Spiderman en Sziget 2022
Existe la Isla y el resto del mundo. Y empiezo a escribir esto recién llegado al resto del mundo, aunque para contar lo que allí sucede suele ser bueno esperar unos días, asimilar lo vivido en una semana entera. 

Según escribo aún me dura la sonrisa y aún voy bailando por la casa, por la calle, en el mercado... se duerme bien en una cama después de siete días de acampada, no lo niego, aunque se echan de más las paredes y de menos el latir de la Isla. Lo que no se echa de menos es el polvo en suspensión de este año, demasiada sequedad en el terreno, aún me dura un poco la tos. Y hoy ya no desperté rodeado de cuarenta mil tiendas de campaña pensando si habrá cola en las duchas, lo cual tiene su lado bueno y su lado de realmente me parecía bien así.

Porque Sziget no es un festival cualquiera, pero eso ya lo hemos dicho.

 

Personajes de la Isla

Sziget es lo que te pasa mientras cualquier otra cosa ocurre en la isla. Mientras buscas el sitio donde bailar y echar la noche otros también lo buscan. Así los primeros días son para patear y descubrir rincones, mesas de mezclas secretas, carromatos de brebaje escondidos. De repente encuentras a otra patrulla pateadora en un cruce de caminos y alguien pronuncia la palabra mágica. Palinka es un sortilegio, una pócima de agrupación y efusividad, una palabra a conocer dentro de Sziget por sus implicaciones.

Puede que después de probar la poción, se precipiten los personajes a tu alrededor, cada uno con su propio concepto del universo, una gorra rosa de 'make america great again', un gigante con collares tribales que acabará perdiendo a manos de un parlanchín trilero, alguien de nombre impronunciable, un camarero que no sabe dónde meterse.

Puede hacer que acabes la noche hablando con Rumor, holandés, perdón, neerlandés errante con ganas de hablar de política, y le cambies el paso para hablar de música. Puede ser que le enseñes quiénes son Smash y Califato 3/4 cuando te das cuenta que su referente de música española son Triana. ¿Lo soñaría? ¿Quién, él o yo? Yo creo que no, pero ya sabemos aquello de los recuerdos inventados...

Lo que está claro es que ese tipo de cosas son Sziget, reconozco la sensación.

La evolución de Sziget

 

 

La Evolución de la Isla

Al llegar nos llamó la atención que en la Isla de la Libertad ya no hay banderas en el puente que te den la bienvenida, y aun así algo ocurre en tu cabeza cuando lo cruzas, pero sí que hay más vallas que nunca en el interior. El camping libre y gratuito se intenta reducir y no facilitarlo demasiado, supongo que para empujar a los campings de pago. Tampoco nunca fue fácil, dirá alguno de los primeros exploradores. Aun así acampamos en el mejor lugar posible, como siempre ocurrió.

Esto hace que... ¿qué ocurre? Ah que ha llegado un mini-mini bus que dice que nos lleva al main. Pues sube que nos vamos. ¿Quién tocaba hoy? Qué más da, tira y luego ya vemos. ¿Por dónde iba? Ah sí, la libertad. Qué palabra. No se cuántos festivales la han usado este año. Y lo que no son festivales. Le vamos a gastar el nombre a la pobre, libertad...

Transporte en mini-mini bus en Sziget

 

Los recortes y la subida de precios también son libres. Este es un punto negativo del festival este año. Precios prácticamente duplicados respecto a la última edición, algo difícil de digerir y de explicar convincentemente. Recortes de presupuesto reconocidos de un cincuenta por ciento, en cartel parece obvio pero también en decoración, instalaciones, lugares de esparcimiento de los festivaleros. Recortes y precios unidos a una afluencia masiva, hacen que este año Sziget probablemente se haya recuperado ya del palo de los últimos años. Ojalá todo haya sido temporal y el año que viene los precios vuelvan a su cauce y la isla se engalane como debe y regenere esos espacios perdidos. ¿Soy ingenuo, verdad?

Los baños y duchas siguen funcionando muy bien en general. Limpios todos los días al iniciar la jornada. Ahí no se han notado los recortes y se agradece. Pero un punto de duchas más ya hubiera sido la guinda. 

Lo que sí se ha notado es una mezcla entre el viraje de los asistentes a un público más joven y más anglosajón, y la madurez absurda y desbocada del uso de los móviles y de las redes, en su pleno apogeo, para acompañar cualquier momento. Instagramers y posturetas campan a sus anchas, hacen video llamadas a voz en grito durante los conciertos con personas que les devuelven morritos, y postean fotos que están a su vez llenas de otras pantallas. Se hacen la foto sonriendo y dejan de hacerlo cuando el móvil deja de enfocarles. Se cargan la experiencia propia y la de los demás. Una pena. Antes hadas y duendes no tenían una pantalla en la mano, les bastaba con mirar los ojos de los que tenían al lado.

