Y acabó el Viña, y aquí vuelven, como salidos de lo más hondo del cerebro, esos flashes que vemos en forma de nítidos recuerdos de los que fueron tres días... o cuatro, de música, saltos, carreras, cervezas, risas, algún lloro quizás, alguna herida tal vez, algún kalimotxo seguro.
Acordarse no siempre es fácil, porque al fin y al cabo los sentidos son caprichosos y quizá el cuerpo disfrute más de lo que está haciendo en cada momento en Viñarock que de almacenar cada una de las imágenes o sensaciones que vivimos en Villarobledo cada año.
Pero para eso estamos los festivaleros, para quizá, traerte de vuelta alguna de esas imágenes con las que puedas decir: 'joder! yo estuve ahí'.
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