Festival Río Babel 2023

¿Cómo definir en una palabra el Río Babel? BAILAR. Sin duda. Tres días de baile sin parar, con todos los estilos, con todos los matices, con todos los ritmos. De la Salsa a la Cumbia, del Perreo al Rockabilly, de la Ranchera al Trap, del Pop a la Rumba (poca, muy poca), del Disco al Balkan (mucho menos). Así se pueden resumir tres días de calor, sol, algo de lluvia (qué no falte!) y mucho baile.

Porque desde el primer día se vio claro que este año el Río Babel tenía una vocación clara... Hacernos bailar a todos los festivaleros. Daniel, me estás matando fueron de los primeros en provocar que no nos pudiéramos estar quietos. A la sombra de Sen Senra seguimos sudando. Con Julieta Venegas bajamos un poco las pulsaciones al ritmo de su teclado y su acordeón para corear himnos pasados que siguen teniendo toda la vigencia en la actualidad. El punto más popero lo puso un Álvaro de Luna que por momentos nos recordaba al Canto del Loco y que supo reventar la explanada de la Caja Mágica a una hora en la que ya se respiraba ambiente de festival del bueno. 

Cuando terminó, viajamos en el Delorean hasta los cincuenta para vivir un guateque de los de antes gracias a The Guapos. Echamos de menos algún crooner sobre el escenario para que aquello sonara realmente a Buddy Holly porque, en todo lo demás, parecía que estábamos viviendo en una película en blanco y negro. Ritmos tobilleros, movimientos de cadera y mucho buen rollo. El grupo/experimento de Leiva funciona y promete. El flaco vuelve a demostrar que está en un peldaño por encima del resto en cuanto a la música española se refiere.

The Guapos en su actuación en el Río Babel 2023

Con estos precedentes, la segunda jornada prometía todavía más (más? sí, más) baile. La Santa Cecilia fueron el calentamiento. Su ritmo pausado entró perfecto en la jornada más calurosa del festival. Aterciopelados puso el temple, el saber estar, la voz, la reivindicación (hay que quererse como somos, sin filtros) y un saber estar que sólo pueden dar los años y la presencia imponente de Andrea sobre el escenario.

Mr. Kilombo fue el reflejo de la esencia de este festival desde su primera edición, la voluntad de pasarlo bien, de escuchar buena música y divertirse. Guitarricadelafuente nos bajó los pulsos que poco tardaron en dispararlos Tremenda Jauría. "Viva el perreo y muerte al trabajo", un lema muy electoral en estos tiempos que corren. Reivindicaciones para todos, todas y todes y la confirmación de que esta banda tiene mucho recorrido por delante. 

Y después? Después, Juanlu. Después, casi dos horas de baile, de corear estribillos, de lambada, salsa, bachata, merengue... De que te ardan las plantas de los pies porque no puedes parar de bailar. Juan Luis Guerra 4.40 y todo, todo, absolutamente todo el festival bailando al ritmo que marcaba el dominicano. No se guardó ninguna. Regalaba uno de sus himnos entre otras canciones menos conocidas. Sin descanso, sin perder la sonrisa y sin dejar de moverse. Poco más se puede pedir a una noche de verano. Bueno sí, que todas las noches hubiera un concierto de Juan Luis Guerra.

Juan Luis Guerra en un momento de su actuación el Río Babel 2023

Difícil seguir después de esto, verdad? Pues para eso están Eskorzo, para ponértelo fácil. Los granadinos se entregaron a la causa y hasta se atrevieron a dar alguna que otra clase de pogo. La guinda del segundo día para un clásico del Babel: Macaco (y qué no falte!).

Tras sobrevivir a esto, ya sólo te queda... lo mejor? Un tercer día donde sonaron las trompetas y algo de balkan para el alma pudimos escuchar gracias a la Balkan Paradise Orchestra. Saben tocar, saben enganchar al público pero creo que tienen que subir un pelín los decibelios para que se acaben por meter a todo el mundo en el bolsillo. Lo demás, lo tienen.

Eso es lo que ha conseguido La M.O.D.A. Fuimos testigos de como arrasaron en el Viñarock y aquí, en un horario muy distinto (de tarde y calor) dieron la cara y nos hicieron bailar en domingo con sus Héroes del Sábado. Tras ellos, disfrutamos de otra de las agradables sorpresas del festi, Arde Bogotá. Los cartageneros salieron a comerse el escenario y vaya si se lo comieron. Con un sonido algo sucio, con esa voz grave y ese postureo que tanto nos recuerda a otros, triunfaron y nos dejaron con ganas de más para su primer gran concierto en una sala de Madrid en unos meses.

Alizzz fue el preámbulo perfecto para la traca final. Una magia de cierre que comenzó con Son Rompe Pera o mejor dicho, la cumbia del infierno. Los mexicanos no dieron ni un sólo segundo de descanso. Partieron la cumbia, nos hicieron correr, saltar, girar, sudar... Absolutamente todo. Nos dejaron ahí arriba para recibir al cowboy del espacio JK.

Más de treinta años, qué se dice pronto. Como el propio Jamiroquai se encargó de recordar, algunos de los que allí estaban no eran ni proyecto cuando otros intentábamos salvar dignamente sus canciones en aquellas discotecas en las que te colabas con el carnet falso. Y es que sus conciertos son eso, recuerdos de aquella música disco que cada vez es más difícil de encontrar. El británico cumplió con creces aunque también se le nota el paso de los años físicamente estando más moderado en cuanto a sus movimientos. Pero el objetivo final lo cumplió con creces, hacernos bailar (hemos dicho que hemos bailado en el Río Babel?) y dejarnos con esa sonrisa nostálgica.

Jamiroquai en su actuación el Río Babel 2023

Peces Raros nos hicieron salir de ese trance. Y la fiesta despedida, esa que te provoca que no te quieras ir y quedarte a vivir eternamente en un festival, la puso Bomba Estéreo. Es un acierto seguro. Li sobre el escenario es presencia, es voz (y qué voz), es fiesta y, como no, es Fuego... Quién da más?

Se cerraba así una edición más de un Río Babel que se consolida como un fijo en el panorama de festivales madrileños. Y eso, a pesar de ser una fecha complicada (coincidiendo con la semana del Orgullo). Y de los peros, que los tiene, por supuesto: Un recinto no del todo amable con los festivaleros por la falta de sombras o de puntos de hidratación; unos precios demasiado inflados y la siempre complicada vuelta a casa tras terminar cada jornada. 

A pesar de todo eso, el Festival funciona. Las bandas funcionan y la gente responde. El sonido es notable y la gente lo agradece. Dimensionar el recinto para que no haya grandes colas para pedir bebida o comida es muy meritorio. Que los baños estén aceptablemente limpios y tengas agua y jabón para lavarte debería ser obligatorio pero hay que reseñarlo por lo que escasea. Y sobre todo, descubrir un cartel diferente, más alejado del mainstream pero que te lo hace pasar igual o mejor, es una bendición en esta época de (foto)copias de line-up. No es un trabajo sencillo pero Rio Babel demuestra año a año que es posible. Qué no se pierda esa ilusión y que el año que viene nos vuelvan a sorprender con un cartel diferente. Brindaremos por ello.

J&B
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