fotos y él controlando a una banda de gitanos capaces de hacer volar a multitudes. Por supuesto demuestra lo que gusta el balkan al público iboguero. El bosnio volvió a dar una lección de cómo llevar un show que engancha con subidas y bajadas de ritmo y crea una atmósfera única. Y la gente estaba encendida y sin poder parar de reír y chapurrear canciones en romaní. Como anécdota, después de dar cuenta de todos sus clásicos, Goran preguntó al público si debía tocar 'Kalashnikov' dada la situación. La aprobación fue unánime, y 'Kalashnikov' sonó, vaya si sonó.

Goran Bregovic - Iboga 2022
 


Talco recogieron el testigo y a la marabunta para que el polvo suspendido en el aire por los saltos y bailes balkánicos no decayera ni un instante. Con bloques de treinta minutos sin respiro, el comentario recurrente de Dema sobre si estaban mayores quedaba una y otra vez ensombrecido por la energía de los italianos. La P'tite Fumée se encargaron de rematar al personal con un concierto cada vez más sólido y vertiginoso, cerrando el mejor tramo musical del festival, para mi gusto.

El sudor infinito se apoderó de todo el mundo y ni siquiera las cuatro gotas que cayeron del cielo consiguieron refrescar el ambiente.

Los argentinos La Fanfarria del Capitán tienen algo diferente, aunque no acabaron de cuajar, y presentar su Bella Ciao como una canción de La Casa de Papel hizo que mi interés bajara muchos enteros. Pero les daría otra oportunidad.

El sábado, mientras Eskorzo se deja la piel para volver loca de bailar a la gente, nuestro amigo el helicóptero levanta el vuelo desde su base a 20 metros escasos del escenario principal, para volver a protegernos de nosotros mismos, y sus aspas nos dan un poco de aire para refrescar la humedad. Lástima que la música de los granadinos se mezcle con el ruido de los motores. (Ver foto de portada). Me pregunto cuánto costará una hora de vuelo de ese aparato.

Las Hijas de la Cumbia han sabido armar un show en el que el susodicho género es protagonista pero ofrecen algo más con su desparpajo, sus bailes y una intención social muy reconocible. Auxili son un seguro y más tocando en casa y Al Jawala tuvieron una primera hora brutal de ritmos a dos saxos, que luego se hizo un poco largo. Los North East Ska-Jazz Orchestra hubieran deseado tocar en el escenario grande siendo los quince que eran. Me gustaron pero les adiviné demasiado comedidos por el espacio.

Con eso y horas y horas de DJs tek (Vandal, BillX, Mat Weasel, Parkineos, Yowii...), acabó amaneciendo cada día en un Iboga sin carpa de circo, tristemente desaparecida en esta edición.

Iboga 2022


Conclusiones

La conclusión de lo ocurrido en Iboga 2022 es que nos ha dejado con un sabor agridulce. El cartel se anunciaba como el mejor de su historia y para mí, poniéndome exquisito, han faltado un par o tres de bandas de renombre para eso (Dubioza por ejempo eran bastante claros). Pero sí lo considero notable, horas y horas de músicas del mundo de gran calidad. Por otro lado la apuesta por las bandas de la tierra es de aplaudir y lo hago desde aquí. Nunca me hace mucha gracia resaltar la presencia de un montón de chicas sobre los escenarios (La Yegros, Maluks, Sara Hebe, Tesa, Hijas de la Cumbia, la Fanfarria, Al Jawala, Kumpania Algazarra...) porque debería ser algo normal. Pero hasta que sea normal, lo resalto, y también lo aplaudo.

Pero cosas como las contadas de un camping montado sin el menor de los cariños, los accesos mal pensados (sólo unos pocos vieron el bus que llevaba al pueblo como un espejismo en el desierto), el tema de la intimidante seguridad, los precios algunos elevados y otros directamente absurdos, el tema del agua en el recinto, y otras que no caben ya en estas líneas, hacen que la sensación que queda sea rara. Algunas cosas son comprensibles porque el primer año en un recinto nuevo siempre es complejo, pero otras no.

Sobre el agua sí me quiero detener. El viernes (segundo día de festival) vimos cómo la organización comunicaba que ya se podían meter botellas de agua en el recinto. Una botella pequeña y sin tapón, eso sí (para "que no se use como arma arrojadiza"), cuando dentro te las vendían con tapón a 2€. No puedo entender que la gente se tenga que quejar en el cacareo de las redes sociales para que la organización de Iboga deje meter agua en el recinto, con ola de calor y humedad sin límites. 

¿Cómo es posible que no hayan pensado en eso antes? ¿Y cómo es posible que cuando lo piensan sea para permitir una mísera botella de 33 irrisorios cl? Y para colmo, para rellenar botella o vaso, las únicas fuentes de agua salían de la trompa de nuestro querido elefante iboguero, a veces a chorro, otras a gotitas, y de una manguera en el suelo, para 10.000 personas en hora punta. Con lo fácil que es poner una estructura con 20 grifos de agua. No debe valer tanto, y eso es cuidar a la gente chicxs! Eso es Iboga.

También soy consciente de lo fácil que es escribir esto aquí y lo difícil que es montar un festival. Pero creedme, me paso la vida en un festival, y se puede hacer, doy fe. Y vosotros tenéis ocho años de experiencia.

Elefante Iboga 2022


El ideal de un festival en un entorno natural y camping cerca de la playa y vistas espectaculares de las montañas al atardecer, se convirtió en eso, un ideal bonito que resultó estar mal resuelto. 

Todo eso obliga a tener una infraestructura en la que no sólo los servicios mínimos estén cubiertos. Y resulta que ni esos lo estaban. Se puede crecer, pero hay que estar preparado para ello y hacerlo manteniendo las cosas que ya hacías bien.

Al evolucionar da la impresión de que Iboga se ha dejado algo de magia por el camino, que quizá podamos resumir en la atención a la gente, su gente, segundo pilar del festival. Un público fiel como pocos, que ha vuelto año tras año con la ilusión no ya de asistir a un festival, sino de formar parte de él. Este año Iboga ha dado cierta sensación de falta de previsión, cosa rara con los años que llevan.

Es posible que se hayan cargado un poquito ellos mismos aquello que diferenciaba Iboga y lo hacía un festival especial y casi único en su especie, para acercarse a algo más convencional. No se. Por todo lo contado no han conseguido crear esa magia que venimos contando desde hace siete años. Eso sí, Iboga sigue siendo un festi distinto que no tiene demasiada competencia en cuanto a la mezcla musical en el cartel y un tipo de público muy concreto.

La magia del Iboga se atisbaba pero no te envolvía como solía, porque estuvo esta vez concentrada en dos de los tres pilares del festival: la música y la gente. Falló el pilar de quien organiza. Estoy seguro que si mantienen el recinto, el año que viene será todo mucho mejor.

Eso sí. A pesar de los pesares, lo que la magia de Iboga mantiene es algo de valor incalculable: mucha gente rebonica con la que compartir bailes, sonrisas, reencuentros, primera línea de valla, momentos de noches bailongas y amaneceres inspirados. Gente que hubiera merecido que se la tratara mejor en muchos aspectos. Porque este año para mucha gente, el agobi ocurrió durante el festival, y para eso no hay excusas.

Pase lo que pase con Iboga en el futuro, ya sabéis, Carpa Diem  🎪Carpa en Iboga 2018

kboy

 

Iboga 2022
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