Pasados ya unos días, con todo digerido y bien digerido, es hora de analizar la edición 2017 del Mad Cool y en Festivaleros!, como ya hicimos el año pasado, lo haremos dándole un toque distinto a la crónica para intentar encontrar lo mejor y lo peor que hemos visto en esta segunda edición del festival madrileño...

Lo Más MAD

Antes de seguir, vaya desde aquí nuestro respeto a Pedro Aunión. Su recuerdo quedará siempre en el Mad Cool. Desde Festivaleros! ya mostramos nuestra posición ante la situación vivida la noche del viernes, algo que seguimos manteniendo desde el respeto a la organización y, sobre todo, a sus familiares y amigos.

Ahora sí, empecemos por lo más negativo del Festival y ahí, lo primero que tenemos que decir es que esa alma, ese cariño que se puso en la primera edición parece haberse perdido. Algo que se nota en la solución que ha dado el festival a algunas críticas que recibieron el año pasado. Por ejemplo, la gente se quejó del cashless, pues fuera cashless y a pagar en metálico como en los noventa. Eso sí, lo más divertido de eso era ver cómo le cambiaba la cara a los camareros cada vez que amenazabas con ese objeto de plástico tan peligroso como es una tarjeta de crédito. Algunos te decían que no podías pagar con tarjeta, otros que no había terminales. Muchos terminales no funcionaban por falta de cobertura, otros estaban literalmente ahorcados en cables a los que tenías que ir si querías pagar con ese objeto tan extraño en el siglo XXI como una tarjeta bancaria. En fin, surrealista.

La gente también criticó la dificultad para retornar, en la primera edición, los vasos reciclables. Pues nada, fácil solución, este año no se devuelven. Eso sí, se pagan, por supuesto. Curiosa forma de interpretar el reciclaje de vasos. Básicamente porque es el usuario el que paga todo el reciclaje. Un euro por vaso y si se te olvida al día siguiente otro euro. Un negocio redondo para la organización a la que parecía darle igual que el recinto estuviera mucho más sucio que en su primera edición.

Poco cariño hubo también al colocar el quinto escenario en una esquina justo al lado de la zona de comida. Resultaba bastante difícil disfrutar de un concierto de WAS o de Sexy Zebras, por citar algunos, mientras el 90% de la gente hace cola y está a otras cosas. Ah! Indescriptible también la mezcla de olores con la que los puestos te amenizaban el concierto, los suecos de Peter Bjorn and John todavía deben de estar flipando.


También se ha notado cierta falta de previsión en algunos momentos. El segundo día la cola para el acceso por la entrada principal, la más cercana al metro, era kilométrica. Se tardaba más en acceder por ahí que en dar toda la vuelta al Parque y entrar por el otro acceso en el que no había nadie (lo decimos con conocimiento de causa porque nosotros lo hicimos). Era surrealista comprobar como había más gente haciendo cola para entrar que viendo a Los Zigarros. Imposible era también conseguir algo de comer antes de los conciertos grandes de cada día. Y lo que es peor, imposible era también conseguirlo después. El jueves después de Foo Fighters la zona de comida era un solar donde apenas había puestos con existencias. Igualmente nos sorprendió, por ejemplo, que durante el concierto de M.I.A. se limitara el acceso hacia los escenarios 3 y 4. Sorprende que un recinto que es abierto acabe restringido por una cinta de plástico y varios miembros de seguridad.

Todo ello consecuencia de la gran afluencia de gente. Está muy bien jactarse de hace Sold Out, pero meter a más festivaleros que en la primera edición en menos espacio estaba claro que iba a ser un problema. Hubo demasiadas aglomeraciones en los conciertos principales, colas en las barras y colas kilométricas en la zona de comida, además de como ya hemos dicho, en los accesos.

