Bohemian Betyars en la Sala Mon de Madrid 

Ha costado pero volvió el balkan a Madrid. Ha costado pero volvieron Bohemian Betyars a Madrid. Ha costado pero la espera mereció la pena. 

La tarde empezaba con calma, no para todos. Los que elegían el lejanías en vez del cercanías acabaron corriendo pero llegando, que es lo importante. Y los que llegaron con tiempo, sortearon el control policial, que es lo importante, y para la sala. Allí arrancaban unos Balkan Bomba que, como buen equipo de fútbol, demostraron estar perfectamente entrenados.

El escenario de la Sala Mon es grande, y menos mal, porque parecía empequeñecerse con las idas y venidas de sus nueve componentes. Con su cantante "Muskulov" desatado, la temperatura de la sala empezó a subir y el hueco en el ropero era cada vez más pequeño. No se guardaron nada y ante un público muy a su favor se fueron creciendo canción a canción.

Normalmente diría que el grupo principal esa noche serían los húngaros de Bohemian Betyars, sin embargo, la sensación que quedó fue que la mayoría de la gente había ido a ver a estos manchegos que, como volvieron a demostrar, tienen muy engrasada la maquinaria y su espectáculo, de algo más de una hora, funciona a la perfección.

Pogos, saltos y mucho sudor fueron el aperitivo perfecto para lo que llegaría justo después.

Y después apareció el terremoto húngaro: Bohemian Betyars. Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que los escuchamos allá en una cola de duchas en una isla del Danubio. Sin embargo este grupo de húngaros locos, no ha perdido ni un ápice de su esencia. Con la fiesta como excusa, el violín como instrumento y ese ritmo rapidísimo por bandera, son un claro ejemplo de que los sonidos del Este enganchan y de qué manera con los aires mediterráneos.

Desde el primer minuto, con el primer acorde, la gente conectó y se puso a bailar, a saltar, a reír y a no parar de moverse. Con Máté a las voces y un corte de pelo más... digamos... corto, y sin la botella de Unicum a la vista (aunque estar, estaba, seguro), los Bohemian se entregaron a una gente que estaba deseando montar el pogo a las primeras de cambio. Y vaya si lo hicieron!

Gente desapareciendo entre la gente, gente apareciendo entre la gente y muchas idas y venidas sin descanso. Lo normal, vaya, para un concierto de Bohemian Betyars. Mucho ha pasado desde la primera vez, sí. Mucho también desde la última vez que los vimos perdidos por la Sierra de Madrid o en algún Iboga. Pero los húngaros son como los buenos amigos o el buen café. Al primer instante ya tienes la sensación de que siguen igual de bien y que se mantienen fieles a los principios musicales que les han llevado hasta aquí.

Por muchos más! Y aunque nos faltó un palinkita... EGÉSZSÉGEDRE

J&B





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