Hellfest2023
Reconozco que miraba a Hellfest como una de las tierras prometidas para cualquier festivalero de a pie. Después de haber estado en Glastonbury, y con permiso de Wacken, Hellfest era un punto marcado a fuego en la imaginería festivalera. Lo veía de lejos, enorme, con dificultad máxima para conseguir un ticket (es el típico festi del que no tantos hay, en el que los abonos se agotan en pocas horas sin haber un cartel confirmado) y en un lugar con no demasiada buena conexión de viaje.

Todo esto se despejó este año en mi cabeza y, en la empeñada decisión de por fin conocer una de las mecas del metaleo europeo, el universo se alineó para llevarme en volandas, como si de un crowdsurfing se tratara, hasta el bonito pueblo de Clisson, City of Rock.

Aterrizaba mi bus en un inmenso parking a escasos kilómetros de la rotonda que da acceso al recinto, presidida por una enorme guitarra oxidada que marcaba el sendero. Nada más llegar a la entrada en una las lanzaderas, me di cuenta de la magnitud de donde estaba.

Hordas de metaleros iban y venían con mochilas, carros, tiendas y maletas, buscando sus caminos, sus pulseras, sus primeras cervezas. Los reencuentros fluían acelerados, sonrientes, bajo las nubes de la campiña francesa en la región del bajo Loira. Caras de sueño convertidas en ilusión y abrazos que duran minutos a las 9 de la mañana.

Una vez establecido, pulsera en brazo, primer punto de control cruzado, la plaza HellCity que da entrada al recinto te atrapa con miles de estímulos. Puedes estar compitiendo por hacer el gutural con más decibelios, saludando a un gato heavy que te señala con sus cuernos (heavies), dudando cómo te quedaría una falda vikinga (¿negra o a cuadros?), deambulando por el mercado en busca del artilugio más extraño, mientras atisbas el primer conato de pogo en la zona de descanso donde ni siquiera hay música todavía.

La entrada a la Catedral, como llaman al recinto de conciertos, te recibe y avanzas flanqueado por figuras legendarias del metal ya desaparecidas, inmortalizadas en forma de vidriera. Como me daría cuenta durante todo el festival, Lemmy está muy presente en el espíritu Hellfest. También te recibe con enormes colas para entrar. Todo el mundo quiere empezar a recorrer escenarios y sentirse otra vez como en casa.

Vulves Assassines en Hell Stage


Y eso que fuera del recinto de conciertos está el Hell Stage, escenario donde bandas sobre todo francesas tenía diferentes slots diarios para recibirte llenando la plaza de decibelios y actitud punk, como por ejemplo nuestras ya queridas Vulves Assesines que tocaban todos los días.

Si consigues escapar del Hell Stage, una vez dentro de la Catedral, el recinto es un enorme descampado de césped lleno de estructuras oxidadas que le da un aire industrial, ya sean los bares, zonas de comida, esculturas, torres en forma de antorchas o el árbol de Hellfest. Dos escenarios en forma de carpa, la tienda oficial del Hellfest en forma de templo satánico, cortinas de agua haciendo figuras en el aire, instrucciones para los circle y mosh pit pintadas en el suelo y controlando que todo esté bien, una escultura metálica y gigantesca de Lemmy.

A la noche, cientos de fuegos aparecen por todos los rincones de las estructuras confiriendo al recinto una atmósfera única. Es cierto que esa atmósfera se ve un poco atacada por la gran noria con luces a uno de los lados del recinto. Nunca entenderé por qué los grandes fetivales se empeñan en poner una noria. También es cierto que, a pesar estar vendido a fondos de inversión, como tantos otros, y en busca de un equilibrio entre el festival que fue y un nuevo 'DisneyHellLand', el Hellfest no tiene una sola marca comercial en su interior, fuera de las bebidas y algunos vasos.

