Llegaban a Madrid a mitad de gira, con lo cual se les presuponía en plena forma y desde luego que no defraudaron.
Acompañándoles en esta gira venía No Cure, Elwood Stray y Bodysnatcher. Llegamos a la sala con el tiempo justo y solamente pudimos ver los últimos temas de Bodysnatcher, así que nos queda pendiente para la próxima una buena reseña de ellos. Lo poco que pudimos ver, la banda tiene tintes del hardcore más old school que invita al desmelene hardcoreta del público.
Lo primero que nos llamó la atención al llegar fue la cantidad de gente que había en la sala. Teníamos como referencia la última vez que los vimos en sala hace algo más de cinco años, en la extinta Caracol, la cual presentó una media entrada. Sin embargo, en esta ocasión en una sala considerablemente más grande, presentaba un aspecto de más de tres cuartos de aforo. Muy buen síntoma que a pesar de ser un género tan específico, siga teniendo una buena cantidad de fieles seguidores.
Con puntualidad británica, los californianos salían al escenario tras una breve intro del clásico “Take on Me”. Primera canción y primer mensaje contundente “Against Them All” sonaba con fuerza en toda la sala.
Tras un primer tramo sin respiro en el que Jessie parecía un león enjaulado corriendo del escenario de lado a lado, llegaba la que en mi opinión es la mejor canción de su reciente disco “Keep planting flowers”. Mientras la banda pedía el primer circle pit de la noche, sonaban los primeros acordes de “More Than a Witness”.
La gente se volvió completamente loca. Por un lado, el circle pit parecía un rodeo americano, el escenario se empezó a llenar de gente que subía y bajaba para tirarse sin paracaídas, los pogos devoraban al resto… vamos, pura adrenalina.
Tras un bloque donde el combo americano bajó levemente el pistón para tomar un poco de aire, terminó con posiblemente la canción más trabajada del nuevo disco y que da nombre al mismo ('Keep Planting Flowers'). Tras este breve respiro, acelerador a fondo hasta el final.
“We all die anyway”, “Spineless” y sus dos emblemáticos himnos “Married to the noise” y “Nobody”, dejaron al público con un muy buen sabor de boca y con la lengua fuera, para irse a casa con una sonrisa de oreja a oreja y las camisetas empapadas de adrenalina y sudor a partes iguales. Jessie y los suyos se debieron encontrar muy a gusto, e incluso en uno de los pequeños breaks que hicieron, cantaron el cumpleaños feliz a uno de los chicos de su crew y la sala no dudó en cantar con ellos a capella.
En definitiva, un concierto corto, pero de una intensidad muy alta y que tras las buenas sensaciones vividas, espero que pase poco tiempo hasta que podamos volver a verlos por aquí.

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