Bilbao BBK LIVE 2014Por problemas del directo y porque así es la vida, el segundo día no pudimos subir a Kobetamendi hasta el turno de Bastille. Teníamos ganas de ver a los sustitutos de Imagine Dragons, y gracias a Dios nos fuimos contentas. Abrieron la sucesión de temas de su único disco, Bad Blood (2013), a lo Twin Peaks con Laura Palmer. El público vibró con la pedazo de cover de Rythm of the Night de Corona, que ellos titulan Of the Night a secas. La canción era un éxito seguro, porque a los fans les encanta y los que no conocieran a la banda por lo menos se sabían el estribillo de esta. Cerraron su actuación con, como ellos admitieron, su “canción Bastille por excelencia”. Esa que les catapultó a la fama nada más pisar el mundo de la industria: Pompeii. El soniquete del ‘e-eo-eo’ todavía duró un par de minutos una vez finalizado el concierto, lo que arrancó una enorme sonrisa de la voz cantante de los londinenses, Dan Smith.

Bastille en Bilbao BBK LIVE 2014

Después, tuvimos para elegir: Jack Johnson e Izal coincidían. Nos decantamos por los segundos y alucinamos. En el escenario Sony no cabía ni el apuntador, e incontables juguetes hinchables botaban sobre la multitud: un teléfono, una pelota, una mano... “¡Que nos oiga Jack Johnson!”, gritó Mikel Izal, vocalista de la formación. Y vaya que si debió oírles. El público coreó una canción tras otra, sin descanso. La legión de fans de Izal es abundante y parecen fieles. Después de esta actuación, suponemos que su fama solo puede ir a más. Es cuestión de tiempo ver hasta dónde llegan estos chicos, pero algo nos dice que será bien lejos.


Foster The People en Bilbao BBK LIVE 2014Comenzaba a bajar el sol cuando llegó el turno de Foster the People. Cada vez más gente se acercaba al lugar y cada vez menos eran los que se movían tras cada actuación, a la caza del mejor sitio desde donde ver a The Prodigy. Los californianos era otra de las bandas que aglutinaba a más seguidores este año. Mark Foster, líder de la banda, salió a las tablas vestido a lo Alex Turner, aunque sus falsetes fueron marca personal. Los Foster hicieron un recorrido por toda su discografía, sin olvidarse de los primeros singles -Houdini o Call It What You Want, entre otros- ni de los más recientes -Coming of Age, que se publicó en enero de este año’-. Sin embargo, el que todos esperaban era ese que tanto sonó en televisión haciéndoles virales y que desembocó en un contrato discográfico con Columbia. Pumped Up Kicks llegó para cerrar el concierto (porque lo bueno se hace esperar) y la gente lo pilló con ganas.

Foster The People en Bilbao BBK LIVE 2014

De pronto, los altavoces del recinto comenzaron a reproducir dubstep. Se acercaba el momento, ‘el prodigio’ capitaneado por Liam Howlett. Muchos no entendimos qué pintaban The Prodigy en el cartel de este año. Un estilo totalmente fuera de lugar de una banda que hace años que no saca nada nuevo. Unos acusaron a los de Essex de estar pasados de moda; otros no aceptaron que repitieran cita en tan poco tiempo -estuvieron en el BBK 2008 y dieron otro concierto en Bilbao en 2004, pero mirad Vetusta Morla...-. Sin embargo, los británicos callaron bocas con un concierto contundente y más que multitudinario. Daba la impresión de que las 40.000 almas que subieron a las campas, todas, se habían concentrado para ver a los pioneros del big beat.

Equipazo de luces, un fondo de un enorme avión y una retransmisión por las pantallas al más puro estilo de un videoclip de los 90. The Prodigy salían a escena a comerse la noche. La gente quería fiesta y fiesta les dieron. Nosotras no nos aventuramos a colarnos en el epicentro de la locura, y elegimos un rinconcito algo más apartado desde el que pudiéramos divisar a los ingleses sin salir heridas en el intento. Fue, simplemente, un show epiléptico. O mejor dicho, no apto para uno. Flashes, luces y mucho, mucho ruido. De ese que hace que te tiemblen las costillas y todo lo que hay debajo. Las pantallas poco sirvieron para que los de más atrás pudieran ver lo que sucedía sobre el escenario. Más bien se asemejaban a lo que se debe ver cuando uno consume cocaína o algo parecido. Un show que acabó por ser redundante y machacar a los que no eran aficionados a la banda.


Las primeras notas de Breathe revolucionaron al personal. Empezaban fuerte, tanto en sonido como en la elección de clasicazos. Keith Flint salió a escena con las dos crestas de toda la vida -aunque entre tanta luz no supimos si seguía llevándolas verdes o no- seguido de Maxim Reality con el típico antifaz de pintura blanca. Flint saltaba de un lado para otro y se desgañitaba en los estribillos, aunque una incipiente barriga dejó en evidencia el paso de los años. A este hit le siguió Jetfighter, un adelanto de lo que será su próximo disco, que se supone está al caer. Y este, Omen, archiconocida por aparecer en videojuegos, programas
deportivos y algún que otro anuncio. Una declaración de intenciones en toda regla: no están pasados, tienen cosas nuevas, pero no renuncian a su glorioso pasado. El playlist se basó en gran parte en los grandes éxitos de sus 24 años de carrera, como Voodoo People o Poison.


 Como cabía esperar, la más secundada fue Firestarter. En numerosas ocasiones Maxim trató de calentar al público -aún más- al grito de “all my Spanish people!” y “all my Prodigy people!”. A modo de clásica rave, animó al público a formar un círculo a ambos lados de la platea. A su señal, la masa chocó entre sí, unos contra otros, sin miedo a soñar ni a las contusiones -cuánto nos alegramos en estos momentos de habernos

alejado de la zona caliente-. Como colofón final, hizo al público a agacharse poco a poco -aquí tuvo que insistir, a lo mejor es que la gente ya no podía más-, para saltar como locos al son de “smack my bitch!” -lo de Franz Ferdinand el día anterior no fue nada-.

Breathe para empezar, Smack my bitch up para terminar. Los dos primeros temas de aquel disco que les hizo de oro hace ya casi dos décadas.

Ergo


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