El relevo generacional se nota en el público pero no en la nueva organización, más tendente a eso que llaman negocio. El festival mantiene mucho de su esencia, enraizada en la isla como sus enormes árboles, pero se nota la tentación de tirar por senderos ya transitados por otros grandes festivales, cuando Sziget nunca tuvo que fijarse en otros. Siempre fueron otros los que se fijaron en Sziget. 

Mucha zona vip (este año una en cada escenario grande) y poco protagonismo para la cultura húngara, tan presente en años pasados, relegada a rincones como la feria o tres casetas de venta de vino en la que ni siquiera podían hacer vörös boros kola (kalimotxúngaro para los iniciados).

Dance at Sziget 2022

 

 

La esencia de Sziget

Que Sziget ha cambiado es innegable, que sigue siendo el mejor festival que conozco, por ahora, también. No es un macro cualquiera, tiene su cuota por supuesto, pero tiene mucho más que ofrecer, varios festivales más pequeños y cercanos dentro del mismo espacio. Como digo, consiguen mantener mucha de esa esencia, el espíritu de diversidad global, personal, musical, artística. Hay que agradecer a quien corresponda y sobre todo a Marina, que se mantenga ese pequeño oasis llamado Global Village, que aunque ni se acerque a lo que antes era un World Music Stage potente y a la altura en nombres de los escenarios grandes, sí que le pone un punto terrenal fuera la inmediatez. Lo llaméis como lo llaméis, nunca dejéis de hacerlo porque ese espacio y esas músicas son uno de los órganos vitales de un festival como Sziget. Curiosamente allí se ven muchos menos móviles.

Allí pudimos ver a artistas de Argelia (Sofiane Saidi), Cabo Verde (Tabanka), Hungría (Csángálló), Ghana (Santrofi), Haití (Moonlight Benjamin), Japón (Minyo Crusaders), Marruecos (Mehdi Nassouli)... por citar sólo algunos.

La magia de Sziget no son Calvin Harris o Arctic Monkeys. Eso lo puede hacer cualquier festival. Espero que eso lo tengan claro. La magia ocurre en esos sitios que completan la gran programación. Por ejemplo también el escenario Europe Stage, dedicado a bandas europeas emergentes que cada vez va ganando más importancia en el festival. O seguir dedicando el escenario Petofi íntegramente a bandas húngaras de diferente índole. Hay un Circo con reconocidos artistas internacionales, espacios de arte visual como el que nos ofrecieron los catalanes Insectotròpics con un espectacular 360º sobre la primavera árabe, o la compañía nacional de marionetas acuáticas de Vietnam, o todo un recinto como el Magic Mirror dedicado a la diversidad LGTBI con ciclo de cine, talleres de yoga o hula hoop a las mañanas y actuaciones drag y DJs por las noches... y una larga lista de espectáculos por las calles de la isla.

Y la magia ocurre en la música. Ay la música. Es lo que mueve Sziget, no los conciertos, o no sólo los conciertos. Es la Música. Esa que suena por todos los rincones de la isla. Esa que suena en las decenas de escenas diferentes donde alguien actúa en un momento dado, pero también suena en los bares, en los caminos con los teatros callejeros, en los innumerables talleres que copan rincones de arte, de movilidad reducida, de juegos de mesa, o carpas explicativas de ese viejo sueño llamado Europa. Suena en la tienda cuando te acuestas, y en tu cabeza. La música no deja de sonar.

La Caravane Passe at Sziget 2022

 

La Música

Lo de menos es si vimos a Dua Lipa, que en lo suyo muy bien por cierto aunque todavía no estoy seguro de si era playback o no. O a Justin Bieber, que en lo suyo muy mal por cierto, ahí sí que dejó claro que no era playback.  

Y Stromae confirmó lo que todos esperábamos, que el escenario grande no sólo no le queda grande sino que lo llena apabullante con su cuerpo escuálido y su clase desbordante. El espectáculo es fantástico. Los originales juegos de luces y pantallas completan la historia de las canciones, la puesta en escena sobria de los músicos tras teclados blancos ahondan en la elegancia del concierto. Es Stromae abriéndose ante el público sin demasiada parafernalia, con grandes temas que rebosan honestidad. Como curiosidad, en un par de ellos se puede ver y sentir el rasgueo de las cuerdas de un charango.

Fue probablemente el mejor concierto del main. Con permiso de los alemanes Meute, que no sorprenden a casi nadie a estas alturas o de Sigrid, no tanto por la música en sí sino por la frescura y la naturalidad de esta noruega de 25 años que echa por tierra todas las tonterías que se supone tienen que acompañar a una estrella del pop.