Un par de apuntes más. Uno hablando del sonido. Muchas han sido las quejas de los asistentes. Quizá lo más sangrante en ese sentido fue ver como Quique González intentaba sobreponerse a unos cortes que hacían imposible seguir su concierto. Pero también hubo quejas con los Foo o con unos Rancid que parecían sonar acolchados, sin toda la potencia que suelen desplegar. La segunda tiene que ver con la imagen, las dos pantallas del escenario principal durante el primer día fueron un adorno precioso en el que nos hubiera gustado ver a los artistas, pero nos tocó imaginarlos.


Y por último, hay que volver a insistir en la falta de información por parte de la organización para ayudar a los asistentes durante el festival. Las redes sociales de Mad Cool siempre han estado muy activas pero si algún festivalero tenía algún problema o comentaba alguna incidencia, el silencio era la respuesta habitual. Está muy bien retuitear las fotos entusiastas de las pulseras o lo flipante que le parece un concierto a un usuario, pero también es necesario dar cariño a quien tiene una duda o necesita ayuda. Lo dicho, el alma del festival, el cariño, parece haberse quedado en 2016. Habrá que estar atentos para ver cuál es la línea que se sigue en 2018, si la del pragmatismo puramente económico o la de hacer sentir al festivalero esa experiencia global y diferente, esa experiencia Mad Cool, que tanto repite la organización y que este año no hemos visto por ningún lado.


Lo Más COOL

Indudablemente entre lo mejor del festival hay que hablar de Foo Fighters. Su anuncio ya fue un bombazo y estaba claro que iba a ser garantía de éxito. Dave Grohl y los suyos son de esos poco grupos que arrastran masas e incondicionales y hacía tanto que no pasaban por España que el Sold Out estaba asegurado. Salieron sin guardarse nada y aunque su concierto resultó algo más corto de lo esperado estuvo siempre arriba. Un must que todo festivalero que se precie debe tachar. Mereció la pena verlos. Eran el cabeza de cartel del festival y casi del verano festivalero y cumplieron con creces.

De nuevo hay que aplaudir la segunda línea del cartel, esa donde aparece Rancid, que se metió a un público que no suele ser el suyo en el bolsillo. Más cercanos al Download o al Resu, consiguieron que los siempre "elegantes" asistentes al Mad Cool hicieran algún pogo en condiciones. Enérgicos Fuel Fandango y especialmente enérgica la sección femenina del festival con Belako absolutamente desencadenado dando un conciertazo y pasando muy por encima de Kings of Leon, con Savages clavándote la mirada desafiante desde el escenario y, para cerrar esta sección, las... indescriptibles Deap Vally. Guitarra y batería en versión californiana sin más florituras que sus pies descalzos sobre el escenario y una presencia que se desbordaba. Ya conocíamos algo así en versión francesa con The Inspector Cluzo y desde aquí proponemos una fusión entre ambos grupos. El festival que se atreva a poner a unos y otras sobre el escenario lo puede reventar.

Hay que felicitar también a la organización por la buena gestión que se hizo el primer día con las abundantes lluvias. Apenas unos retrasos en el inicio del festival que se quedan en nada teniendo en cuenta las trombas de agua que durante todo el día cayeron sobre Madrid. Bien preparado el recinto para aguantar los chaparrones y bien preparados los escenarios que salvo en pequeños detalles pudieron funcionar a pleno rendimiento. No era fácil y había muchas dudas sobre lo que podría pasar y ahí demostraron que cuando quieren y se hacen las cosas bien, funcionan.

Bien también la seguridad exterior e interior que hicieron que el festival transcurriera sin incidentes reseñables. Y de nuevo, mención especial para el número de baños y la limpieza de los mismos. Nunca hubo grandes colas, ni siquiera durante los momentos de más afluencia de público y en líneas generales la limpieza de los mismos era más que aceptable. De nuevo se demuestra que cuando se pone atención en algo se consigue.

Veremos ahora hacia donde camina Mad Cool. Ha habido aciertos, ha habido errores (algunos imperdonables), esperemos que de todo se aprenda para la próxima edición.

J&B

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