Hay también una parte regional, representada por la zona de vinos locales, llamados Muscadet, que pone un punto fresco como las burbujas del vino entre la intensidad metalera de alrededor. Un lugar entre escenarios para coger aire y algún vinito antes de la próxima batalla.

Los escenarios principales, sí, en Hellfest hay dos escenarios prácticamente igual de principales, están uno al lado del otro y se alternan para que nadie se pierda a los teóricos cabezas de cartel. Digo teóricos porque una de las cosas que más me gusta de los festis es conocer bandas nuevas y en eso el Hellfest tiene mucho que ofrecer. Tener conciertos desde las 10:30h da para mucho aunque no sea fácil seguir el ritmo.

Allí he visto por primera vez a Kiss o a Def Leppard, por poner dos clasicazos que curiosamente me faltaban, además de reencontrarme con unos Iron Maiden muy en forma, y con un Alice Cooper que mantiene la presencia escénica a pesar de los años, esta vez con Hollywood Vampires con Johnny Deep a la guitarra como curiosidad. Redescubrir a Fever333 con la nueva formación, saltar con Sum41, dejarse llevar con Puscifer, disfrutar con Alter Bridge y pasar de metralleta kelly.

Explanada principal Hellfest

 


El escenario Warzone, dedicado al hardcore, punk y variantes, resultó ser hacia el que nos empujaba el flow continuamente.

No he visto nunca tantos pogos en los que había más gente en el suelo que de pie, ni tanta gente haciendo crowdsurfing sin parar durante casi la totalidad de cada concierto. Que al final de un festi te duelan los brazos de sujetar a los surferos da una idea de lo que hablo. Muy gracioso estar en un pogo controlando el caos a tu alrededor con un ojo puesto en la siguiente persona que llega volando a tu terreno. Y si te descuidas y te da por vacilar al forzudo equivocado, tú también acabarás por los aires aunque no quieras. 

Como descubrimientos de la Warzone puedo citar a Rise of the North Star, Paleface, Pro-Pain o Ludwing Von 88, y como auténtica locura recomendada tenemos a Poesie Zero y como valores seguros volamos con Flogging Molly, Cockney Rejects, Rancid, Gogol Bordello o Municipal Waste.

Vuelos con Flogging Molly

 

El escenario Valley se dedica en general a sonidos más pesados, stoner, medio tiempo o cosas que no encajan en otros escenarios. Ahí Amenra estuvieron sublimes, Clutch en su línea sólida y convincente, Melvins y su guitarra transparente fue una pasada que recordaba viejos tiempos.

Y en los escenarios en forma de carpa, Temple y Altar, teníamos los sonidos más oscuros, algún grupo de trash francés, doom metal, post-puk... todo un rincón para descubrir cosas que normalmente por mi cuenta no me da por escuchar. Destaco a She Past Away que acabamos viendo por seguir un sonido que molaba mucho sin darnos cuenta que en realidad era a quienes íbamos a ver, aunque la hora no les hacía justicia, y el descubrimiento de Kalandra, que nos hizo perdernos a casi todo Fever333 pero mereció mucho la pena.

En definitiva, un festival que engancha en el fondo, en la forma, en el fuego, en la música, en el moshpit, en volar, en el muscadet, en la gente, en el cielo oscuro y las constelaciones de chispas... y en los pichet (jarras) de litro y medio de Guinness.

Un festival llamado Hellfest, que en francés se pronuncia premonitoriamente El Fest.

kboy

Fuego en Hellfest

Instrucciones para un circle pit en Hellfest

Lemmy lo ve todo - Hellfest

El árbol de Hellfest

She Past Away en Altar en Hellfest

Pequeños metaleros en Hellfest

Gracias por compartir:

Comenta por favor!

2 comentarios hasta ahora. Añade el tuyo

  1. Qué buena edición ha sido la de este año.Después de leeros ya tengo mono de volver !

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nosotros tambièn! Ojalà podamos el año que viene otra vez!

      Eliminar