De la carpa que yo seguiré llamando A38 (ahora FreeDome) destaco sobre todo la electrónica finísima de Woodkid, la intensidad de Palaye Royale, el descaro de Black Honey y la originalidad en la mezcla de Tsha.

Pero lo de más son los descubrimientos. Darte cuenta de que estás viendo músicas, grupos o artistas a los que no volverás a ver en un alto porcentaje o de los que nunca más sabrás nada. Rap en holandés (Cor), rap en finlandés (Laineen Kasperi), Luiku y su folk ukraniano, o una batería acompañando a una guitarra y un bajo tocados con varios teclados, combo del que no sabemos ni el nombre. La Perla, percusión, cumbia y raíces populares desde colombia, una delicia. Stake, los más duros del festival con unos cortes medios casi bajos tiempos metaleros, rompecuellos y demoledores. Conocimos a Anima Sound System, divertidos húngaros poco clasificables que mezclan electrónica, ritmos de la tierra, toques funkys y varios cantantes que se van alternando. La canción 'Reading is Sexy' es surrealista. Y por supuesto Gilipojazz a los que incluyo por descubrimiento en directo, ellos sí que sorprendieron con su manera de tocar rápida y muy técnica que a la vez conecta con el público por simpatía y por lo impredecible de la propuesta. Espero volver a verles muchas veces y que Iker pague ese café.

Gilipojazz en Sziget 2022


Y los viejos conocidos a los que encuentras por el cartel, en nombre pequeño que tú te encargas de engrandecer subrayándolos bien. Besh'o'Drom o Kerekes Band fueron un inesperado soplo de música húngara, La Chiva Gantiva y su punklore nos dio una buena paliza de baile (y un ratito de charla muy agradable que publicaremos en breve) y La Caravan Passe nos trajo a la memoria rumores de trompetas, música itinerante, otras formas de vida.

La mezcla de músicas es casi casi lo mejor de Sziget (este tema ya lo discutimos). Un festival cero temático, todo variedad, donde cualquier cosa es posible, incluso casi ni pisar el escenario principial en siete días. Esa es la identidad del festival. 

Puedes empezar tocando para 2 personas y acabar el concierto ante multitudes haciendo pogos (Stake, Gilipojazz), te puedes dejar llevar por el mini-mini bus que me recogió al inicio del artículo, puedes toparte con dos enormes vacas articuladas, una fanfarria pakistaní o te puedes encontrar en medio de una aldea gallega itinerante que llevan consigo Pan Sen Fron (junto a Xurxo Fernandes) con sonido de pandeireitas y faldas y pañuelos al viento. 

Por supuesto puedes conocer a varios superhéroes, algunos con traje y otros capaces de montarte una tienda en el centro mismo de tu campamento, o encontrarte a dos bañistas irreales contando su historia alrededor de una piscina de juguete sin decir palabra (Cie Super Super). Puedes descubrir que el sonido envolvente del Colosseum no se aprecia justo en el centro, como era de esperar, sino corrigiendo un poquito hacia atrás a la derecha, o encontrar a tu crush en el Party Arena mientras Ofenbach intentan mezclar el 'killing in the name' con nefasto resultado, o ver que la hora de la sesión en el escenario temazos es tan esperada como muchos conciertos.

Pandereiteira en Sziget 2022

Outro

Cada Sziget es distinto, y eso es tan difícil de decir cuando llevas ya más de una decena, como verídico. Siguiendo con la costumbre de llevar cada año a al menos una persona nueva a la Isla, en esta ocasión tocó que fuera Ibai quien conociera de primera mano los caminos de Obuda por primera vez. Y a fe que los recorrió, pateó, saltó y bailó de la única manera que conoce: a la máxima potencia.

Nestor y Anna también se lo pasaron como niños descubriendo palmo a palmo la isla.

Esos caminos nos siguen llevando a lugares inesperados y compartir este año Sziget en familia y con pequeños grandes festivaleros de energía inagotable ha sido una manera diferente y muy especial de vivirlo.

Y nos llevan también a rincones de la isla que nos traen a la mente a quienes allá estuvieron en algún tiempo, y a quienes se les echó de menos por momentos también. Habitantes de la isla por derecho propio que nunca dejarán de serlo. Historias, recuerdos.

Me he despedido de Sziget muchas veces. Siempre he vuelto. Veremos si hay una próxima o los caminos nos llevan por otros lares a descubrir. Por ahora, como cada año a estas alturas, sólo puedo decir gracias Sziget por todo y gracias a todos los que durante los años habéis contribuído a darle a este festival esa aura mágica y legendaria. Para vosotros tengo otra palabra, Filatorigat. Quizás allá nos veamos.

kboy

P.S. Por supuesto gracias a Inti y a Sziget Spain por las facilidades, el buen rollo y el cariño en todo momento.

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